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Todo Está Cantando En Teatro De Las Estaciones

Hay un grupo teatral en Matanzas que con cada estreno nos encanta y nos sorprende. Liderado por el binomio que forman el actor, titiritero y director Rubén Darío Salazar y el diseñador Zenén Calero, al frente del equipo mayoritariamente juvenil de Teatro de las Estaciones, desarrollan una labor de creación con atractivos montajes de vocación transdisciplinaria y ajenos a la rutina.
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Por Vivian Martínez Tabares

Hay un grupo teatral en Matanzas que con cada estreno nos encanta y nos sorprende. Liderado por el binomio que forman el actor, titiritero y director Rubén Darío Salazar y el diseñador Zenén Calero, al frente del equipo mayoritariamente juvenil de Teatro de las Estaciones, desarrollan una labor de creación con atractivos montajes de vocación transdisciplinaria y ajenos a la rutina.

Incansables, enriquecen permanentemente el repertorio, a la vez que ensayan nuevas maneras de combinar las técnicas titiriteras y la escena de muñecos con la música de diversos géneros y el mundo de la plástica, siempre en pos de la belleza y de la comunicación fecunda con auditorios de todas las edades. Porque este grupo nunca ha entendido el teatro para niños como un discurso que hay que simplificar para los pequeños espectadores; sino, más bien: ha construido discursos artísticos audiovisuales que satisfacen apetencias y expectativas de amplias audiencias, al plantearse una aproximación compleja a los temas humanos sin perder de vista la elaboración poética y el sentido humanista.

Así, la despedida de 2019 y la llegada de 2020 los mantuvo trabajando a tope, como siempre. Inauguraron el Parque El Abra de Yumurí con Los cuentos y cantos de Las Estaciones, acompañados por la cantante Rochy Ameneiro; repusieron Campiña encantada, el espectáculo de villancicos dedicado al Día de Reyes que forma parte de su repertorio desde 2002, e iniciaron una breve temporada con Los dos príncipes, basado en el poema homónimo de José Martí, a partir de un texto de Helen Hunt Jackson.

Su estreno más reciente acaba de ganar uno de los Premios Villanueva de la crítica especializada a los mejores espectáculos de 2019: Todo está cantando en la vida (Un recital de afectos para Teresita Fernández). Desde septiembre ha podido verse en dos temporadas en la sala Pepe Camejo, sede de la agrupación, siempre abarrotada de público.

Para celebrar el cumpleaños 25 de Teatro de las Estaciones fue escogido este espectáculo, como un modo de rescatar la obra de quien fuera la más grande cantautora cubana para niños, creadora de un universo lleno de amor y esperanza, cercano a la naturaleza, a los animales, y a los más entrañables valores humanos. Hoy, lamentablemente, casi ausente de nuestros medios de difusión, lo que priva a los niños de un imaginario poético y ético inigualable, Teresita es también una de las más importantes creadoras de su género en Latinoamérica, junto a la argentina María Elena Walsh y el mexicano Francisco Gavilondo Soler, también conocido como Cri Cri.

En Todo está cantando en la vida… el hermoso lenguaje cargado de valores contenido en la canción de Teresita Fernández protagoniza la escena, a partir de la dramaturgia de María Laura Germán Aguilar y Rubén Darío Salazar, que enlaza 13 temas musicales suyos para tejer una historia de amor y amistad. Las canciones sostienen igual número de escenas, y por nuestro imaginario desfilan animales, flores y la naturaleza toda en fiesta de los sentidos y la emoción más genuina.

Son los actores de Teatro de las Estaciones, en dos elencos que alternan, quienes nos dejan escuchar la bellísima prosa y la melodía de la cantora. Temas como Tin tin la lluvia, Vicaria la lechucita, Dame la mano y danzaremos, Lo feo y No puede haber soledad, entonados con energía vital, son escalas de una trama que le descubre a los niños un mundo nuevo de imágenes y sueños, mientras los adultos rememoramos sonoridades que animaron los juegos infantiles en la Isla.

Si la sonoridad cuenta con el acompañamiento en vivo de un grupo musical integrado por jóvenes intérpretes de cuerdas y viento bajo la dirección de Roselsy Fernández, y ese es un lujo del espectáculo, la visualidad resulta un prodigio de belleza que encanta y que nos sorprende desde su génesis.

En Todo está cantando en la vida… ese gran artista del diseño escénico que es Zenén Calero toma como punto de partida conceptual para su labor la hermosísima canción Lo feo, con la cual Teresita Fernández reivindicó como nadie la belleza contenida en el objeto más simple, por viejo o maltratado que sea.

La divisa y el presupuesto práctico de esta puesta en escena se apoyan absolutamente en el reciclaje, pues luego de un arduo trabajo de recogida y selección, el artista trabajó durante meses para crear los muñecos, la utilería y la escenografía a partir de materiales y objetos desechados, la mayor parte de ellos de uso práctico (pomos plásticos de enorme variedad; enseres de cocina y plomería, cables eléctricos, sogas, fragmentos de equipos desahuciados), y con un toque de magia combinó formas y colores y los convirtió en objetos animados de singular belleza.

Es impresionante el hechizo que despierta el telón de fondo, como un cielo al caer la tarde sobre el que titilan estrellas. Si uno se acerca a mirarlo intrigado por su impacto, descubre cómo la iluminación, también de Zenén, trasmuta infinidad de tiras de botellas plásticas o los fondos como rosetas, en maravillas. Nos atraen igualmente los cinco retablillos que, alineados en el proscenio, muestran la historia de vida de Teresita con sus hitos e íconos. De ese modo, el montaje reivindica también cómo con talento, imaginación y laboriosidad, por encima de las carencias materiales, se puede hacer arte.

Brillan también los actores en visible labor de conjunto ‒y este espectáculo es también una escuela de formación para los más nuevos del colectivo, al incluir estudiantes de la Unidad Docente de Teatro de Títeres Carucha Camejo. Destacan los ya experimentados María Laura Germán e Iván García, la veterana Migdalia Seguí, la soprano Lucelsy Fernández —que sigue creciendo como actriz bajo la conducción de Rubén Darío—, y los noveles Odette Macías (siempre en escena, alternando a la Muchacha alegrísima y a la Muchacha apasionada) y Alejandro Castellón (como el Muchacho temeroso), ambos justamente distinguidos con el Premio Adolfo Llauradó de actuación y una mención, respectivamente, en la categoría de Teatro para niños.

Todo está cantando a la vida y al arte, una vez más, en Teatro de las Estaciones.

 

Foto de portada / Tomada de http://www.tvyumuri.icrt.cu/

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