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Aniversario 96 Del Natalicio De María Antonia Fariñas

Para quienes investigamos el teatro de títeres en el país, y en particular las marionetas, el 17 de abril adquiere otra connotación, porque este día, pero del año 1924, nació en La Habana María Antonia Fariñas, quien en la década de los años '50 introdujera las marionetas al teatro para niños y a la programación infantil de la insipiente Televisión Cubana.
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María Antonia Fariñas / Foto: Archivo Cubaescena

Por Jesús Barreiro Yero

Para quienes investigamos el teatro de títeres en el país, y en particular las marionetas, el 17 de abril adquiere otra connotación, porque este día, pero del año 1924, nació en La Habana María Antonia Fariñas, quien en la década de los años ’50 introdujera las marionetas al teatro para niños y a la programación infantil de la insipiente Televisión Cubana.

El grupo de teatro de marionetas Jardín de Maravillas, con Maria Antonia al frente, jugó un importante papel en los públicos de aquellos tiempos, a través de una sostenida y variada programación artística de calidad, que sobresalió por ser entretenida e instructiva.

María Antonia Fariñas siempre mostró sensibilidad artística y aptitud para las artes, pero las penurias económicas que atravesaba la sociedad cubana en la época, le impidieron dedicarse de lleno a cualquier disciplina artística en una de las academias o colegios privados. No obstante, siempre estuvo interesada en leer, estudiar y analizar cualquier material o libro que le aportara estos conocimientos. Es así, que de manera autodidacta, inicia en la década del ’50 una sólida carrera que le permitiría afianzarse como artista y reafirma su devoción por el arte al aprovechar las posibilidades que le brinda las transformaciones que se operan en la sociedad a partir de 1959. Con anterioridad había tenido el arrojo de destacarse como marionetista, compositora, cantante, directora artística, guionista de programas televisivos infantiles, locutora de radio, conductora de emisiones televisivas, maestra de animación de marionetas de hilos cortos y largos e innovadora de esta técnica a partir de su autodidactismo y aptitudes artísticas naturales.

Existen diferentes versiones con relación a la procedencia de las marionetas adquiridas por María Antonia Fariñas en los Estado Unidos, pero todas coinciden en que fue ella quien las introdujo a la programación infantil de la televisión cubana y al teatro para niños y de títeres del país.

En relación con este criterio Maribel Lamata Fariñas, hija de María Antonia y Eurípides apunta que en reiteradas ocasiones le había escuchado decir a sus progenitores, que María Antonia le pidió al artesano que les vendió las marionetas en Estados Unidos, le explicara con detenimiento los pasos a seguir en la construcción de las marionetas. María tomó apuntes, muy descriptivos porque ella estaba convencida de que Eurípides con los conocimientos de dibujo y diseño adquiridos en el Colegio de San Alejandro, más sus habilidades en la carpintería, era capaz de construirlas. Maribel explica que un buen día, su mamá irrumpió con las marionetas en los espectáculos de la programación infantil de la Televisión Cubana, con su grupo Jardín de Maravillas.

En Cuba, en el mes de julio de 1959, bajo la égida de la Revolución se crean distintas instituciones, lideradas por mujeres. Una de ellas es La Casa de Fantasía Jardín de Maravillas, que funda María Antonia como extensión de su programa televisivo de igual nombre, en la calle Concordia, número 255, esquina a Campanario. Esta institución social le posibilitó conformar un amplio repertorio de obras originales suyas, versionadas o adaptadas.

El 4 de marzo de 1960 explota en la Bahía de La Habana el barco francés La Coubre, que traía un cargamento de armas procedentes de Bélgica. El resultado del atentado perpetrado por la CIA fue de 70 muertos, numerosos heridos y daños materiales en diferentes inmuebles, entre ellos, la institución de carácter social Jardín de Maravillas. Sin embargo, el colectivo no se atemoriza, lleva de manera pujante el arte de las marionetas a diferentes comunidades utilizando el auto particular de su directora.

