Por Isabel Cristina Hamze / Fotos Jorg Ricardo
Los niños de La Cruzada son más limpios porque, allá arriba, o cerca del mar, el aire sopla fuerte y arrastra todo lo sucio. Además, el agua no les llega por tuberías sino por los ríos o por las grietas de la montaña donde nacen los manantiales. Tienen el paso firme y profundo porque sus pies se hunden en el fango y desde allá abajo sacan la fuerza para volver a subir.
Los niños de la montaña tienen sonrisa amplia de agua que corre y ojos grandes como las piedras mudas del río. Cuando la sonrisa y los ojos de esos niños se juntan se produce un sonido alegre que parece un poco carcajada y un poco cascada. No se sabe bien a qué suenan los ojos y la sonrisa de los niños de la montaña cuando se juntan, pero ahí se oyen peces y plantas y ranas haciendo fiesta. Lo más lindo es que ellos no piden permiso para reírse y, cuando les da por hacerlo en grupo, lo que se forma es tremendo alboroto: los peces queriendo volar y las ranas queriendo bailar sobre las plantas del río.
Los niños de Potosí, en Manuel Tames, no tienen corriente eléctrica ni televisor y por supuesto que nunca antes habían visto una cámara. El teatro llegó por primera vez a sus vidas el 30 de enero de 2018 un día inolvidable para ellos, que llenaron de emoción su escuela, antiguo secadero de café.
En Monte Verde el fango está que da al pecho! Pero dentro de la escuela todos los niños usan medias blancas y zapatos impecables. Afuera del aula se cambian los zapatos enfangados con los que hicieron el viaje de sus casas a la escuela.
Cuando las funciones se hacen bajo techo, muchas veces los actores tienen que repetir la obra en grandes escuelas porque todos los niños no caben en el aula. Pero mientras la obra trascurre, los que esperan afuera se divierten detrás de las ventanas.
María José es la actriz más joven de La Cruzada, es hija de Emilito el director y de Tula la fundadora. Sus padres le montaron una pequeña obra de teatro para que la representara en las escuelas a los niños. Ella ama la Cruzada igual que sus padres.
En las serranías guantanameras, y en los sitios más intrincados, en pueblos de pescadores y campesinos sobresalen en el paisaje las mochilas azules que la UNICEF regaló a los niños. Así en escuelitas multigrado de seis, cinco, o dos niños, no importa su humildad, todos tienen hermosas mochilas color cielo.
Yosniel y Alexandra son los únicos dos niños de la escuela Tania La Guerrillera, en La Atención. Su maestro Idelfrides Rivera camina diariamente 4 kilómetros para enseñarles sobre las matemáticas, la lengua española, la biología y también sobre la vida y la bondad.
Chafarinas es un lugar próspero, en la comunidad está el proyecto Arcoíris que lideran los instructores de arte y en el que los niños bailan, cantan y actúan inspirados en la obra de La Cruzada que desde hace 28 años pasa por allí.
En el monte los hermanos mayores muchas veces cuidan a los pequeños, en ocasiones porque sus madres tienen otros niños o porque el trabajo en el campo les lleva mucho tiempo. Algunos niños que tienen bajo su cuidado a sus hermanos maduran rápido, pero nunca pierden la sonrisa ante una obra de teatro.
La Niña Polimita vive en Boca de Yumurí, ella sale todos los días al patio a rescatar a las polomitas que se desprenden del árbol. Si la niña no llega a tiempo las hormigas se comen vivas a las polimitas y queda solo la concha. Pero ella corre sobre las piedras hasta allí, les canta una nana y las pone dormidas sobre las hojas del árbol.
En la escuela de Cantillo los niños son privilegiados porque el maestro les impartió clases a sus padres y a casi todos en el lugar: panaderos, médicos, promotores culturales, choferes, campesinos… Rafael, el maestro, es muy amigo del otro Rafael, el actor fundador de la Cruzada que interpreta al payaso Quirimbolo. Aquí se ven los dos al final de la muchachera, muy contentos, luego de más de veinte años de amistad y Cruzada.
Tomado de https://elconductorcambialarueda.blogspot.com