Por Erian Peña Pupo/Fotos Tommy Cordoví (cortesía de Teatro Garabato)
Con el estreno de Más allá de sus narices, a partir de un texto de René Fernández, Teatro Garabato, colectivo espirituano dirigido por José A. Meneses Ortega, celebra sus 25 años.
Los festejos comenzaron un poco antes, con A puntas, versión libre de El lago de los cisnes con dirección de Luis Orlando Antúnez, Bambino, llevada a escena mediante el uso de los títeres y tras un amplio proceso de montaje y apropiación de los códigos del ballet mediante las manos.
“A puntas no tiene nada que ver con lo que habíamos hecho hasta ahora, ni con Sancti Spíritus. Los actores tuvieron que decodificar muchas cosas, aprender a llevar el paso del ballet a las manos. Franklin, uno de los actores, hace un trabajo genial ahí, logra pasar a las manos los pasos. Algunas personas que no conocen de ballet no entienden la puesta, aunque Bambino logra que la dramaturgia sea clara, una obra visualmente hermosa; eso atrapa, para los niños que nunca habían visto ballet fue una experiencia única”, dice Meneses.
La puesta, comentó entonces Bambino, posee muy pocos elementos coreográficos pues se basa esencialmente en imágenes; todo lo demás lo compone el vestuario y las puntas que usan en las manos, alusión a las zapatillas y posturas que adoptan las bailarines.
Por su parte, Más allá de sus narices regresa al trabajo con el clown, que ha caracterizado parte del trabajo del colectivo espirituano. “Nosotros la montamos hace 15 años más o menos, con otra lectura, otra visualidad del espectáculo, con payasos elegantes, coloridos, sin perder el texto tampoco de René, pues creo que es uno de los mejores dramaturgos que escribe para niños en Cuba. Además, René ha estado muy vinculado con el grupo, incluso en los inicios trabajó en la preparación de los actores, pues Garabato ha tenido como característica que estos siempre se han formado en la compañía, ha sido una escuela”, asegura José Meneses.
Más allá… sostiene su eficacia escénica en varios factores, entre ellos el trabajo de los actores: los jóvenes Franklin Adrián Romero Benítez, Lil Laura Castillo Rodríguez y Gabriel David Collera Rives, además del experimentando Juan Modesto Castillo Claro. El clown les ofrece las posibilidades del desarrollo del cuerpo, la gestualidad, la expresión extraverbal, sostenida por un texto sólido, conservado en su mayoría en la adaptación realizada por Meneses, a cargo de la puesta en escena y el diseño general. Por otra parte, el diseño escenográfico y de vestuario (Oriesky González), de luces (Ángel Martínez Águila) y la selección de banda sonora a cargo de Alberto Rodríguez Hernández, eluden el típico clown en la búsqueda de otras formas de expresión, apoyándose incluso en el trabajo con títeres. Estos nos trasladan a un basurero donde varios recolectores de basura sueñan con ser actores. Entre desechos y después de la jornada, hermosa metáfora la del maestro matancero René Fernández, hay un mundo posible.
“En el clown tienes que defender una psicología, una historia, no eres el tipo que se pintó la cara y viene a hacer chistes”, añade Meneses, graduado de la Escuela Nacional de Instructores de Arte (ENIA), con un trabajo reconocido también en el ámbito comunitario y de aficionados, fuente de la que bebe Garabato, y fundador además del Festival de Teatro de Aficionados Olga Alonso. Más allá de sus narices, atractivo divertimento escénico protagonizado por clowns, que nos hace pensar, defiende precisamente eso: el papel del clown en el escenario teatral y las posibilidades interpretativas y creativas que le trasmite al público como complejo y necesario ejercicio.
Garabato surgió en 1994. Hablemos un poco de esos días iniciales…
Garabatos son los trazos que los niños hacen cuando están empezando a escribir. Es también, si lo llevamos a la religión, el implemento que Eleggúa tiene para abrir los caminos; es lo que usa el campesino para apartar la maleza. Y el teatro es un poco de eso también, algo que tú usas para apartar las cosas malas del camino, ayudar a las personas, quitar de la gente esa maleza que tienen dentro…
Nosotros empezamos haciendo teatro de calle, el clown incluido dentro de este tipo de teatro, y los actores de las academias no vienen preparados para hacer teatro de calle.
En 1994 se potencian los proyectos teatrales. Se me dio la oportunidad, entonces, de materializar un sueño: tener un proyecto profesional. En un principio fuimos autofinanciados y así estuvimos bastante tiempo por lo que renuncié a todo, incluso al salario. Significó empezar prácticamente de cero, pero era el precio para hacer lo que quería.
¿Qué ha caracterizado el trabajo de Garabato en estos 25 años?
Los actores siempre han sido hombres, esa es una característica del grupo; ahora está Lil Laura desde hace un año, pues no había mujeres para trabajar, es muy difícil. Llegamos a tener 10 o 12 hombres en el grupo. La calle nos da la posibilidad también de que el hombre haga los personajes femeninos. Tratamos de rescatar mucho un fenómeno no muy estudiado por el teatro, que incluso los historiadores de este arte no reconocen como parte del teatro de relaciones espirituano: las comparsas artísticas. Eran personas que salían en las fiestas del Santiago, que es el carnaval de la ciudad, arrollando hasta un lugar y al llegar hacían una representación teatral. El último espectáculo que llevamos al Festival de Camagüey, Yayaberías, está basado en esta tradición. Esa comparsa estaba compuesta solo por hombres, muchos disfrazados de mujeres.
Hemos trabajado muchas cosas de la tradición espirituana, partiendo de su estudio. Yayaberías tiene que ver con todo el folclore campesino; Obsesión con todo lo que es la parte de las construcciones en Sancti Spíritus, sus rejas, las columnas… Pero paralelamente hemos hecho títeres. No nos hemos centrado en una sola poética en el grupo.
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