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MUERTE DE AMADO DEL PINO: UNA FALTA SIN FONDO

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Por Paquita Armas Fonseca

Nunca he sido seguidora del teatro, ni de matarme haciendo una cola para ver una puesta, lo que si he hecho por una película o un libro. Eso una vez, tragos mediantes, me lo reprochó mi amigo Amadito del Pino.

El mismo que en los años ochenta se fijaba en mis manos y me preguntaba ¿Te sientes mal hoy? y si le decía que no, me decía “Pensé eso porque no tienes las manos arregladas”. La primera vez me tomó por sorpresa la pregunta, después en cada ocasión, le explicaba y siempre me decía “Eres de este mundo intelectual y periodístico, la mujer que más se preocupa por sus uñas”. Era cierto, para mi andar por la calle sin pintarme las uñas era como andar con un roto en el vestido.

Confieso estos hechos porque me resisto a pensar al gordo muerto. Sí, el mismo que en la película Clandestinos, en media de una huelga de hambre, donde hizo una corta pero memorable actuación, le  decía a los otros jóvenes que se imaginaran una cubo de potaje, así pasándola por los labios. Los muchachos terminaron tirándole almohadas  y riéndose.

El mismo que al conocer a la periodista Tania Cordero se enamoró de ella totalmente y devinieron novios, amantes, compañeros y esposos hasta  la muerte de él.

Amadito, que nació en Tamarindo, Camagüey, en 1960 se graduó de Licenciado en Artes Escénicas. Especialización en Teatrología y Dramaturgia en el Instituto Superior de Arte (ISA) y trabajó  Asesor teatral del Conjunto Dramático de su provincia natal de 1982 a 1985.

Llegó a La Habana y desplegó una intensa labor en la crítica teatral y periodística, especialmente como hacedor de crónicas.  Fue periodista y Jefe de la Página Cultural del diario nacional Juventud Rebelde, también de la revista Tablas  y en La Jiribilla, aunque sus textos también aparecieron en otras publicaciones.

Tren hacia la dicha fue su primera obra teatral (1987) y El zapato sucio, la segunda, (2002) ambas premiadas y hoy forman parte del plan del  Programa de Estudios de la especialidad de dramaturgia del ISA. Penumbra en el noveno cuarto, del 2003, sirvió de guión a la película Penumbras, dirigida por Charlie Medina.

Numerosos premios recibió Amadito: José Antonio Ramos,  Anual de la Crítica Literaria;  de Teatrología Rine Leal, Virgilio Piñera,  de Periodismo Cultural, varios en el Concurso Nacional de Periodismo 26 de julio, Razón de Ser, Actuación por Clandestinos y el  Carlos Amiches, importante lauro en España,  país donde residía desde el 2006.

De hecho a ese país lo une  haber recibido el Premio Internacional de Periodismo Miguel Hernández, uno de los personajes de la “obra teatral Reino dividido, estrenada en Cuba y presentada en seis ciudades españolas, a cargo de Carlos Celdrán y su Argos Teatro. También ha publicado sobre este tema la monografía –en colaboración con Tania Cordero- Los amigos cubanos de Miguel Hernández”.

Quizás se queden otros premios que señalar y hablar de sus no pocos libros, pero ese azar concurrente del hablaba Lezama: ayer a insistencia de una vecina me arreglé las uñas de con un color fuerte, como le gustaba a Amadito, uno de los intelectuales más lúcidos y tiernos que he conocido. No lo puedo imaginar muerto, lo sigo viendo riéndose o con ironía criticarme por no ir a teatro (su descomunal pasión),  y como escribió otro gran amigo en Facebook, Alexis Diaz Pimienta: “Qué tristeza. Qué tristeza. Qué tristeza. Acabo de saber que ha muerto hoy Amadito del Pino (…) Actor incidental. Padre. Amigo. Esposo. Guajiro de Tamarindo. Amante de la buena poesía. De la buena décima. De su Tania Cordero eterna. Su gran amor. Ayyyyyyy Amadito!!! Como decía Vallejo: ya nos haces “una falta sin fondo”.

Amado del Pino. Foto tomada de Entorno Inteligente.

Tomado de Cubadebate

Muerte de Amado del Pino: Una falta sin fondo