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¿»Arte» En El Sótano?

En la sala El Sótano he visto Arte. Se trata de una obra que en los noventa tuvo un tremendo éxito en todas partes; su autora, la francesa Yasmina Renzo, una de las dramaturgas más sobresalientes de Europa, en más de una ocasión ha merecido el premio Moliére que es el premio nacional de teatro de Francia.
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Por Roberto Pérez León

En la sala El Sótano he visto Arte. Se trata de una obra que en los noventa tuvo un tremendo éxito en todas partes; su autora, la francesa Yasmina Renzo, una de las dramaturgas más sobresalientes de Europa, en más de una ocasión ha merecido el premio Moliére que es el premio nacional de teatro de Francia.

No tengo conocimiento de que Arte haya sido estrenada en Cuba hasta esta oportunidad. Teatro del Sol la pone en el escenario de El Sótano con dirección y puesta en escena de Sarah María Cruz y José Ignacio León.

Esta es la cuarta vez que asisto a una puesta en escena de Arte. Cada vez que he podido la he visto y disfruto de su inmanente médula dramática cargada de chispazos divertidos, mientras se plantea certeramente la tolerancia entre las relaciones específicamente entre amigos.

El texto lingüístico de Arte, tan conciso, desborda en una sutileza esmerada, lo que requiere, por parte de los actores, de una enunciación verbal con agudeza y perspicacia.

En la solapa de la edición de Anagrama de Arte se lee: “Sergio ha comprado un cuadro moderno por una gran suma de dinero. Marcos lo odia y no puede creer que a un amigo suyo le guste una obra semejante. Iván intenta, sin éxito, apaciguar a las dos partes. Si tu amistad está basada en un mutuo acuerdo tácito, ¿qué pasa cuando una persona hace algo completamente diferente e inesperado? La pregunta es: ¿eres quien crees que eres o eres quien tus amigos creen que eres?”

Siendo así, los tres amigos se enfrascan en un debate alrededor del cuadro que uno de ellos acaba de comparar por una cantidad grande de dinero. Cada cual expone su punto de vista con los matices correspondientes, sin perder la perspectiva de que la discusión sucede entre amigos; poco a poco, nosotros como público, vamos descubriendo las distintas aristas y derroteros entre unos diálogos escuetos, donde se deslizan puyas, mordacidades, rencores, ojerizas que denotan aversiones guardadas por mucho tiempo y que el cuadro adquirido, convirtiéndose en la manzana de la discordia, saca a flote.

Por cierto, en Arte, las características plásticas del cuadro recuerdan al famoso lienzo Blanco sobre blanco del pintor ruso Malevich.

La contemporaneidad artística de la obra en cuestión desata opiniones encontradas entre los personajes y vamos viendo cómo la amistad empieza a fracturarse de manera irreversible.

Se ha catalogado de comedia a Arte; pues sí, tiene el ánima de una comedia. Una deliciosa comedia donde la risa es lo de menos; sin embargo, los actos performativos que pueden concebirse pudieran por momentos desatar una hilaridad desbordante.

Si hay algo de comedia en Arte está en la ruptura de los bordes, lo ilimitado de determinadas actitudes que por el exceso se cae en lo ridículo y hasta en lo caricaturesco. Pero Arte no es una comedia chistosa, no creo que su autora busque la risa vacía a través de la interrelación de sus personajes.

Entre Sergio, Iván y Marcos está lo frágil de las relaciones humanas cuando de por medio hay una amistad que muchas veces se mantiene por inercia, pero late en su inmanencia la intolerancia de cada cual. Siempre he oído decir que entre los amigos no se discute ni de religión ni de política ni de arte.

Ahora bien, en el montaje que voy a comentar no resulta del todo así. En el colectivo Teatro del Sol la polaridad tragedia-comedia tiende hacia lo comediante; la predilección por buscar la risa disminuye la tensión que produce la quiebra de la amistad que es lo axial en la dramaturgia de la obra.

Arte es un texto suficiente, autosuficiente, pujarlo es banalizarlo, no necesita aumentarlo en su semanticidad para hacernos reír. Creo que es un texto que puede emplear el recurso de una rostrificación esmerada; las murumacas, morisquetas o mímicas faciales en esta puesta pueden convertirse en un complemento de la performance actoral, para agregar una mayor expresividad a las motivaciones de los personajes, sin convertirse en agregados de comicidad.

Este montaje no conserva la fortaleza dramatúrgica de la obra y en el ejercicio de adaptación o versionado pierde. Porque estamos ante una transformación del original, aunque por ninguna parte del programa de mano se diga.

En la puesta que hace Teatro del Sol el personaje de Sergio es cambiado por Sonia, así se incorpora un activo agente de género en la relación de amistad.

