Por Marilyn Garbey Oquendo
La biografía de Frida Kahlo es el pretexto de una actriz para indagar en los roles de las mujeres en la vida, en el arte, en la política, en la familia, en el matrimonio. El contexto escénico propicia las confesiones de una artista que, desde su silla de ruedas, nos dejó algunos de los lienzos más conmovedores de la Historia del Arte.
Frida Kahlo es una mujer que hoy goza de reconocimiento mundial, pero se dice que vivió a la sombra de Diego Rivera. ¿Por qué convertirla en personaje teatral?
No describimos la historia, creamos una historia que no existía. Pensar en una Frida subordinada a Diego es reducirla como ser humano a los dictados de una época donde la mujer, condicionada a vivir como apéndice, está destinada a servir y no ser protagonista en las acciones de su propia voluntad. Rivera versus Kahlo, en primera instancia, está signado por la abismal diferencia de edad, por el lógico reconocimiento artístico profesional de consagrado del primero, lo que presupone una solvencia económica que la pintora aún no alcanza y, además, por crudos padecimientos de salud que inciden en todo el trayecto de la relación. Ante la diferencia de edad, Frida invierte roles y neutraliza la atmósfera patriarcal, creando dentro de su imaginería un Diego/niño que representa en sus pinturas y que lleva a la cotidianidad de sus vidas lo que expresó lúdicamente. Es una ternura que doblega a Diego desde su propia realidad más íntima, hacedora de una voluntad que busca realización humana en el amor. No puede tener un hijo de Diego y hace de su marido el fruto materno que su precaria salud le impide y que mella la unión con un ser que realmente idolatra.
En el plano artístico, no se autolimita ante el «monstruo» que como creador es la persona con la cual convive. Ella lleva una tarde sus pinturas en pequeñísimo formato debajo del brazo ante Diego, que pinta un mural monumental, y lo conmina a interrumpir sus labores para ver sus trabajos de principiante, de veinteañera rebelde. Este es un acto intrépido, propio de una «cachucha» transgresora de las formalidades sociales. Hay múltiples ejemplos a lo largo de la vida de la pintora Frida Kahlo, y numerosos escritos, donde se destaca su personalidad voluntariosa y de acción de mujer defensora de su integralidad humana. Frida amó a Diego de forma idolatrada, quizás su manera oscura de proceder, pero no estamos dialogando con ella en la escena para juzgarla en cuanto a su relación con la sombra de Diego Rivera, que en verdad debió ser una sombra monumental y pesada. Ya lo dijeron sus contemporáneos: era como mirar un matrimonio entre una paloma y un elefante. Lo cierto es que la noche en que Frida murió, Diego envejeció de una manera tan notable, que ha quedado registrado por testigos de aquellas amargas horas.
La puesta en escena es una instalación plástica de gran belleza. ¿Cómo se desarrolló el proceso de diseño?
Cuando tuvimos el texto escrito en nuestras manos, después de una exhaustiva búsqueda e investigación en fuentes de diferentes naturalezas sobre la vida de la Kahlo, nos detuvimos a observar la obra pictórica de Frida y elaboramos un dossier de fotografías personales, a lo que se añadían un sinnúmero de fotos de altares alusivos a la celebración del Día de los Muertos en México. El argumento transcurre un imaginario día de los fieles difuntos y, atendiendo a que es un motivo biográfico, el hecho de que era la pintora en persona la que asumía este quehacer en el seno familiar permitió un plan general de las acciones físicas a través de las cuales narrar los acontecimientos seleccionados. Nos posibilitó, además, la tarea escénica a nivel de objetivos y deseos del personaje.
Primero pretendíamos poner en escena uno de esos bellos altares conmemorativos y se dibujaron varios, pero en la medida que fuimos anclando en el texto, brotaron con más fuerza las problemáticas y conflictos de base histórica y de índole social con respecto al desempeño de la mujer luchadora. Fue entonces que nos dimos cuenta que sería un error grave, sobre todo de naturaleza estética, poner en el espacio escénico uno de esos altares imitando una tradición, que por demás no es parte del imaginario de nuestro público, para que FK se moviera en la escena sin los significados que buscábamos. Entender esto fue la chispa que nos llevó a los símbolos que nos pertenecen como clase, y que han sido ganados en una larga lucha por generaciones de mujeres y hombres empeñados en conformar otro tipo de sociedad. Este sí era el mundo visual de FK, y entonces, ya el personaje no tendría que ocuparse de flores alusivas a los muertos sino de retomar objetos, emblemas, recuerdos personales, etc, que simbolizan el mundo de las contradicciones y luchas de FK y de mujeres emancipadas por sí mismas. La instalación resultante tenía que darnos la impresión de haber sido realizada por la misma Frida apoyándonos en el estudio de sus pinturas y su Diario, elaborando una atmósfera a nivel visual que emergió del estudio de las texturas de los fondos de los cuadros de la pintora mexicana.
El montaje es fruto de la relación profesional de ustedes, y de su vida como pareja. ¿Cuáles son los límites entre el espacio público y el privado?
El trabajo, el amor y las propias contradicciones, oposiciones, desacuerdos y acuerdos, con nosotros, entre nosotros y con el entorno donde nos movemos cotidianamente, en todo esto se encuentran los límites. Ahora, es determinante el espíritu de aldeano vanidoso y pueril del marco artístico donde nos desenvolvemos, pero esto nos ha unido mucho y nos ha permitido reconocer a otros «animales» de la misma especie. Como culminación de lo que entendemos por límites se encuentra la crianza de nuestro hijo Fernando, lo que cristaliza la relación, queremos decir que le da madurez y la hace más dialéctica pues no siempre estamos de acuerdo. Atendiendo a que el mundo que nos rodea posee una complejidad creciente, los límites están dados por los propios puntos coincidentes y los no coincidentes. Felizmente, la voluntad de acción es lo que permite avanzar en nuestro trabajo, si es que hemos avanzado en algo.
La obra narra los dolores y las angustias de una mujer, pero también comparte sus estrategias para sobrevivir. ¿Cómo reaccionan los públicos ante la obra?
Hemos probado con público de entendidos en el teatro, artistas, intelectuales, escritores, gente sencilla de pueblo que nos agradece conocer algo de Frida, con estudiantes de pre y universitarios, y ha sido fabuloso para nosotros porque vemos que las miradas se tornan más vivaces y penetran significados que nos sorprenden y nos animan a seguir los debates con los diferentes públicos. Damos gracias porque estas conversaciones en nuestra sede nos ayudan a dar cohesión al trabajo.
En Portada: FK. Fantasía sobre Frida Khalo. Foto José Omar Arteaga Echevarría