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Las Estaciones De María Laura Germán

Con una carrera consolidada desde las tablas matanceras, la dramaturga, actriz y crítica teatral no concibe el premio Caricato como el lugar de llegada, representa una provocación a su siempre latente necesidad de superarse.
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Con una carrera consolidada desde las tablas matanceras, la dramaturga, actriz y crítica teatral no concibe el premio Caricato como el lugar de llegada, representa una provocación a su siempre latente necesidad de superarse.

Por Jessica Mesa Duarte

María Laura Germán Aguiar es dueña de una proyección escénica intensa, una vitalidad envidiable dentro y fuera de las tablas y una profesionalidad que parece cultivada durante muchas décadas.

Graduada de Dramaturgia en la Universidad de las Artes (ISA), encontró en la actuación el complemento a su desarrollo artístico y personal. Su versatilidad es evidente cuando el espectador se acerca a su labor en Teatro de las Estaciones y, más cercano en el tiempo, El Portazo y el Grupo Dramático de la emisora provincial de Matanzas, Radio 26.

En fechas recientes, la joven, miembro de la Asociación Hermanos Saíz, mereció el premio Caricato en la categoría de actuación femenina en teatro para niños y jóvenes por su actuación en Retrato de un niño llamado Pablo, un reconocimiento que anhelaba y ha llegado para reafirmar su pasión por el arte de las tablas.

Parece que sus entrevistas siempre van marcadas por la lluvia. El día que me abrió las puertas de su vida, en el mismo sitio donde minutos antes ensayaba, también caía un torrencial aguacero en Matanzas.

—¿Cómo se complementan en tu desarrollo profesional la dramaturga y la actriz?

—Se acoplan perfectamente, se retroalimentan. La actriz intelectual que soy viene de mi formación como dramaturga. No se puede convencer al espectador solo con la intuición, la organicidad, la simpatía o la expresión corporal. Hay un punto intelectual dentro del actor que le permite deconstruir los personajes, las situaciones, los movimientos en la escena y darle el sentido que transmite al público.

“La dramaturga tampoco puede vivir sin la actriz porque es lo que garantiza que los textos sean decibles y pronunciables. Ser un buen dramaturgo implica tener un poco de actor para saber cómo se podría expresar el texto en escena. No es igual imaginarlo que decirlo. Todo el tiempo una le da y le quita a la otra”.

María Laura Germán e Iván García en los protagónicos de El irrepresentable paseo de Buster Keaton. Foto Ramón Pacheco Salazar

—El Caricato es un premio muy selectivo que se entrega a nivel nacional. ¿Qué representa obtenerlo en este momento de tu carrera?

—Te mentiría si te digo que no es importante para mí, que no quería o no esperaba ganar un Caricato. Yo sí lo deseaba, como todos los actores que respeten su carrera, porque es de los pocos y más importantes premios que nos quedan en el teatro, la radio y la televisión.

«Cuando miro hacia atrás, me doy cuenta de que, gracias a esta interpretación escénica, he crecido como actriz, como persona, como alumna y como maestra de una generación que viene detrás de mí.

«Luego de diez años de trabajo con Teatro de las Estaciones, alcanzar el Caricato me recordó a aquella niña inmadura que en algún momento creyó merecerlo. Recibirlo me hizo pensar en mi arrogancia como joven creadora, sobre todo por la manera en que lo asumo en este momento y por el personaje con que me llegó el reconocimiento.

«Lo más importante de este premio es la reflexión sobre mi propia carrera y cómo me gustaría desarrollarla de ahora en adelante».

—Muchos y muy variados han sido los papeles que has interpretado durante la última década en Teatro de las Estaciones. Eres consciente de tu crecimiento profesional a partir de este personaje que exigió de ti, más que la habitual entrega con que asumes tu trabajo, un proceso de relecturas e reinterpretaciones. ¿Cuáles son sus particularidades?

—Este personaje fue muy divertido de montar. Rubén (Darío Salazar) lo escribió pensando en mí, por eso pensé que sería más fácil de lo que fue. Sin embargo, nunca dejó de ser divertido.

‟Precisamente porque conozco a Rubén, porque he aprovechado el tiempo investigándolo, descubriéndolo y reconociendo la estética de las Estaciones, lo terminé de montar más rápido que los muchachos que se integraban al proceso de creación y al grupo.

«A partir de ahí le incorporé nuevos elementos. Me di cuenta de que si dejaba el personaje como lo había concebido en un primer momento, no me estaba exigiendo más de lo que hasta ese momento me había exigido.

«Buscando caracterizaciones que me alejaran de los caminos a los que llegaban mis compañeros, surgió esta madre bilingüe e histérica. El logro verdadero es que, cuando creía que ya estaba listo, me dediqué a hacerlo crecer y el resultado es el personaje que pudieron disfrutar”.

Retrato de un niño llamado Pablo, por Teatro de las Estaciones. Foto Abel López Montes de Oca

—¿Cómo es que interpretas personajes tan diversos como parte del elenco de Teatro de las Estaciones, de El Portazo y el Grupo Dramático de Radio 26, con concepciones totalmente diferentes, y siempre eres capaz de sorprender al espectador?

—Sorprendiéndome primero a mí misma, intentando sorprender a los actores con los que trabajo, no desde la competencia maligna que mella relaciones sino desde la persistencia de no dejarme descansar nunca.

‟También tengo en cuenta la opinión de los que siempre van a verme, las personas de confianza, cuyas oportunas críticas contribuyen a mejorar mi desempeño.

«Si logro sorprender a esas personas primero, seguramente tendré buenos resultados con los espectadores que no me conocen. Se trata de pensar que siempre estoy empezando de cero, de superarme cada vez y transformarme en una María Laura nueva: actriz, dramaturga, mujer… Si no pienso así, me estaría conformando».

—¿Cuáles consideras son los mayores retos de los jóvenes actores que trabajan desde una provincia?

—Yo no creo en las desventajas. Lo básico de trabajar es hacerlo bien, con fuerzas, amor y pasión, pero cuando se trabaja de verdad no existen diferencias. La desventaja verdadera estaría en pensar que tu posición de provinciano es motivo de inferioridad porque no te deja salir de esa condición.

‟Cuando sabes reconocer lo que eres trabajas con entereza, le pones todo el ahínco que lleva y no tienes el prejuicio de la aldea, nada te limitará. Si eres bueno en lo que haces y te dedicas a tu trabajo con talento y autenticidad, ¿qué te impide caminar hacia adelante?”.

—¿Cómo ha influido Teatro de las Estaciones en tu carrera?

—Llegué al grupo con 19 años. No sabía nada. Aquí lo he aprendido todo. Teatro de las Estaciones es mi casa, mi familia, mi escuela como actriz y dramaturga, el centro de mi vida profesional y el lugar donde siempre he querido estar, donde estoy orgullosa de pertenecer. Este siempre ha sido y será mi punto de partida.

—Has llegado a un momento importante de tu carrera. Diez años después de tu iniciación, ¿qué ves en el futuro?

—Yo siempre me he visto en Estaciones: actuando, escribiendo y ojalá que dirigiendo en algún momento. Todo tiene su tiempo y no he querido apresurarme; no ha sido por falta de confianza ni de espacio, es simplemente que María Laura Germán Aguiar todavía no se siente lo suficientemente segura para empezar a dirigir. Pero, mirando hacia adelante, puedo ver a una María Laura que dirige.

Tomado de CUBAHORA

En portada, María Laura Germán en Cuatro, teatro coreografiado por Yadiel Durán y dirección escénica de Rubén Darío Salazar. Foto Carlos Rafael

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