Arte no necesita de una puesta al día en cuanto a la situación sociocultural como para  tener que incluir a una mujer y enfatizar el rol de la misma en la sociedad; no incumbe a esta obra la problemática de género, y en la versión que vemos no se asoma ni siquiera el tema; tampoco se hace el montaje más digerible ni más comprometido ideológicamente con la muda de personaje, solo se añaden componentes dramáticos con tono sexistas al variar el código actancial.

Por qué se produjo el cambio de género de uno de los personajes si no se está proponiendo una nueva interpretación; esencialmente el personaje de Sergio se mantiene en cuerpo de mujer, y esto no agregan nada sobresaliente a la dramaturgia de la obra; no se hace una reescritura dramática con este cambio, tampoco se da la posibilidad de un nuevo sentido en el montaje.

Las notas que aparecen en el programa de mano están firmadas por Josep María Flotats, insigne actor y director catalán que tradujo e hizo el prólogo de la edición castellana de Arte en ediciones Anagrama en 1999; las notas son fragmentos del prólogo, pero en ningún momento se aclara esto y pareciera como que fueran escritas para la puesta en escena que nos presenta Teatro del Sol. Josep María Flotats fue quien estrenó Arte en España el 29 de septiembre de 1998 en el Teatro Marquina de Madrid, la versión, escenografía, producción y dirección eran suyas, además hizo el personaje de Iván, tal vez de los tres personajes el más enjundioso actoralmente.

En cuanto a las actuaciones que vi en la puesta de Teatro del Sol debo decir que no sobresale el ejercicio de una interpretación verdaderamente lúdica entre el personaje y  el intérprete.

Marcos, Iván y Sonia  tienen un aparte con el público, nos explican, como en un solo, que no llega a ser un monólogo, sus puntos de vista, sus perspectivas; sin embargo, Ivan, que lo hace Lázaro Rivera, sí tiene la posibilidad de desarrollar algo muy cercano a un monólogo que nos pone al tanto de sus trastorno existencial, pero con el afán de hacer reír y convertir su discurso actoral en algo refrescante se estanca en exageraciones gestuales, precisamente este personaje con su vulnerabilidad y hasta ternura es el punto conciliador en el trío de amigos, no obstante es a quien más cogen para el trajín y donde podrían estar los momentos más divertidos de la puesta.

Por su parte, José Ignacio León en Marcos, el pragmático, el de compostura, no consigue un efecto teatral equilibrado al mantener procedimientos encartonados en su práctica actoral. Yía Caamaño es Sonia, ella compra el cuadro, esta acción la inviste de un prestigio y  crédito social, pero  se nos muestra muy estática en su esfuerzo por dar refinamiento y sensibilidad, lo que resulta esquemático actoralmente, sobre todo en cuanto a su discurso corporal.

La puesta cae en un ritmo latoso y retórico; la entonación de la enunciación verbal y gestual, al estar tan centrada en la búsqueda de la vertiente cómica, pierde organicidad, pierde la lógica interna que debe cada personaje registrar en las sucesivas facetas individuales.

No se cuenta con sistemas significantes poderosos en las luces y la escenografía, todo lo cual conlleva una pobreza sígnica, una monotonía que no da posibilidades de metaforizar espacios y situaciones  dramáticas.

La escenografía no contribuye a la concepción del espacio escénico donde evolucionan los personajes; el mismo cuadro es una presencia-ausencia, cosa esta inadmisible pues es el cuadro lo que pone en frecuencias sugestivas la progresión dramática, pero no significa, no es el índice de nada, no tiene importancia como signo, ni siquiera como objeto concreto.

La carencia de un diseño de luces significante y de una banda sonora cónsona con el desarrollo de la historia no permite que se diferencien los entornos de la puesta en escena.

En la obra original hay una muy inteligente anotación para salvar justamente los contrastes entre las idiosincrasias de cada uno de los personajes. Sugiere la autora: “El salón de un apartamento. Un solo decorado. Lo más austero posible, lo más neutro. Las escenas se desarrollarán sucesivamente en casa de Sergio, Iván y Marcos. Nada cambia, excepto la obra pictórica expuesta.”

Arte es una obra entretenida, divertida, que nos permite sonreír con plenitud y hasta carcajearnos, pero de ahí a que la convirtamos en un divertimento o tonadilla  lineal y simple va mucho.

La dinámica de las actuaciones en Arte tiene fuerte componente en el hablar, ya sabemos que hablar es actuar. Los actos del lenguaje en Arte son vertebrales, así es que sobran las cataratas enunciativas en un texto tan inteligente, con unos diálogos medidos que da la posibilidad de una forma dramática sin excesos ni sobresaltos.

Arte tal vez pueda tener una mejor representación entre nosotros si se asume con riesgo y audacia, con atrevimiento estético, con invención teatral.