Por Jorge Brooks Gremps, La Habana, abril 27 del 2022
De Ediciones La Memoria del Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau, con prólogo de Norge Espinosa.
AUTORES:
Con el permiso de Eduardo, me acojo a la propiedad matemática conmutativa que indica que “el orden de los factores no altera el producto” porque el excelente resultado del libro que estamos presentando hoy, es un trabajo de equipo, al cual el diseñador está acostumbrado.
Estrella Díaz. Graduada de Periodismo en la Universidad de La Habana. Escritora, guionista, locutora, directora y productora de audiovisuales.
Eduardo Pascual Arrocha y Fernández. Premio Nacional de Teatro 2007. Desde 1961 ha desarrollado una destacada carrera por más de 50 años en la hoy Danza Contemporánea de Cuba, por lo que se le reconoce su licencia de expresar, en una entrevista años atrás, “yo también soy un bailarín”. Comenzó como Jefe de Escena, Diseñador y Jefe Técnico. Su trabajo abarca el Cine, la Televisión, el Cabaret y las Revistas Musicales. Como Profesor, han contribuido a la formación de casi todas las generaciones de diseñadores cubanos. En fin, que nada en el mundo del diseño le ha sido ajeno.
Reconocido por el gobierno cubano con: Distinción por la Cultura Nacional, Medalla Alejo Carpentier y la Orden Félix Varela. Es Premio Nacional de Teatro y “Premio Nacional de Diseño
En 1966, la Giselle del cual fue el diseñador para el Ballet Nacional de Cuba, obtuvo el Grand Prix de la Ville de París en el Quatrieme Festival Internacional de Danse París, como obra más integral, reconocimiento más que suficiente para entrar en la historia del diseño cubano de las Artes Escénicas. El libro se inicia con un cuestionario de Estrella Díaz, Arrocha Diseñado, que provoca al artista a hacer gala de su ingenio, sapiencia, y excelente memoria en el contenido de sus 374 páginas, que incluyen la cuidadosa selección de sus pinturas y diseños.
Desde el inicio de la lectura, en mi caso particular, me conecta con El vino del estío, de Ray Bradbury; el niño, el adolescente Arrocha, al igual que Douglas Spaulding en la ciudad ficticia de Green Town, describe su entorno y las cosas con mucha precisión, pero Arrocha al narrar lo cotidiano en su natal Guanabacoa no lo hace como si se tratara de algo fantástico. Estrella y Eduardo lo hacen desde lo biográfico, desde el testimonio realista de su protagonista-coautor. Él, “el último de la pandilla”, habla con orgullo de toda su familia: abuelos, padres, hermanos, sus tíos peloteros negros. Como René Méndez Capote, nos dejan mirar “Por el ojo de la cerradura” de esa, su casa grande que es Guanabacoa.
La descripción de su primera visita nocturna a La Habana es fabulosa, dice que se hicieron más frecuentes y no tan “ingenuas como las anteriores”, describe su mundo nocturno con cuidadosa deferencia, con un ritmo ameno y respetuoso cuando valora a sus protagonistas; como por ejemplo, la anécdota de Cuca Tellechea (actriz porno amateurs) que después del triunfo de la Revolución reapareció en el Teatro Martí en un papel secundario en El premio flaco, de Héctor Quintero, donde se describe una de las tantas situaciones tragicómicas de la vida cubana del pasado siglo.
La primera parte es una crónica de Guanabacoa, de la dinámica social de La Habana de los cuarenta y cincuenta, con una mirada límpida y desprejuiciada, que nos ubica en un periodo de nuestra historia; es la experiencia de vida de la persona Eduardo Arrocha, por supuesto que con puntos de contacto y diferencias con otros.
Estudia, trabaja, se multiplica, traza planes, tiene intereses, asume sacrificios; de Los Escolapios al Liceo Artístico de Guanabacoa y la Academia Concha Ferrant; a la Academia de San Alejandro, todo esto narrado con un lenguaje ameno, natural, no exento de acertadas descripciones de su contexto social. Estrella Díaz capta muy bien a ese Arrocha mundano, culto, perspicaz, que con un chispeante humor hace referencia de lo cotidiano, sin perder su distinción de caballero bien ganada.
Describe su primer viaje a Europa, es un cronista de ese tiempo, comparte la travesía con un grupo de seminaristas, que transcurrido más de cincuenta años, sin volver a tener contactos, se acuerdan de su amigo Arrocha,, y un día apareció un tal Padre Pancho en mi computadora, preguntándome por un tal Eduardo Arrocha. De ese viaje hace una descripción detallada y minimalista de los museos, catedrales, galerías, estudios y visitas a teatros en Europa, compartido con otro artista del diseño, su queridísimo amigo Julio Castaño.
Hay un apartado del libro, Evocaciones y Experiencia, que se inicia con Maria Elena, el amor de su vida, le suceden sus maestros, como Rubén Vigón, quien lo recomendó a Ramiro Guerra, y con esa memoria prodigiosa, Eduardo describe el primer dialogo con el Maestro, la vida después los premió con una fecunda labor profesional y una larga y sincera amistad.
Este encuentro es fundamental no solo para el desarrollo intelectual de Arrocha, de Ramiro; lo fue para la cultura cubana, en diez años de colaboración crearon toda la estética y la visualidad de nuestra danza.
El co-autor de este libro fue titiritero por demás, manipuló e hizo muñecos en el espacio de la televisión La Carreta, premiado junto al Ballet Nacional de Cuba, aplaudido por sus diseños para el Conjunto Folclórico Nacional, considerado por René Portocarrero, Andrés García, todo esto lo van develando, y en la medida de su desarrollo aparecen en su vida figuras emblemáticas de la cultura cubana como Raquel Revuelta, Flora Lawten, Roberto Blanco y Berta Martínez; Pineda Barnet, Melchor Casals, Octavio Cortázar y Tomás Piard lo requirieron para el cine.
El anecdotario de Eduardo, compilado por Estrella Díaz, ha de ser muy abundante, de seguro da para un segundo libro. Mientras tanto, disfrutemos de este valioso material de amena lectura para el público en general, y muy necesario para académicos, investigadores y estudiantes de arte.
Muchas gracias a todo el equipo de trabajo del Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau, al editor, a los diseñadores del libro, a los aquí presentes. En especial al querido Eduardo Arrocha por su deferencia para conmigo.
Foto: Portada del libro Palabra de Diseñador