El Ché en la obra coreográfica del Ballet Nacional de Cuba

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Por Miguel Cabrera García

Desde su fundación el 28 de octubre de 1948, el Ballet Nacional de Cuba, hoy Patrimonio Cultural de la Nación, tuvo entre sus mayores objetivos la creación de una obra coreográfica que, además de enriquecer la cultura danzaria de los cubanos con la herencia balletística de los siglos XVIII y XIX, que incluía el género del ballet de acción y los estilos romántico-clásico, fuese capaz de reflejar las problemáticas de su tiempo. Así se lo señalaba el sabio Don Fernando Ortiz al orientarle que diese siempre “Un arte con alma de Cuba, en su plena integridad nacional, sin olvidar sus raíces, pero en permanente compromiso  con  lo que él llamó una universal vibración”.

Y así ha sido en estos 75 años de gloriosa brega que ahora festejamos, en la que puede enorgullecerse de haber creado un repertorio de 781 obras, surgido del quehacer de 212 coreógrafos de 29 países, representativos de las más diversas tendencias de la danza escénica. Parafraseando la célebre sentencia, puede decirse que a nuestra principal agrupación danzaria nada de lo ocurrido en el mundo en que vivimos le ha sido ajeno. Desde los conflictos bélicos, locales o mundiales, las luchas de los pueblos por la independencia, la soberanía nacional o contra el racismo, los descubrimientos científicos, la conquista de los derechos de la mujer y la juventud, los conflictos migratorios o las pandemias que han azotado a la Humanidad, han encontrado en el BNC  un reflejo artístico de alta valía.

Los grandes valores de la cultura cubana, así como los más trascendentes acontecimientos de nuestra historia han ocupado lugar primordial en su quehacer coreográfico, especialmente tras la alborada revolucionaria del 1 de enero de 1959, que le permitió revivir y crear después de la agresión de la tiranía batistiana de 1956. La Revolución abrió una nueva etapa en la cual se han creado muchas obras que son reflejo de vivencias personales o colectivas de los creadores y cada uno de ellos la ha abordado con plena libertad formal, sin imposiciones o restricción alguna.

Desde Despertar, de Enrique Martínez, con Alicia Alonso en el rol de La Libertad, estrenada el 24 de febrero de 1960, la gesta revolucionaria cubana ha inspirado a numerosos  creadores,  como la propia Alonso, quien en 1965 estrenó La carta en homenaje a la campaña de Alfabetización; a Alberto Alonso motivado por la historia patria en A Santiago (1972) y en  Un día… el 2 de diciembre, su tributo al desembarco del Granma, hecho que abordó también  Alberto Méndez en Desembarco glorioso (1976); Gladys González con Martí, autor intelectual (1977) o  Iván Tenorio, quien nos dejó su particular visión danzaria de  El programa del Moncada ( 1986).

La epopeya del Che, tanto en tierras africanas como en Bolivia, ocupó lugar destacado en ese quehacer, en ese compromiso de nuestro Ballet con los avatares de nuestro tiempo. Alicia, en su calidad de directora artística de la compañía, guió siempre el hecho creador con la más amplia visión artística, pero   libre del panfletismo o las simplezas de ocasión. Su admiración por el Che fue siempre muy grande y en la pared izquierda de su oficina pudo verse siempre la histórica foto de él intercambiando jocosamente su boina por el tradicional sombrero halón de Camilo, el Héroe de Yaguajay. Ella disfrutaba mucho ver esa foto y era para ella un sumo placer mostrársela a las distinguidas personalidades, tanto cubanas como extranjeras que la visitaban.

El legado de su ejemplo, más que su muerte física en el pueblito de La Higuera, aquel 9 de 0ctubre de 1967, inspiró el primer tributo de nuestra compañía a su memoria, y sería Alberto Alonso, padre de la coreografía cubana, el encargado de realizarlo.

Inspirado en el famoso poema  Primera Conjugación, de la conocida poetisa uruguaya Amanda Berenguer, crearía el ballet homónimo (luego conocido bajo el abreviado nombre de Conjugación) estrenado el 24 de julio de 1970 en la Plaza de la Catedral de La Habana, con un collage musical de Idalberto Gálvez y diseños de Otto Chaviano. Estructurado en seis cuadros titulados Yo Amo, Tu Amas, El Ama, Nosotros amamos, Vosotros amáis y Ellos aman, muestra con gran simbolismo poético la figura en rojo del Héroe (Azari Plisetski), al encuentro con la blanca pureza del Ideal- Amor (Loipa Araújo, en una insuperable actuación), su relación con la masa-pueblo (Sonia Calero) y el enfrentamiento al Águila del poder imperial (Mirta García).  Ellos, secundados por un dinámico cuerpo de baile, tuvieron a su cargo el estreno de la obra, que durante varios años fue presentada con gran éxito en numerosos escenarios cubanos y de países de Europa, incluyendo el del Teatro de los Campos Elíseos, durante el IV Festival Internacional de Danza de París, prestigioso certamen donde la compañía obtuvo por segunda vez ese año el Grand Prix del evento.

En 1977, al conmemorarse el décimo aniversario de su muerte física, Iván Tenorio abordaría su gesta heroica  con la creación de Nancahuazu, con música del compositor peruano  César Bolaños, diseños de Manolo Barreiro y textos del propio Che, estrenado en el Teatro García Lorca el 22 de octubre de ese año, con un elenco estelar en el que figuraron Ofelia González, Rosario Suárez, Orlando Salgado y  Lourdes Álvarez, acompañados de un cuerpo de baile encargado de reflejar el entorno geográfico  y combativo de la gesta librada allí.

En ocasión del 32 aniversario del Asalto al Moncada, se produjo el estreno por el BNC de Vencedor de la muerte, de Hilda Riveros, coreógrafa chilena radicada en Cuba tras el golpe de estado al presidente Salvador Allende, con diseños de Salvador Fernández y música del compositor checo Svatopluk Havelka, con la apoyatura sonora de los versos del célebre poema Canción antigua a Che Guevara, de la prestigiosa intelectual cubana Mirta Aguirre. La obra, llevada a la escena del García Lorca el 26 de julio de 1985, tuvo como intérpretes a Rodolfo Castellanos, Gloria Hernández y cuerpo de baile.

En los tributos del ballet cubano al Che figura también el aporte de Michel Descombey, afamado coreógrafo francés radicado en México, quien hizo el estreno en Cuba de Bolivia…Che vive, con música de Marc Antoine Charpentier. La obra, que subió a la escena del Gran Teatro de La Habana el 1 de noviembre del 2008, estuvo a cargo de un conjunto de solistas y un pequeño pero dinámico cuerpo de baile, a quien correspondió reflejar el contexto geográfico y socio político que rodeó al Guerrillero Heroico en su gesta en la selva del país andino donde fuera asesinado.

Al conmemorarse este 14 de junio del 2023 el 95 aniversario de su natalicio en la ciudad de Rosario, Argentina, en 1928,  el Ballet Nacional de Cuba siente el orgullo de un deber cumplido,  haber preservado   aspectos muy sensibles  de su inmortal legado y llevarlos al lenguaje universal de la danza.

Imágenes cortesía del autor