A propósito de la declaración del maestro René Fernández como Héroe del Trabajo de la República de Cuba
Por Rubén Darío Salazar / Fotos Archivo del autor
René es un flautista de Hamelin, pero hay que adivinar bien su melodía particular, preguntarle mucho sobre ese cosmos que crea en su cabeza. Los actores titiriteros cuando traducimos a magos y encantadores debemos ser inconformes.
Ya he dicho que René sabe más de lo que enseña. René es un educador no solo en la escena, durante el proceso de montaje, donde se vuelve un ser que levita como si estuviera poseído, es también un educador en la conducción de un teatro, en la disciplina necesaria en un taller de realización, en la conformación de la ética de un artista consagrado.
El dialogo creativo nuestro fue siempre fructífero, teníamos química, nunca me impuso nada, siempre fui un buen traductor de sus visiones teatrales. Todavía sigo viendo sus puestas y descubro que si hubiera sido intérprete de esos montajes hubiera hecho cosas sobre escena que le hubieran encantado. Es un ejercicio natural e involuntario en mí, debe ser que en mi interior sigo siendo su actor titiritero.Teatro de Las Estaciones es el resultado de un Diplomado, no instituido oficialmente, impartido por René desde su grupo matriz, hace más de 50 años. Creo que los de Las Estaciones nos graduamos con el resultado máximo. Nos costó un par de años hallar nuestra estética propia, su influencia es muy fuerte, su sello indeleble y cautivador como director artístico. Podría hablar de otros colectivos influidos por el sello Fernández, pero me reservo esa apreciación, cada quien es dueño de reconocer cívicamente su gurú inspirador.
Yo soy de la secta Fernández 100 % y no me avergüenza reconocerlo. Quizás sea un alumno un poco díscolo y rebelde, pero me encanta reconocer mi influencia Papalote, es el influjo de uno de nuestros mejores directores de teatro de títeres.
La integralidad del maestro René Fernández se proclama en sus puestas en escena, todas tienen una realización profesional que las diferencia de la media escénica nacional para títeres. Ver un montaje de René Fernández, el más o el menos elaborado, es siempre una clase magistral, una enseñanza pedagógica, un ejemplo de buen teatro.Convivir artísticamente con René es similar a coexistir al lado de un volcán. Se levanta temprano y enciende el horno-volcán donde hace el pan de la titiritería o la teatrería, que es lo mismo. Le encanta convocar a las personas, generar encuentros, discusiones, homenajes, cursos, le encanta que lo quieran.
René se inventa con el teatro, con sus proyectos y sus obsesiones escénicas, una extensión de su familia ¿Y qué es el teatro sino una familia disfuncional y maravillosa, poseedora de la magia, la alegría, las angustias y las tristezas de la vida? René es un hombre que respira teatro por todos los poros de su cuerpo, solo dejará de crear el día que deje de existir y aun así seguirá siendo inspiración, mito, maestro, un imprescindible.
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