Thalía Fuentes Puebla • Cuba
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En esta edición 18 del Festival Internacional de Teatro de La Habana (FTH), la sala Las Carolinas acogió la trama de una historia que pone a la danza en el epicentro del espectáculo. De la mano de Compañía Memory Wax, de Suecia, y Danza Teatro Retazos, de Cuba, la puesta en escena juega con la ilusión que provocan las sombras. Inicia con una gran cortina blanca en el escenario, la sala oscura, y la irrupción de la música de fondo.
En el país de las sombras transcurre un viaje inolvidable de la mano de tres personas que buscan sus sueños. La principal característica de este espectáculo es la fuerte expresión visual, con un lenguaje directo y emotivo. “Una experiencia para los ojos, así como para el alma”.
Los bailarines crean las más disímiles formas a través del movimiento, la soltura de los cuerpos y los objetos presentes en la escena, creando efectos de proximidad, de cercanía.
En el país de las sombras propone una forma de ver la realidad, una oportunidad de dar rienda suelta a la fantasía y los misterios que habitan dentro y fuera de las personas, acercarse a ellos, conocerlos y convertirlos en amigos y aliados.
Miguel Azcue, uno de los directores y coreógrafos de la obra, conversa con La Jiribilla sobre el reto que enfrentaron.
¿Cuán difícil resulta unir la danza con el arte histriónico?
La danza es una manifestación histriónica por naturaleza; la expresividad física del cuerpo es histrionismo también. Por otro lado, hoy día los límites entre las artes no son necesariamente rígidos. El artista incursiona en las posibilidades creativas y expresivas que ofrecen otras manifestaciones artísticas, otros campos del conocimiento y otras experiencias.