Eduardo Arrocha: el diseño en persona

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Julio, 2022, en el Teatro Nacional de Cuba. A propósito de la entrega del Premio Nacional de Danza a Eduardo Arrocha

Por Marilyn Garbey Oquendo

Hoy es un gran día porque Eduardo Arrocha recibe el Premio Nacional de Danza, una distinción para la cual acumula méritos hace más de 60 años. Voy a mencionar dos títulos que llevan su impronta y los espectadores volverán a emocionarse al recordarlos. Súlkary, el clásico de Eduardo Rivero; y Panorama de la música y la danza cubanas, de Víctor Cuéllar.

Algunas voces subrayan el hecho extraordinario de que Arrocha sea distinguido por tercera ocasión con un Premio de esta magnitud. En términos deportivos es todo un récord, y es una evidencia de las singularidades creativas de este hombre, capaz de dialogar con teatristas y bailarines, y con sus colegas de profesión.

En la primera ceremonia de Premio Nacional protagonizada por Arrocha, en 2007, el inolvidable Jesús Ruiz señaló cómo nuestro hombre construyó la imagen de la danza contemporánea cubana, a través de las más de 300 obras que diseñó.

Y llegó el momento de subrayar la amistad que sostuvo durante largos años con el fundador del movimiento de danza moderna en nuestro país, el infatigable Ramiro Guerra, con el cual trabajó durante más de 20 años. Es una feliz casualidad que, en este 2022, celebremos el centenario de Ramiro,  junto al Premio Nacional de Danza de Arrocha, porque entre ellos cimentaron la imagen de la cubanidad a través de la danza.

Tanto es así que Arrocha y Ramiro también crearon para el Conjunto Folclórico Nacional. Arrocha ha contado que debió consultar al ortopédico al regresar de Trinidad, luego de desandar con el coreógrafo aquella villa en el proceso de investigación para el montaje de Trinitarias.

La amistad entre esos dos grandes hombres sobrevivió a todos los avatares: censura, ciclones tropicales, enfermedades, diferencias de criterios. Cada domingo, era una fiesta en Alamar la llegada de Ramiro a la casa de Arrocha y María Elena.

La estrecha colaboración de Arrocha  con Ramiro lo condujo a diseñar Crónica nupcial para el Ballet Nacional de Cuba, interpretado por la poderosa Loipa Araújo. Vale resaltar que Arrocha formó parte del equipo del montaje de Giselle de la prestigiosa compañía, merecedor del Premio Villa de París en 1966. La pieza fue magistralmente interpretada por Alicia, con quien Arrocha sostuvo una gran amistad matizada por el rigor y por anécdotas plenas de humor.

Arrocha es un hombre de profunda cultura, dueño de una nutrida colección de cine y de una gran biblioteca.  Fanático de la música de concierto, CMBF es su emisora preferida. Debo decir que también hace cola para el pan y que alimenta a una legión de gatos del barrio.

Los investigadores de las artes escénicas cubanas deben saber que Arrocha atesora un dossier sobre cada uno de sus colegas de profesión, perfectamente organizado. Tenemos datos muy valiosos de la trayectoria de Ramiro gracias al sentido de futuro de Arrocha, que los conservó hasta hoy y los donó al Centro de Documentación de las Artes Escénicas para que puedan consultarlos los estudiosos.

Su generosidad no tiene límites, su laboriosidad tampoco. Sentido del humor, afabilidad en el trato, respeto por las personas de cualquier raza, edad y orientación sexual. Ejemplar padre de familia. Arrocha es un hombre virtuoso.

Ha tenido la suerte de que su obra se ha reconocido como merece. Además de los tres Premios Nacionales,  ostenta la Orden Félix Varela. Estrella Díaz le dedicó el libro Palabra de diseñador, convertido en best seller.  La Jiribilla y Todaladanza han registrado su trayectoria. Regino Oliver filmó el documental De tal Eduardo tal Arrocha.

Hoy lo celebramos porque lo merece, y porque es una felicidad aplaudir a un hombre como Eduardo Arrocha.

 

Foto: Josmar Echevarria