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DanzanDos, para descolonizar la danza

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Por José Omar Arteaga Echevarría /Foto José Antonio Hernández

“Por la descolonización del pensamiento”, fue la consigna, a modo de provocación, con que inició el pasado 18 de octubre, la edición 13 del Concurso de Coreografía e Interpretación DanzanDos, en la Atenas de Cuba. Aquella primera jornada estuvo conmemorando el 325 aniversario de la fundación de la ciudad de Matanzas, el 150 del inicio de las Guerras de Independencia y la Jornada de la Cultura Cubana. Además rindió tributo a los Premios Nacionales de Danza 2017 y 2018, los maestros Manolo Micler, director de Conjunto Folklórico Nacional y Miguel Iglesias, director de Danza Contemporánea de Cuba.

A la cita bienal asistieron bailarines (generalmente en el doble rol de creadores e intérpretes) de las compañías Danza Fragmentada, Danza Libre y Médula (Guantánamo), Codanza (Holguín), Ballet Contemporáneo de Camagüey, Danza del Alma y Proyecto BailaCuba (Villa Clara) y la anfitriona Danza Espiral (Matanzas). De la capital concursaron la Compañía Rosario Cárdenas, Danza Teatro Retazos, el Conjunto Folklórico Nacional y estudiantes de la Universidad de las Artes (ISA). Desde Colombia llegó la agrupación Atabaques, con interesantes propuestas que develaron aspectos de su cultura.

Fueron invitadas otras agrupaciones danzarias (o bailarines en representación de ellas) como el Conjunto Folklórico Nacional, la Compañía Malpaso, Acosta Danza y el novel proyecto Other Side, quienes tuvieron la responsabilidad de formar parte de los homenajes a los Premios Nacionales de Danza, además de mostrar su quehacer al público matancero.

Para determinar qué obras reunían los valores estéticos y artísticos necesarios, se convocó al jurado, esta vez integrado por Rubén Rodríguez, bailarín, maestro y coreógrafo, Guillermo Horta Betancourt, actor, bailarín, director y coreógrafo, Lilian Chacón, bailarina, maestra y decana de la Facultad de Arte Danzario de la Universidad de las Artes (ISA), Roberto Pérez León, crítico de arte, y María del Carmen Borroto, directora del Centro de la Danza de La Habana, personalidades que honraron el evento por su profesionalidad.

Por otro lado, el público tuvo en sus manos el “Premio de la Popularidad”. Cada noche de concurso, al comienzo de la función, se entregó una boleta con las coreografías, de la cual debían seleccionar la preferida, lo que constituyó una motivación para los espectadores, que colmaron la platea del teatro Velazco durante todo el evento.

En esta edición, se incluyó por primera vez y de manera experimental, el premio TECNOLOGÍASqueDANZANDos, organizado por el proyecto TECNOLOGÍASqueDANZAN, en coordinación con Liliam Padrón. Este apartado se dedicó a la videodanza, performance u otras representaciones artísticas que tuvieran un soporte audiovisual o tecnológico. Cada noche de concurso se mostraron las piezas que optaron por el galardón, analizadas por el jurado presidido por Andrés D´Abreu, crítico de Arte y director del proyecto TECNOLOGÍASqueDANZAN, así como otras voces autorizadas.

Estuvo presente el DanzoneT, boletín que ofreció información de los principales acontecimientos de cada jornada. Entrevistas, opiniones, valoraciones de las piezas y comentarios críticos sobre aspectos medulares de la danza cubana, fueron algunos de los aspectos tratados en este espacio que pretendía ofrecer a los lectores una mirada crítica al hecho danzario.

La inauguración del concurso estuvo a cargo de Danza Espiral, bajo la tutela de Liliam Padrón, quien presentó La Consagración, obra de su más reciente producción coreográfica que ha sido reconocida en todo el país por sus preceptos estéticos.

Además de las presentaciones de los dúos, como actividades principales del evento, estuvieron las clases magistrales de Rubén Rodríguez, Osnel Delgado (director de Malpaso) y Yandro Calderón (primer bailarín y coreógrafo del Conjunto Folklórico Nacional), el taller con Guillermo Horta (bailarín, actor, maestro y coreógrafo), desarrolladas en la EVA “Alfonso Pérez Isaac” y el Teatro Sauto.

Entre las actividades colaterales estuvieron la exposición de figuras talladas en raíz de Yana de la  artesana Mariluz Lazo. “Memorias del DANZANDOS”, exposición fotográfica que recoge momentos de ediciones anteriores del certamen, imágenes que atesora el Archivo Casa de la Memoria Escénica.

Dedicada a los 60 años de vida de Liliam Padrón, se develó a propósito de una de sus obras (inspirada en el texto homónimo de Arístides Vargas), La edad de la ciruela, pieza que se incluyó en el Museo de las Esculturas de Madera de la Dramaturgia Cubana.

Memoria, con Rubén Rodríguez, permitió descubrir aspectos de la vida y el quehacer de este hombre, quien fue primer bailarín de Danza Nacional de Cuba y un alto exponente de las corrientes moderna y contemporánea de la danza en la Isla.

El “Diálogo crítico” contó con la presencia de Noel Bonilla Chongo (crítico e investigador), además de  Andrés D´Abreu, Roberto Pérez León, Lilian Chacón, María del Carmen Borroto, Guillermo Horta, así como miembros del Consejo Nacional de las Artes Escénicas, bailarines y estudiantes de la Universidad de las Artes.

Ambos espacios constituyeron un necesario ejercicio de acercamiento a cuestiones de la danza cubana, ya sea  desde la visión personal de Rubén al contar sus memorias o de los críticos y especialistas que disertaron sobre los problemas presentes, tanto en las creaciones del concurso como en la coreografía que se hace en el país.

