Search
Close this search box.

Algunos prefieren Broadway

image_pdfimage_print

Por Frank Padrón (especial para Cubaescena)

NEW YORK- La escena aquí no toma vacaciones, especialmente en el musical los estrenos continúan atrayendo multitudes, con la posibilidad de entradas un tanto más económicas para espectadores con menos recursos en una ciudad pletórica de cultura, pero a la vez muy cara.

Broadway sigue con sus clásicos, El fantasma de la ópera encabeza con años en cartel, pero no deja de exhibir novedades, algunas procedentes del cine, como Moulin Rouge, El Musical basado en el filme del australiano Baz Luhrmann realizado en 2001.

Aunque se trata realmente de una reposición -salió a escena en este circuito en 2019- fue interrumpida por la pandemia, la cual impidió que muchos la apreciaran, de modo que ahora llega a escena, nada menos que con diez premios Tony incluyendo «mejor musical».

Como recordarán quienes disfrutaron el filme con Nicole Kidman y Ethan McGregor en los protagónicos, se trataba de una recreación del mito de Orfeo en el contexto de la Belle epòque, y el París de 1890: el ambiente bohemio de Montmartre y su cabaret emblemático. Pero Luhrmann llegaba más lejos y realizaba un delirante y posmoderno homenaje al musical de todos los tiempos, pastiche mediante.

Veinte años después, un equipo de virtuosos profesionales hace girar el legendario molino en la escena de Manhattan: el escritor John Logan, la coreógrafa Sonya Tayeh, el escenógrafo Derek McLane, la diseñadora de vestuario Catherine Zuber y un equipo musical encabezado por Justin Levine rentronizan las figuras de Satin, Christian, Zidler, Tolouse-Lautrec, el Duque de Monroth y tantos otros personajes que incendian de luces, colores, danzas y música el escenario.

Valga anotar que el repertorio también se enriquece, pues además del recorrido que hacía el filme por el pop y el rock de las décadas precedentes, la puesta incluye hits actuales además de no poca música original exquisitamente interpretada por un elenco de no menos brillantes actores (Ashley Loren, Derek Klena, Eric Andersen, Courtney Reed, Conor Ryan, Austin Durant, André Ward…) y ejecutada de manera magistral por la orquesta a cargo de arreglos también premiados con el Tony.

Aun con cierta anarquía dramatúrgica, la correlación de sus rubros convierte Moulin Rouge en un gran espectáculo, favorecido casi unánimemente por crítica y público.

Ahora, si de estrenos absolutos habláramos, Some like it hot sí acaba de «salir del horno», al punto de que solo a partir de este 1ro de diciembre son permitidas las reseñas, algo que hace disciplinadamente este crítico (quien asistió a una suerte de «ensayo general con público»).

También partiendo del cine, Algunos prefieren quemarse fue el título al español en Cuba y otros países de aquella comedia devenida clásico, que dirigiera en 1959 Billy Wilder, con Marilyn Monroe, Jack Lemmon y Tony Curtis.

Los cambios aquí son aún más radicales, no solo porque el marco epocal se traslada de los años 20 (Ley seca, gangsterismo…) a una década después donde la mafia era aún fuerte pero igual el jazz, y el tap como baile arrasaba en los salones, de ahí que este ritmo protagonice a nivel danzario y coreográfico la puesta.

Pero si bien el relato no cambia -los músicos que deben travestirse e integrar una orquesta femenina para huir de los gángsters- el sentido de varios personajes y acciones se adapta incluso a los momentos y códigos actuales.

De ahí que la rubia entre ingenua y «zorra» que protagonizara magistralmente Monroe,  ahora es una mulata empoderada y fuerte; la Josephine asediada por un millonario -esta vez mexicano- asume su identidad no binaria y se acomoda al rol trans, mientras los mafiosos devienen tipos de falsa dureza que se rinden ante la música y el empuje femeninos.

De modo que la presencia de la interracialidad, la diversidad sexual, el feminismo y lo latino son algo más que un guiño a las conquistas actuales, antes bien se integran al discurso, lo resemantizan y enriquecen.

Lo que sí persevera es el sentido cinematográfico (¡aquella escena de las persecuciones en montaje paralelo!) y el humorístico, que se contextualiza y no pierde un ápice de la simpatía y agudeza originales.

Al dinamismo escénico y la ricura musical se unen los desempeños sólidos de Adriana Hicks, en su vehemente y sensual Sugar, el aplaudido J.Harrison.G -quien tiene experiencia en el transformismo artístico-, Christian Borle en su convincente desdoblamiento o la simpática Natasha Yvet Williams como esa adorable Sweet Sue que comanda el ensemble femenino. Pero en realidad todo el elenco se luce, se integra en una encomiable labor de equipo.

¿Quién duda que Some like it hot será el gran estreno de la temporada invernal neoyorquina?