Por Mercedes Borges Bartutis / Fotos Carlos Rafael Díaz Borges
Con 12 obras finalistas, de 30 en competencia, llegó a su última jornada el Concurso de Danza del Atlántico Norte Codanza y Grand Prix Vladimir Malakhov, encuentro que reunió a bailarines, coreógrafos, maestros, periodistas y especialistas de la danza cubana, con la intervención de algunos participantes extranjeros provenientes de Paraguay, España, México y Estados Unidos.
Convertido en una suerte de plataforma para la coreografía hecha por jóvenes, fundamentalmente, el Malakhov tuvo varias coincidencias en las propuestas de los creadores: utilización de cuerpo de baile masculino en obras de gran formato, gratuidad en el manejo del desnudo, falta de síntesis en muchas de las obras, reiteración de partituras físicas muy similares entre una pieza y otra, carencia de estructuras dramatúrgicas atrayentes en muchos de los títulos que se presentaron.
Aplausos para algunas obras que fueron premiadas y que sobresalieron dentro de la competencia, como es el caso de la compañía española HURyCAN, con la pieza Jet te Haime, con autoría e interpretación de Candelaria Antelo & Arthur Bernard Bazin, una demostración de síntesis en el movimiento, alto sentido del riesgo en la escena con cargadas peligrosas, y una dramaturgia que ganó mayor concentración en su versión corta, hecha para la noche de los finalistas.
Otro caso atrayente es el de Yoel González, coreógrafo guantanamero que ha estado de forma permanente en este concurso, y llegó con una propuesta diferente a sus trabajos de los últimos tiempos. Bajo el título Oblivion, la compañía Médula presentó una idea desbordante de lirismo y matizada por las fabulosas condiciones técnicas de Aracelis Dianet, intérprete que se reafirma como una de las bailarinas más completas que muestra la danza cubana hoy. Sin miedo a equivocarme, Aracelis Dianet tenía todas las condiciones para discutir el Grand Prix del Concurso.
Ese mérito se lo llevó en solitario Thais Suárez, bailarina de los pies a la cabeza, que no dejó espacio para la duda. Thais lució enorme en el solo Isla-escena del crimen. La aparición de Norge Cedeño como coreógrafo y Thais Suárez como intérprete en esta obra, hizo posible conocer a un colectivo que bajo el nombre de Other Side, intenta insertarse en nuestro panorama danzario. Salidos de Danza Contemporánea de Cuba, Norge y Thais se han ganado el derecho con su trabajo, a intentar una ruta nueva en la creación, diferente a lo que habían estado haciendo en la compañía grande. Lo demostraron también con la obra Nudos, donde intervino además Niosbel González, otro antiguo miembro de la tropa de Miguel Iglesias. Aunque Nudos no formó parte de las obras finalistas, es una pieza con buen nivel de realización defendida por Thais Suárez y Niosbel González, con mucha madurez en la escena.
En medio de tantas propuestas de danza contemporánea, la pieza Involuntario con crédito de Mariem Valdés Martínez, asumida por los integrantes del Ballet Laura Alonso, del Centro Pro Danza de La Habana, fue una curiosa propuesta de ballet neoclásico, apuntalada por la música original de José Gavilondo.
Ofrenda de Toro, coreografía del jovencito Rafael Portelles y concepción original de Edgar Ariel, mostró un cuerpo de baile masculino que todavía puede crecer, pero que asumió la escena con fuerza y entrega. Viendo esta pieza recordé Ritual, aquel viejo título iniciático de Maricel Godoy. Es interesante ver cómo la historia de Codanza vuelve en las creaciones que presentan los más jóvenes. Esta obra obtuvo el Primer Premio Mejor Puesta en Escena, compartido con el título ¿Dónde?, de Danza del Alma (Villa Clara).
Otras obras que fueron premiadas como En el jardín de Aranjuez de Inés María Preval y El segundo sexo de Vianky González, ambas de Codanza, aunque presentaron ideas atractivas y atípicas dentro de la muestra general, expusieron materiales coreográficos desorganizados en su estructura. Tal vez con un poco de calma y ensayos, las dos obras seguramente ganarían en calidad. Estas creadoras inquietas y propositivas, pueden avanzar en sus carreras valiéndose de investigaciones más sólidas para su trabajo.
Algunos de los títulos que llegaron a la ronda de finalistas no tenían consistencia en su propuesta. La pieza Mosaico es un ejemplo desafortunado de la utilización de la voz en la danza. Ya sabemos que muchos bailarines no acaban de comprender lo importante que es entrenar cualquier herramienta que vaya a ser utilizada en el escenario.