Entre los espacios de presentaciones habituales que asumiría la agrupación, figuraba la Calabaza Gigante del parque Fe del Valle, parque construido en el terreno donde estaba la tienda por departamentos El Encanto, la más grande de Cuba, enclavada en un lugar céntrico de la principal urbe cubana. Fue una de las tiendas más prestigiosa y concurrida, paradigma de la burguesía cubana de la época neocolonial, destruida por el sabotaje perpetrado al edificio de siete pisos, el 13 de abril de 1961 y donde pierde la vida la destacada trabajadora Fe del Valle.

La Calabaza Gigante, como retablo, posibilita las funciones de espectáculos de marionetas de hilos largos y permite realizar grandes temporadas de presentaciones, las que con frecuencia, son prolongadas con doble funciones a solicitud de los espectadores. Este escenario, brinda la posibilidad de interactuar con las marionetas, con los actores y otras técnicas de muñecos, facilidad que aprovecha María Antonia para producir y presentar espectáculos combinados. Aquí el colectivo se hace acreedor de la Placa Fe del Valle, en 1962, otorgada por la Dirección del Instituto Nacional de Industria Turística (INIT).

Luego el grupo Jardín de Maravillas se presenta con una variada y sostenida programación en El Hongo Gigante de La Feria de la Juventud, Frente a la Terminal de Ómnibus Nacionales, lugar en el que también cautivan con la magia de las marionetas. Efervescencia reseñada de la siguiente manera por la Premio Nacional de Teatro Berta Martínez, actriz, directora teatral, y amiga de la Fariñas: “Cuando ellos comenzaban la función se detenía el mundo… Todos estaban atentos a lo que ocurría. Recuerdo que los actores animadores no los veía el público, lo que aumentaba el hechizo de los espectáculos. La maestra María Antonia de manera coherente, artística y sabia, con buen gusto, imaginación y fantasía, llevaba hacia adelante el drama de las obras haciendo coexistir sobre el escenario distintas técnicas de actuación, una orquesta en vivo, en ocasiones, a cantantes solistas, coro y bailarines. ¡Era exquisita!”[1]

Con posterioridad, en afán de llevar el arte a un mayor número de personas María Antonia y su colectivo, deciden también presentarse debajo de unos de los arcos del puente Almendares, es aquí donde surge la idea de construir un anfiteatro que le brinde mayor comodidad al público y mejores condiciones y recursos tecnológicos a los integrantes del grupo.

La incansable profesional, quien siempre se ha comprometido y anhelado las transformaciones sociales, es una de las primeras en vestir el uniforme de las Milicias Nacionales Revolucionarias respondiendo al llamado de Fidel. Está presente en la asamblea más grande, entre el millón de cubanos que deciden por la soberanía en la Plaza de la Revolución, en la I y II Declaración de La Habana. Como parte de su actividad revolucionaria ingresa a los Comités de Defensa de la Revolución y a La Federación de Mujeres Cubanas, a la Central de Trabajadores de Cuba, donde continúa su labor como activista sindical, en el Sindicato de la Cultura.

La artista está orgullosa de que la mujer cubana aparezca en la primera fila de combate, porque de esta manera se evidencia los nuevos cambios que se operan en la sociedad.

En 1961, cuando se funda la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), la profesional es avalada por sus méritos artísticos y revolucionarios e ingresa a la organización. No así al Partido Comunista de Cuba (PCC), cuando se crea en 1965, porque no oculta su creencia religiosa y devoción por la Patrona de Cuba, la Virgen de La Caridad del Cobre, a la que constantemente le pide protección para Fidel Castro y paz para el pueblo de Cuba. Esta posición es aprovechada por sus detractores para opacar y desacreditar la trayectoria cívica y moral de la mujer, sobre todo, aquellos artistas que antes del triunfo de la Revolución se mostraron indiferentes y no colaboraron con los movimientos sociales o con las luchas clandestinas cuando ella personalmente los convocó en nombre de las transformaciones que se vislumbraban.

El 5 de julio de 1965 se inaugura el Anfiteatro del Almendares, único del país diseñado para marionetas de hilos largos donde se ofrecen actividades para niños y adultos con actuaciones de títeres, música y actores en vivo, magos y otras variedades artísticas. Pero no es hasta 1990 que la propuesta de crear un Parque Metropolitano toma fuerzas y las autoridades competentes autorizan la creación de la Unidad Presupuestada Gran Parque Metropolitano de La Habana.

