Por Margarita Borges
Teatro Estudio Macubá desde su espacio en la calle Santo Tomás de Santiago de Cuba, y con los pies bien “planta’os”, como dice la maestra Fátima Patterson, desarrolla desde el 2017 un evento que apareció en el panorama de los festivales de teatro joven como una “entidad” –si así pudiera llamársele – de factura totalmente singular.
Bautizada como Jornada de teatro joven “Repique por Mafifa” y lograda por tercera ocasión, los pasados días 3, 4 y 5 de mayo, defiende la postura de la inclusión y la diversidad de su curaduría, sin discriminar ni hacer excepciones sin fundamento artístico o por concepto de edad o poética.
El encuentro aboga por la seriedad y la calidad de su programa y valora la participación de proyectos sólidos de la Asociación Hermanos Saíz y del gremio universitario.
Hablar de teatro joven en circunstancias de crisis de todo tipo en nuestro país y amenazas políticas implica meditación, investigación y actualización constante de los conceptos que tenemos como incorporados o aprendidos pero que de-construyéndolos, conllevan necesariamente al replanteo y resemantización de la teoría y la práctica, para estar a tono y alerta con los tiempos que corren, (cargados de hybris y empoderamiento de todo tipo) y “abiertos” a los cambios en el arte y sus últimas propuestas (performance, artes vivas etc.), desde una postura consciente y teatral (sobre todo para los que luchamos por la vida y la salud del teatro y los valores culturales patrimoniales).
Todo lo cual reafirma la importancia de la postura firme de los hijos del Macubá en la ardua tarea o batalla por dialogar, comunicar y rescatar la historia desde los escenarios dramáticos, como un acto de fe y confianza en el poder del artista y su papel trasformador dentro de la sociedad.
Partir de esos conceptos sigue siendo la premisa a la hora de compilar líneas de acción y discursos dentro de la dramaturgia o gran puesta en escena de la Jornada de Teatro Joven Repique por Mafifa, que ha contado con la participación de un grupo de dramaturgos de puntería y de periodo especial, nacidos a finales de los 80 y en los 90, egresados de la Universidad de las Artes y vinculados no solo al ejercicio de su profesión sino también a importantes academias de formación teatral dentro y fuera de Cuba.
Me refiero a mis colegas Roberto Viña, Elaine Vilar Madruga y Laura Liz Gil Echenique, invitados a la 1ra y 2da edición, dedicadas a los 25 años del grupo Macubá y al Apóstol José Martí, respectivamente.
En esta última edición, dedicada al maestro Vicente Revuelta, fue valiosa la presencia de puntales de la crítica y la investigación como los profesores Vivian Martínez Tabares y Omar Valiño, como fue oportuno sumarnos también a la celebración de Casa de las Américas por los 55 años de la revista especializada de teatro latinoamericano Conjunto, así como la presentación por su directora, de los más recientes números de ésta.
La casa editorial Tablas Alarcos, representada por su director Omar Valiño, tuvo a bien la presentación y donación a la salita Bernarda Alba, que funciona como centro de documentación y consulta bibliográfica dentro de la propia sede del grupo Macubá, de interesantes títulos bajo la autoría de Carlos Sarmiento, Maira Almarales y Andy Arencibia.
Mateo Pazos (fundador de Teatro Macubá con 40 años de vida artística) presentó un nuevo acercamiento escénico a su texto El espiritista.
La joven teatróloga María Victoria Guerra Ballester intervino con una charla sobre teatro y fronteras del silencio a partir de su investigación sobre las estatuas vivientes. Leonardo Estrada, especialista del Consejo Nacional de Artes Escénicas, intervino desde su práctica como crítico y dramaturgo con un análisis sobre la dramaturgia contemporánea y más específicamente sobre la obra Chamaco de Abel González Melo.
“El diseño de carteles para teatro” aconteció como una ponencia necesaria para entender el diseño de identidad del evento y resaltar la labor del artista visual Frank Lahera O´ Callaghan.
Calibán Teatro, con dirección artística de Orlando González, participó con una lectura dramatizada de un texto de Estrada y Yanoski Suárez, joven performero cada vez mejor ubicado dentro de la danzología nacional e internacional, aportó su espectáculo Té para cerrar por todo lo alto.
Otros investigadores santiagueros como Hortensia Ortiz, Pascual Díaz, Teresa García y estudiantes de Historia del Arte de la Universidad de Oriente se mostraron protagónicos en una de las temáticas que más impacto ofreció a los participantes: “Rescate de la memoria del teatro santiaguero”, panel donde se discutió sobre el teatro Oriente en la República y la necesidad de restauración del mismo.
Aun así, el factor geográfico, los prejuicios y la predisposición a desconfiar de lo nuevo, siguen atentando, contra el crecimiento y desarrollo de estos sentidos repiques por nuestro teatro cubano.
Sigue siendo para muchos un evento de pequeño formato prácticamente desconocido, que apuesta por lo nacional pero que defiende lo local y lo tradicional desde una óptica joven, con grandes expectativas y metas por alcanzar, aunque para otros cumpla ya sus objetivos. Esperemos entonces a ver quiénes se suman a la cuarta convocatoria, en el 2020, y esperemos también, ojalá, calidad y diversidad in crescendo.