 Las tres noches de concurso fueron largas, pero sin contratiempos. Se presentaron 22 duetos, unos más afortunados que otros, me atrevo a decir, además de los invitados que actuaron indistintamente durante las galas.

 Se presentaron cinco obras de videodanza que optaron por el premio TECNOLOGÍASqueDANZANDos, lo que demuestra el creciente interés por la experimentación en el ámbito danzario desde la transdisciplinariedad y la hibridación con otras artes.

La noche de premiaciones comenzó con la actuación especial de Rubén Rodríguez con su solo Canta Ruiseñor, seguidamente se presentaron las obras que resultaron  finalistas en concurso; Homenaje, coreografía de Leiván García Valle e interpretada por Yeandro Calderón Martínez y Yessel R. Ramos Álvarez- Lastra (Conjunto Folklórico Nacional), Yo y…, de Osnel Delgado, con interpretación de Vianki González y José Ángel Iglesias Cruz (Codanza). Color, creación de Julio César Iglesias e interpretada por Amauri Argüeyes y el propio autor (ISA). Alánimo, la fuente se rompió, de Liuban Corrales y defendida por Enrique Leyva Brines y Jean Marco Monclus (Danza Espiral), Fragmento de Luna, pieza de Lázaro Batista y Omar Santiesteban, interpretada por este último (Danza Teatro Retazos) y Gabriel Martínez (Compañía Rosario Cárdenas). De Danza del Alma fue seleccionada Introspección, con coreografía e interpretación de Yariel y Yaddiel Espinosa, la compañía colombiana Atabaques también clasificó con su obra Al pasar el tiempo, de Dayan Emmanuel Julio Arango, coreógrafo y ejecutante junto a José Luis Sarkar Castro. El último dúo finalista fue De perros, coreografiado por Yoel González y llevado a escena por Aracelis Dianet Lobaina (Médula) y Elio Orestes Reyna Figueredo (Danza Libre).

Como invitados de la noche, estudiantes de la Escuela Nacional de Ballet Fernando Alonso interpretaron el dueto Mi Son, y como momento significativo el estreno de la obra Ama al cisne salvaje, creación de Rubén Rodríguez con música de Cintio Vitier, interpretada por el propio Rubén, Liliam Padrón, la compañía Danza Espiral, alumnos de la Escuela de Arte y poema en la voz del actor Luis Rogelio Nogueras.

Otro de los momentos especiales y de los más emotivos, que tomó por sorpresa al público presente en el Velazco y a la propia Liliam Padrón, fue la felicitación colectiva y la entrega de diversos presentes a manos de amigos, los bailarines de Danza Espiral, así como instituciones y organismos que reconocieron la labor artística mantenida durante toda su vida.

Como colofón de la velada nocturna, se anunciaron los premios del jurado. Se reconoció a Leiván García Valle por Homenaje, composición que resalta la rumba, patrimonio de la nación, mezclada con ritmos del folklore afrocubano y elementos de la técnica de danza moderna, verdadero tributo a nuestra cubanía. La compañía danza Espiral entregó un premio especial a una de las obras que no participaban en concurso, este fue para Nudos, de Norge Cedeño, quien dirige el proyecto Other Side. El premio TECNOLOGÍASqueDANZANDos fue para el videodanza TurnAround Tango, de Marites Carino (Canadá)

Entre las obras galardonadas estuvieron Aparente del Proyecto BailaCuba (Holguín), Premio colateral Bella Mar, otorgado por Ediciones El Fortín. En la categoría de interpretación obtuvieron mención Vianqui González y Lianet Días (Codanza), por la parte femenina y las menciones masculinas Yariel y Yaddiel Espinosa (Danza del Alma), el premio colateral de interpretación que otorga Teatro Icarón y el Premio de Interpretación del jurado fueron otorgados a Aracelis Dianet y Elio Orestes por De perros.

Color, de Julio César Rodríguez Azahares fue una de las más premiadas, obteniendo mención Bella mar, el premio Concordia que otorga la AHS, y el premio de la ACAA. La coreografía que se alzó con más lauros del concurso fue De perros, de Yoel González (Médula) con el  Premio colateral de la UNEAC, Premio de la Memoria Escénica, Premio de la popularidad y Premio de coreografía compartido con Al pasar del tiempo de Atabaques (Colombia).

Así terminó el concurso, la noche del lunes 22, con más alegrías que inconformidades. Pienso que se cumplieron los objetivos del evento, se nota en la cantidad de participantes y de obras. Se logró aglutinar a un número considerable de bailarines de todo el país (la mayoría asumiendo el rol de coreógrafos), a creadores con una trayectoria definida, a compañías y sus directores, a personalidades de diversas manifestaciones artísticas, a instituciones y organismos que contribuyeron de manera considerable. La ciudad de Matanzas, nunca mejor que en plena celebración de sus 325 años de fundada, se convirtió en epicentro de la danza cubana.

Entre los detalles que faltaron está la creación de más zonas de diálogo, de reflexión crítica y de análisis de las obras por parte de sus creadores así como la asistencia de bailarines y coreógrafos a estos espacios. Para ellos se crean, con la intención de generar el debate, la reflexión e intentar descolonizar mentes, cuerpos, procesos. Es necesario avanzar en estos aspectos, ya se percibe un atisbo y es el interés en la creación, lo demás queda a la toma de conciencia. La coreografía cubana del siglo XXI necesita con urgencia nuevas maneras, más allá de reglas o cánones, necesita ser descolonizada, lo que indica una constante desaprensión de lo establecido y la adquisición de lo novedoso, que a su vez se vuelve colonia y de lo que es necesario desprenderse y seguir avanzando, es un ciclo, un juego para reinventar la danza.