Actualmente, no hay forma de frenar el problema. La realidad es que las compañías están muy expuestas y a merced de lo que traiga la marea del mercado, un mercado sin leyes que regulen nada.
Por Mercedes Borges Bartutis
Una carrera en busca de los mejores contratos, las mejores ofertas, las oportunidades más jugosas, los viajes con mejor retribución, o, simplemente, la “pincha que va a resolver todos mis problemas”, es denominador común de las Artes Escénicas Cubanas en estos momentos. Actores, bailarines, cantantes líricos, estrellas de circo, no importa el género ni la categoría: el éxodo de una compañía a otra o al extranjero, marca el ritmo de un problema que afecta a todos pero, fundamentalmente, a las compañías o grupos más pequeños con menos recursos.
¿Quién decide cuándo y cómo un artista deja una compañía? ¿Cómo pueden protegerse los directores contra las adversidades que generan los “depredadores” de artistas?
Actualmente, no hay forma de frenar el problema. La realidad es que las compañías están muy expuestas y a merced de lo que traiga la marea del mercado, un mercado sin leyes que regulen nada. Los ejemplos son bien diversos, sobre todo en el mundo de la danza, donde la variedad de género es mayor.
Las compañías de danza de corte contemporáneo de gran calidad tienen desventaja. Hoy, en Cuba hay directores de la llamadas “compañías de espectáculos” que tienen hasta cuatro elencos, distribuidos lo mismo en escenarios internacionales, que en la Televisión Cubana, o en algún hotel lujoso de La Habana o Varadero, por solo mencionar los dos polos turísticos más absorbentes del problema. ¿De dónde se alimentan para sostenerlas con bailarines entrenados y listos para cualquier exigencia técnica? Pues, fundamentalmente, de esas compañías donde el nivel de sus integrantes es alto, donde hay un rigor artístico y profesional que ha formado a cientos de intérpretes, donde existe una tradición pedagógica, que no se adquiere en poco tiempo.
Los ejemplos del abandono irresponsable de las compañías o grupos tienen matices diversos: algunos pueden dejar las agrupaciones a las puertas de un estreno, o de una gira internacional, si lo que se le ofrece del otro lado implica mayor dinero o tal vez condiciones un poco diferentes. Los espectáculos que promueven los hoteles de los polos turísticos son de los más nocivos, que hoy hacen estragos en las compañías de danza.
Un punto y aparte merecen los programas de la Televisión Cubana. Muchos artistas escénicos, jóvenes sobre todo, se van a grabar novelas poniendo sus contratos del teatro a un lado, sin importarles en qué afectan la programación de la compañía que en algún momento los acogió, les dio trabajo y una formación profesional. El programa Bailando en Cuba, en sus dos ediciones, ha desgajado unos cuantos bailarines de las compañías profesionales.
El sentido de pertenencia y la filiación a una estética determinada se han perdido, el compromiso artístico prácticamente no existe, muchos van probando de una compañía a otra, como si se tratara de una degustación de vinos, dando pequeños sorbos y abandonando la copa sin previo aviso, solo por antojo y conveniencia.
Ante este fenómeno, los directores de las agrupaciones protestan constantemente pero cuando se ven afectados; sin embargo, reciben a un artista si necesitan sus servicios, sin siquiera preguntar, en qué condiciones dejó su vínculo laboral anterior.
Mirando con cierta perspectiva pudieran proponerse algunas soluciones, que ayudaran a aliviar los daños que genera este fenómeno en el actual comportamiento laboral de las Artes Escénicas Cubanas. En primer lugar, el servicio social debe cumplirse y protegerse, porque ese es el completamiento de su formación profesional, aunque luego los graduados tomen sus propios rumbos, pero el compromiso con una educación artística gratuita debe ser mayor, y el Consejo Nacional de las Artes Escénicas debería tomar partido en que esto se cumpliera, por ser la institución que tiene responsabilidad en el asunto.
Aunque en Cuba no se reconoce el “Lucro cesante”, que es un tipo de pago por una forma de daño patrimonial consistente en la pérdida de una ganancia legítima o de una utilidad económica; una medida efectiva sería lograr que el director de una compañía que necesita a un artista escénico, pague un “recargo” por tener a esa persona en su elenco, aunque no haya cumplido con el contrato anterior. Se convertiría en una especie de “indemnización por los perjuicios” que causa a la estabilidad laboral de una agrupación, cualquiera que sea su género.
Sin embargo, en el propio sistema de las Artes Escénicas Cubanas debe comenzar a prevalecer la denuncia moral y ética, tomar medidas con los artistas que incumplen con sus contratos. Las dependencias del Consejo Nacional de las Artes Escénicas, entiéndase el Centro de Teatro de La Habana, el Circo Nacional, el Centro de la Danza, entre otras, deben mejorar a nivel legal los débiles contratos de los artistas, adicionando cláusulas donde el implicado sea responsable por el daño que cause. Nadie está obligado a ingresar en una compañía, pero una vez que se compromete a través de un contrato, al menos, debe ser consciente de las implicaciones que puede traer incumplir con lo que ha firmado. Hasta este momento, los contratos en las Arte Escénicas Cubanas se renuevan cada año, no es un tiempo largo ni corto, es el tiempo justo para desarrollar un proyecto, y luego, si el artista no está de acuerdo con los resultados, puede buscar otra propuesta estética o económicamente viable donde desarrollarse.
Por otro lado, los empleadores pueden ponerles límites a los artistas que causan daños a las agrupaciones por el abandono en circunstancias determinadas, restringiendo su regreso al sistema de las Artes Escénicas por determinado tiempo y ajustando ciertos resortes.
En medio de estas contradicciones en el sistema laboral, el Consejo Nacional de las Artes Escénicas es el mayor responsable porque se cumpla lo que está pautado y reconocido, y deberá hacer valer su derecho de institución estatal que subvenciona una enorme masa de artistas, donde muchos solo miran las ofertas que hace el mejor postor, sin importarles tendencias artísticas ni lo que su trabajo pueda aportar al mejoramiento de la sociedad cubana.
Foto Buby