Ocurre en domingo, la más reciente propuesta de Teatro de La Luna volvió a las tablas en el marco de la decimoctava edición del Festival de Teatro de La Habana. La puesta, que nos llega de la mano de Raúl Martin, está basada en la obra La mayoría de los suicidios ocurre en domingo de la dramaturga Anna Burzynska.
Clara (Yaikenis Rojas) y Nicolás (Luis Manuel Álvarez) son pareja, ambos proceden de pueblos lejanos y poco importantes de Polonia, han llegado a la capital para “salir adelante” y de momento parece que lo han logrado. Buenos empleos, un apartamento acomodado y Alexa[1] —la asistente “virtual” que los acompaña y que tanto aporta a la propuesta escénica— dan fe de ello. Todo parece estar bien, el momento de ruptura llega cuando se descubren incapaces de disfrutar un domingo.
“Por fin vamos a tener el cabrón tiempo, el día de la verdad”, dice uno de ellos para anunciar el momento que los descubre: se han construido otras historias, que hablan de otras vidas; han pretendido ser en función de lo que han logrado tener; han renegado de sus raíces y, sobre todo, han mentido una y otra vez para cubrir cada línea de sus biografías que pudiera delatarlos. Ya no saben cómo vivir de otra manera: esos trabajos, ese dinero, ese piso, esas ropas y zapatos, es todo lo que son.
Hablar de valores, de nuevos ricos, de los medios que utilizamos para progresar, de lo ético y lo oportuno, de lo simple y de lo realmente importante es apenas uno de los aciertos de esta obra. Ver Ocurre en domingo también implica mirarnos desde nuestras relaciones, prioridades y tiempos, mirarnos para pensar en lo que realmente somos.
Sobre las intenciones y aportes esenciales de la obra, La Jiribilla conversó con su director Raúl Martin:
¿La idea era hablar del tiempo o el tiempo es solo el pretexto para todo lo demás?
El tiempo es un factor importante en el texto. El tiempo que falta porque los individuos lo ocupan en asuntos que, en cierto modo, se inventan. El tiempo que sobra cuando a esos individuos los “desocupan” de golpe. Pero no es el tiempo, es el protagonista de esta historia. Se trata de la obsesión de una clase social emergente de mantener un estatus o aparentarlo. En ese juego cuando “sobra” el tiempo los protagonistas no tienen otra opción que desmantelar sus mentiras y la verdad es devastadora. En este sentido tener tiempo se convierte en una realidad acusatoria.
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Tomado de La Jiribilla / Foto de portada Buby Bode