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La memoria sobre Vicente Revuelta no hay que forzarla. Habita en nuestras tablas de modo natural. Espectadores de varias generaciones refieren sus icónicos trabajos actorales como si los hubieran observado la noche anterior. Describen pasajes y detalles de esa forma tan suya de estar en presente sobre un escenario. Estudiosos y especialistas no abandonan las indagaciones en torno a sus aportes a la escena nacional. Y los profesores de este medio sitúan su trayectoria artística en la línea más alta de la historia del teatro cubano del siglo XX.
El coloquio Noventa Revueltas nos sirvió, una semana atrás, para comprobar esa presencia de Vicente entre nosotros. A propósito de las nueve décadas de su nacimiento, que se cumplieron el 5 de junio, el Consejo Nacional de las Artes Escénicas organizó este breve, y luego, fructuoso encuentro.
Lo más distintivo resultó abordar al gran director cubano desde la ficción. Funciones especiales de dos estrenos recientes que lo tienen como núcleo cumplieron ese sorprendente papel. No es habitual que la vida y el legado de creadores teatrales sean objeto de estas refracciones desde el arte.
Con Misterios y pequeñas piezas, Carlos Celdrán, quien firma texto y puesta junto a Argos Teatro, le rinden culto. La función del espectáculo para su onomástico exacto, en la sala Adolfo Llauradó (que continuará en temporada allí durante todo junio), resultó honda y de acordes graves, como el chelo pulsado por Yo-Yo Ma que se escucha desde el escenario. Allí me fue imposible no recordar a Adolfo en dueto con Alina Rodríguez, protagonistas de En el parque, de Guelman, de la mano de Vicente, quienes nos obligaban a peregrinar cada noche al Hubert de Blanck en el final de los años 80.
Mientras en la sala Raquel Revuelta, nombrada así en honor a la hermana con quien fundó y dio vida a Teatro Estudio, se realizó El acto, de Teatro del Caballero, donde José Antonio Alonso como actor y director (al lado de Yoander Ballester), dialoga con Vicente entre distintos planos donde se superponen las enseñanzas y las fragilidades del oficio actoral más la experiencia de la vida y el teatro.
Otra sesión del coloquio nos permitió escuchar a José Antonio Alonso, entrevistado por la teatróloga Ámbar Carralero, y a Carlos Celdrán y Caleb Casas, excepcional protagonista de Misterios…, en torno a sus procesos de trabajo y, desde sus respectivos acercamientos, atestiguar la impronta de Revuelta como actor, director, maestro y guía, buscador eterno e inconforme de la verdad.
La proyección de una breve entrevista filmada a Vicente por Rolando Almirante para el espacio televisivo Telón abierto, producido en 2009 por la Agencia Caricatos, corroboró la auténtica coherencia de esa «conversación» entre Revuelta y su alter ego en la ficción. Mientras una exposición fotográfica, curada por el Centro Nacional de Investigaciones de las Artes Escénicas, mostró muchas de las labores paradigmáticas de Vicente.
Como colofón Roberto Gacio elogió la investigación contenida en el libro El largo viaje hacia la verdad, de Carlos Sarmiento, publicado por Ediciones Alarcos, donde su autor referencia el definitivo asentamiento en Cuba, por parte de Vicente, de la concepción stanislavskiana del arte de la actuación.
El legado de esta figura cenital de la escena cubana tendrá nuevas visitaciones en el Festival de Teatro de La Habana, cuya edición de octubre próximo le estará dedicado. Para entonces, una vez más, Vicente Revuelta entre el mito y la memoria, la ficción y la vida.
Foto de portada / Buby Bode / Daniel Romero.
Tomado de Granma
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