El grupo de Teatro Jardín de Maravillas inaugura el lugar y permanece allí durante dos lustros, de los más de 20 años de su existencia, con la dirección artística y general de María Antonia, quien garantiza una programación de calidad, balanceada, estable y sostenida, con buena acogida del público de todas las edades, y cuenta además con el favor de la crítica especializada.

Las arbitrariedades administrativas, unidas a acciones realizadas de manera malsana y solapada por algún personal de la institución, sabotean el buen curso del grupo. Esto conlleva a que la agrupación abandone la institución donde de manera orgánica sustentaba las producciones artísticas que llega a rebasar el centenar de títulos en repertorio activo que semanalmente se varía. Comienzan entonces una vida nómada, que comprende presentaciones esporádicas en algunas provincias del país y en el municipio especial Isla de la Juventud.

Poco tiempo después, antes de dejar de existir el Anfiteatro, se develó una tarja en recordación a María Antonia Fariñas, como precursora e incansable promotora del trabajo con las marionetas.

Cuando por las insostenibles provocaciones en el Anfiteatro, la directora de Jardín de Maravillas y su colectivo deciden abandonar el lugar, se había iniciado el período conocido como “quinquenio gris”, lo que agudiza y complejiza el diálogo de la artista con los directivos y funcionarios de la cultura.

En distintas fecha trabajan con la Fariñas, Ana Alfonso, Humberto Cabrera, Arminda de Armas, Nancy Delbert, María de Córdova, Carmela de León, Adolfo Fariñas, Silvita Fariñas, Mirtha Gavilla, Luis Gibert, Amelia Henríquez, Bobby Jiménez, Eurípides Lamata, Amelia Márquez, Aisa Mendoza, Olga Mendoza, Genoveva Morales, Rolando Porro, Darcy Sosa y Félix Vázquez. Como artistas invitados figuran Edwin Fernández (Payaso Trompoloco), Nilda Collado (Payasita Nily), Gina Cabrera, Coquí García, Miriam Mier, el mago Lefrán y Ana Lasalle, entre otros.

Durante esta década, la multifacética creadora continúa desarrollando su labor de compositora y cantante, por ello, inscribe en el Registro de la Propiedad Intelectual, veinticinco nuevas composiciones. Solicitud atendida por los destacados intelectuales, Martha Arjona y Alejo Carpentier, que rubrican dichas certificaciones en su carácter de Presidenta y Vicepresidente respectivamente de esa Institución, así reza en el registro del Centro Nacional de Derecho de Autor.

María Antonia Fariñas es víctima de esa etapa de excesos por parte de las autoridades de la dirección de Teatro y Danza. Se esgrimen contra ella razones extra artísticas y una buena dosis de subestimación hacia el género, lo que motiva la desintegración de la única agrupación de marionetas del país en esa fecha y la desarticulación de todo el engranaje relacionado con el espectáculo del títere de hilos.

Paulatinamente desaparecen los retablos de La Calabaza Gigante del Parque Fe del Valle, El Hongo de la Feria de la Juventud, y el Anfiteatro del Parque Almendares. Ante esta situación, algunos de los integrantes de Jardín de Maravillas van al Circo del INIT, y allí son incomprendidos, unos se incorporan a colectivos donde la marioneta no es lo esencial, otros se quedan en sus casas, y no vuelven a trabajar…

Por el contrario, la Fariñas, aunque separada totalmente de la televisión, aúna esfuerzo y voluntad, monta y se autodirige espectáculos unipersonales en los que continúan primando las marionetas. Comienza una carrera en solitario, respaldada siempre de su compañero en la vida y el arte Eurípides Lamata. Es así como se presenta cuando se lo solicitan en algunas instituciones culturales, como el cine Pionero, el teatro América y círculos sociales… pero siempre ajustándose a las características de la programación en las que es insertada, a veces, como una “pincelada” y nada más.

Sin embargo, el esplendor de su vida y obra ha perdurado en la memoria de quienes la conocieron o formaron parte de ellas. Y la conservación de algunos testimonios documentales confirma la grandeza de su existencia, y la hacen trascender entre las figuras célebres que enaltecen la historia del teatro para niños y de marionetas de la Nación cubana.

[1] Entrevista con Berta Martínez, actriz, directora teatral. Premio Nacional de Teatro 2014.