Por Yanetsy León González
“¿Qué hace un teatrólogo si trabaja con algo que tiene que morir, porque el espectáculo es efímero?”, fue una de las preguntas de Eberto García Abreu en Camagüey. Invitado a la jornada Ciudad Teatral, impartió el taller Textos teatrales y representaciones: la construcción de la mirada crítica.
“Es todo el tiempo armando y dejando ir. ¿Qué derecho tiene alguien de dejar fijo en una crítica lo que la vida tiene como tránsito?”, dijo Eberto en el aula especializada de la academia de las artes Vicentina de la Torre, donde ofreció clases peculiares, porque un gran maestro es un comunicador de excelencia.
“Todos nos cuidamos de dar opiniones de lo que no sabemos. ¿Qué pasa con el teatro? Todo el mundo opina. Todos tenemos derecho a opinar, y las opiniones pueden ser contradictorias pero no necesariamente antagónicas”, afirmó.
Allí instó a rehuir del “texto de inventario” y la opinión trivial para edificar un relato propio: “Si la persona no hace de su escritura crítica un ejercicio poético, una necesidad expresiva, entonces me parece un acto frío. También me preocupa el que usa el ejercicio de otro para montar su propio discurso y llevarlo al terreno que el creador no imaginó. Todo es posible, pero uno debe ser coherente con el diálogo”. Relacionó el pensamiento teórico, analítico y reflexivo del teatro cubano como resultado de la existencia en el país de un estudio desde la teatrología y la dramaturgia. Asimismo, identificó la Nave como la casa soñada para el ejercicio de la teatrología, la dramaturgia y la creación teatral, también presente en su proyecto pedagógico Traspasos escénicos, desde la Universidad de las Artes.
“Uno llega a la Nave y por muy cansado, por muy mal que pueda estar por cómo vivimos cotidianamente, ahí hay un espacio de plenitud, de acompañamiento desde la diferencia. No somos una masa homogénea. Hay contradicciones pero ese punto que es la creación, el trabajo, ese ir un poquito más allá es lo que nos une y también lo que nos libera”, concluyó.
Desde la fractura del supuesto canon de lo académico, Eberto propuso un espacio abierto, de interacción y de riesgo, como ha de ser el ejercicio del teatro y, por ende, de la crítica, sin ofrecer recetas porque no hay fórmula para ello, aunque sí actualizaría de estrategias de análisis desde el punto de vista técnico.
Compartimos notas de su taller como tips para la opinión o crítica teatral.
- La crítica es un ejercicio de la dramaturgia, porque es organización; y la dramaturgia es descubrir el mecanismo del universo de la acción.
- La crítica no es para dar lecciones. Es participación, apertura, diálogo, relato.
- Tener herramientas no garantiza tener conocimiento.
- El texto teatral es entendido hoy como un tejido de acciones. Uno lee como sistema.
- Encuentro los puntos cardinales en la acción-situación-personajes. Hay que preguntar a cada uno dónde es, cuándo, quiénes, para quiénes, qué sucede y para qué.
- El tema es una construcción.
- Los personajes no tienen psicología. Accionan.
- El público es una construcción que hacemos. No sabemos quién va a llegar pero que uno se imagina qué público quisiera.
- El teatro gravita en la instancia de la memoria, y la memoria se transforma.
- La gestión de la opinión no es veo y opino. La gestión de la opinión es un ejercicio de conocimiento, de ver, de preguntar, de participar”.
- Cada día para mí el ejercicio de la crítica es más de acompañamiento que de construcción de un concepto.
- Uno tiene que hacer una obra de verdad. Construir una verdad que emocione. Lo emocional tiene que ir acompañado por el dato. Uno tiene que justificar todo en esa mirada que ha construido técnicamente.
- Tu relato no es solo lo que va a dejar sino a sugerir.
- Lo que no vale aquí es usurpar el terreno del otro.
- No tengamos miedo, pero seamos respetuosos. Todo lo que hacemos tiene que tener un sentido ético.
Foto: Alejo Rodríguez Leiva