Por Emanuel Gil Milian
Su visibilización entre los títulos que estuvieron a la venta en el Pabellón Cuba, sede la Asociación Hermanos Saíz, en el recién concluido Festival de las Artes, de la Universidad de las Artes de Cuba (ISA) y su creciente presencia en diferentes librerías del país, me han convocado a un acto de reconciliación conmigo mismo. He aguardado demasiado en comentar uno de los materiales más interesantes que haya leído sobre la danza, la cultura cubana en general y por eso, mediante estas notas, hago un ejercicio de justicia donde propongo al lector un acercamiento El ballet en Cuba: apuntes históricos, de Miguel Cabrera.
El volumen de 364 cuartillas, publicado en 2012, es una de las propuestas más atractivas entregadas por la Editorial Cúpulas, de la Universidad de las Artes de Cuba, quien para esta edición colaboró con Ediciones Aurelia.
En ese sentido, remarcamos que El ballet en Cuba…, tiene tanto mérito como hecho poligráfico, como por su contenido. Cuando estamos en presencia u ojeamos este título, nos seduce su belleza física, su acabado. Podríamos referir que goza de una de las mejores facturas que podamos encontrar en un libro de estos tiempos nacionales. Sus gruesas cuartillas de papel cromado y su resistente cubierta, nos auguran que el libro puede ampliamente resistir el paso de los años.
La selección de colores y la ilustración es un trabajo exquisito. En la portada como resumen de lo por venir, se encuentran las imágenes de tres importantes bailarinas de todos los tiempos: Fanny Elssler, Alicia Alonso y Anna Pávlova.
Las figuras de estas grandes bailarinas presiden la rica gama de fotos, litografías, grabados y dibujos de calidad que versan de presentaciones o personalidades relacionadas con el ballet cubano o que son parte de él y amplían nuestras compresiones sobre esta práctica danzaria y sus creadores.
Pero si nos seduce la probada factura del material que entrega la Editorial Cúpulas, mucho más lo hace el texto, el sustancial contenido que lega al mundo de la danza el historiador del Ballet Nacional de Cuba, el Dr.C. Miguel Cabrera (1941).
Tenemos la entera certeza que esta obra será fundamental en el ámbito de la danza, en vista de que sobran, sobrarán aquellos en el mundo que quieran adquirir este inestimable escrito pues, con una escritura muy clara, en él quedan rigurosamente registrados en once capítulos: “El nacimiento de una tradición”, “Coppelia y Pávlova en la República neocolonial”, “Grandeza y Limitaciones de la Escuela de Ballet de la Sociedad Pro-Arte Musical de La Habana”; “Alicia, Alberto y Fernando: la gran simiente”, “Las Cuatro Joyas”, “Dos Ilustres Herederas: María Elena LLorente y Martha García”, “Las Tres Gracias”, “La presencia masculina: consolidación de una estirpe”, “El Ballet Nacional de Cuba en su gloriosa brega (1948-2011)”, “Valoraciones de la crítica mundial” y la “Sección de Documentos”, los teatros, fechas, personas con que se relacionaron en su visita a Cuba, personalidades del ballet como la ardiente Fanny Elssler o, la inigualable, Anna Pávlova.
Además se profundiza y corroboran datos; se saca a la luz una información acuciosa –creo con mayor profundidad en el siglo XX y XXl– sobre los primeros intentos de crear una academia de ballet en Cuba (aunque no tuviera el interés de preparar artistas profesionales), por la Sociedad Pro-Arte Musical de La Habana, y la formación en este lugar de la mano de Igor Yavorski, de tres figuras esenciales para nuestro ballet: la entonces Alicia Martínez del Hoyo (después Alicia Alonso) y los hermanos Fernando y Alberto Alonso. Así como la posterior formación en el extranjero de estos que, en el caso de Alicia y Fernando Alonso, integraran las filas de la recién fundada compañía American Ballet Theater, en la que consolidarían su técnica y fama de mano de maestros eminentes como Mijaíl Fokín, George Balanchine o Antony Tudor.
También el texto del Dr.C. Miguel Cabrera, muestra cómo se hizo realidad el sueño de la conformación en 1948 de una compañía Ballet Alicia Alonso y en 1950, de una academia con el interés de formación de profesionales de ballet, a cargo la tríada Alonso (Fernando, Alicia y Alberto). De igual forma, nos muestra la frustración de este empeño durante la tiranía de Batista (1952-1959) y su posterior realización, revitalización y desarrollo a partir del triunfo de la Revolución.
Por todo lo mucho que aportan, son imprescindibles para todo estudioso de la danza y la cultura, para el interesado en general, las entrevistas que el historiador del Ballet de Cuba realiza a los Alonso, a las Cuatro Joyas del ballet cubano( Loipa Araújo, Mirta Plá, Aurora Bocsh, Josefina Méndez), a la mezzo soprano y la soprano del ballet (María Elena Llorente y Martha García) y las Tres Gracias (Ofelia Gonzáles, Amparo Brito, Rosario Suárez), quienes ofrecen datos de carácter autobiográfico, sobre la trayectoria del Ballet Nacional de Cuba y la Escuela Cubana de Ballet; que son casi imposibles de obtener en otros materiales, ya que muchas de esta figuras lamentablemente no se encuentran entren nosotros o están en diferentes geografías del mundo.
Así también, nos resulta interesantísimo, aunque rompe con el carácter diacrónico de la historia, el artículo relacionado con la presencia, fuerza y virilidad de muchos bailarines cubanos que han sido reconocidos a nivel mundial como Jorge Esquivel, José Manuel Carreño o Carlos Acosta.
Asimismo, entre otros tesoros que guarda la antología, está una detalladísima lista de los estrenos y presentaciones del Ballet Nacional de Cuba y a manera de anexos, que complementan perfectamente la compilación, una serie de documentos que están relacionados con la historia del ballet en Cuba. No podría ser más exquisita esta obra que nos entrega Miguel Cabrera.
Si bien nos hubiese gustado tener información más amplia acerca del surgimiento de pequeños esfuerzos locales en función de la enseñanza del ballet antes del triunfo de la Revolución en provincias como Pinar del Río, Villa Clara, Camagüey, Holguín; datos sobre el desarrollo histórico de compañías como el Ballet de Camagüey, el Ballet de Santiago de Cuba, el Ballet del Teatro Lírico de Holguín o las influencias, cambios en la enseñanza y las Escuelas Provinciales de Ballet en Cuba. Después de todo, son parte del universo, del fenómeno del Ballet en Cuba.
Estimamos que El ballet en Cuba: apuntes históricos, junto a excelentes títulos como Grandes Momentos del Ballet Romántico en Cuba, de Francisco Rey Alfonso o El Ballet y su mundo, de Roberto Méndez, es un volumen esencial para el arte del ballet y quienes lo amamos, una investigación seria y amplia que se puede reconocer como la primera en su tipo en historiar diacrónica y sincrónicamente el ballet en nuestro país.
Estamos seguros que en el futuro habrá otras investigaciones que miren el fenómeno con otra perspectiva, tal vez con aquella de quien toma distancia temporal del fenómeno. Sin embargo, sabemos que el texto que nos entrega Miguel Cabrera, es y será un referente obligatorio para el estudio serio del ballet en nuestra nación. Ahora, a varios años de su presentación, una y otra vez nos queda disfrutar y aprender de El ballet en Cuba: apuntes históricos.
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