Nombres como los de Hermes Orestes Ferrer, de Danza Teatro Retazos, con Eclipse de Vida, y Julio César Rodríguez, de ISA-Danza, con Color, demostraron la persistencia de estos jóvenes coreógrafos por encontrar un sello particular en su vocabulario escénico.
En la noche final, los directores de este encuentro Vladimir Malakhov, Paul Sequist y Maricel Godoy, coincidieron en reconocer lo importante que ha sido la cita para el crecimiento de los jóvenes coreógrafos y la ampliación de un público, que cada día colmó el Teatro Eddy Suñol.
Sin embargo, y solo como consejo a los organizadores, considero que el encuentro tiende a la parcialidad con la compañía Codanza. No se tiene claro quién entrega los premios Codanza. ¿Existe un jurado para seleccionarlos? De ser así, no se anunció públicamente quiénes integran ese jurado y cuáles son las bases que lo sustentan.
Muchas de las obras distinguidas con los Premios Codanza recayeron en creadores de la propia compañía holguinera. Algunos de esos títulos realmente no estaban listos para llegar a la ronda final. Este es un elemento que le hace mucho daño al público, porque se desvirtúa el sentido de la jerarquía y la calidad de una obra.
Tal vez sería saludable mostrar un corte antes de la ronda final, y eso ayudaría a los propios intérpretes y coreógrafos a reforzar su propuesta. También sería bueno para el público ir apreciando matices entre una ronda y otra.
Llama la atención que el jurado dejó desiertos el Grand Prix, además de Segundo y Tercer Premios de Puesta en Escena, cuando se presentó un título como Nudos, de Norge Cedeño, que tenía condiciones para optar por esos lauros, y ni siquiera estuvo como finalista.
Son incongruencias observadas desde mi luneta de espectadora activa, que no puedo pasar por alto. Estos y otros elementos pueden ser mejorados y mucho pueden contribuir para pensar un Concurso mejor y más exigente en su premiación.
El Concurso de Danza del Atlántico Norte Codanza y Grand Prix Vladimir Malakhov volverá en 2020, pues sus organizadores decidieron tener una frecuencia bienal para el encuentro que hoy se alza como uno de los más populares en el gremio de la danza cubana. Conservarlo y ayudar a su crecimiento es fortalecer esta plataforma que hoy tiene sobre sus hombros la mirada de coreógrafos y bailarines jóvenes en Cuba.
Prix Interpretación Malakhov
Grand Prix: Thais Suárez/Isla-escena del crimen (Other Side)
Primero: Hermes Orestes Ferrer/Eclipse de Vida (Retazos)
Segundo:
Liannet Díaz/Mosaico e Inés María Preval/En el jardín de Aranjuez (Codanza)
Tercero:
Aracelis Dianet/Oblivion (Médula) y Julio César Rodríguez/Color (ISA-Danza)
Primer Premio Mejor Puesta en Escena (Compartido):
¿Dónde? de Danza del Alma (Villa Clara) y Ofrenda de Toro, de Codanza (Holguín)
Grand Prix, Segundo y Tercer Premios de Puesta en Escena: Desiertos
Premios Coreografía Codanza
Grand Prix: Desierto
Primero (Compartido):
Norge Cedeño/Isla-escena del crimen (Other Side) y Yoel González/Oblivión (Médula)
Segundo:
Vianky González/El segundo sexo (Codanza)
Tercero (Compartido):
Mariem Valdés/Involuntario (Pro Danza) y Jet te Haime/Candelaria Antelo & Arthur Bernard Bazin (HURyCAN).
Premios Colaterales
Con 547 votos el Premio del Público recayó en Jet te Haime, de la compañía española HURyCAN.
La UNEAC entregó el Premio de Mejor Dramaturgia a Jet te Haime, de la compañía española HURyCAN.
Asociación Hermanos Saíz entregó su Premio Revelación de Talento Joven a Leonardo Domínguez, de Holguín.
ARTEX entregó su premio a Ofrenda de Toro, de Codanza, Holguín.
La EGREM entregó Premio a la Mejor Música Original a Samuel Pérez Santiesteban, compositor de Ofrenda de Toro, de Codanza, Holguín.
El Fondo de Bienes Culturales entregó un premio al trabajo de Mejor Diseño a En el jardín de Aranjuez, coreografía de Inés María Preval, de Codanza, Holguín.