Por Mery Delgado
“Puedo mirar atrás y ver que aquello que empezó como un sueño, hoy sigue vivo y fuerte después de 35 años, saber que tengo hijos que van a continuar la tarea de difundir el teatro, es el legado que me gustaría dejar a mi país”. Así se expresó José Luis Ardissone, de Paraguay, un artista que está considerado una leyenda del teatro paraguayo, con casi 50 años de actividad en las tablas. Actor, y director-fundador de Arlequín Teatro; estará encabezando este viernes 25 el panel “Circuitos y experiencias de la producción y gestión escénica”, en la Sala Villena de la UNEAC, como parte del evento teórico del 18 Festival de Teatro de La Habana.
“Ahí voy a hablar fundamentalmente de un programa que se titula Estudiantes al teatro, porque creemos que estamos creando un público, no solo elevándolo culturalmente, si no creando un público de teatro. Y lo podemos comprobar, porque este programa tiene 35 años, tres menos que la fundación.
“Al comienzo fue muy difícil, había que concientizar a los profesores, había que darles charlas sobre la importancia del teatro, después ellos transmitir eso a sus alumnos. Los primeros que llegaron a este programa entraban como una manada de vacas sueltas en el campo, saltando sobre las butacas y había que parar las funciones, echar a una parte de los alumnos. Fueron pasando los años y los chicos se fueron dando cuenta que el teatro es divertido, así vieran Las troyanas, de Eurípides.
“Hace dos años hicimos una versión del cuento de Augusto Roa Bastos “El trueno entre las hojas”. Tuvimos más de 220 funciones, lo que significa dada la capacidad de nuestro teatro, cerca de 400 mil jóvenes, que no sólo vienen de la capital y alrededores, si no de ciudades lejanas, a 200 o 300 kilómetros de Asunción. Y esas venidas al teatro, los chicos no vienen simplemente como espectadores, porque al terminar cada función tenemos un debate, escuchamos sus opiniones, respondemos sus dudas; y se les entrega a los profesores una guía de trabajo para que ellos continúen en las aulas estudiando sobre los autores, la época. En fin, es una formación integral que pretendemos dar a los chicos a través del teatro”.
¿Cómo ha influido este programa en los jóvenes, en el contexto paraguayo a través del teatro?
Yo creo que hemos ido creando conciencia. Y eso lo podemos ver sobre todo en la parte teatral. El teatro no es una actividad común en mi país, sin embargo hemos podido ver que de todos los jóvenes que han pasado por nuestra sala, y del público que viene hoy, el porcentaje mayor es de gente que tiene entre 20 y 45 años. Y todos, generalmente, nos comentan que la primera obra que vieron fue allí en Arlequín. Entonces creemos que eso es el resultado más positivo que hemos tenido.
Además, ya no podemos saber, pero el teatro abre las mentes, tanto, que en la época de la dictadura de Stroessner se acercó uno de los altos exponentes del régimen, era muy teatrero, iba siempre al teatro. Se me acerca y me dice, te felicito Ardissone, por lo que haces. Es una labor excelente. Pero acepte un consejo: “No atosigue al público con obras que le hagan pensar. Deje que la gente se divierta, el que piensa es peligroso”.
Arlequín Teatro pretende mostrar al público paraguayo obras de la literatura y la dramaturgia nacional paraguaya y universal que de alguna manera reflejen la realidad que vivimos.
Eso nos ha costado en los años de la dictadura, represiones bastante dolorosas y tristes; pero gracias a Dios eso terminó. Hoy tenemos la absoluta libertad de presentar lo que venga y tengamos interés. Todos los años presentamos una o dos obras dirigidas a los jóvenes, títulos que tengan valores literarios, históricos, que de alguna manera contribuyan a la formación de la juventud.
¿Algún género en particular?
Lo que hacemos es teatro de calidad, así sea una comedia, o una tragedia griega, o una obra de Shakespeare o de Moliere, o de un clásico latinoamericano; pero siempre obras que tengan un contenido. Nosotros queremos que el público que viene al teatro se divierta, pero se divierta en el mejor sentido de la palabra. La diversión no es sólo la risa, creo que la emoción es lo fundamental. Si la gente se emociona con lo que vio, si la gente al salir sigue hablando de la obra, creo que está cumplido el objetivo que tenemos como institución.