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La Cruzada Teatral Guantánamo-Baracoa: Experiencia Compartida

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Entrevista a Maribel López, actriz y directora Guiñol Guantánamo, quien acaba de recibir un homenaje por sus 45 años de vida artística en acto público celebrado en la comunidad El Sur, como parte del espacio Compartiendo

Por Marilyn Garbey

Cada 28 de enero, para celebrar el natalicio de nuestro Héroe Nacional José Martí,  los teatristas guantanameros emprenden el recorrido por las montañas de la zona más oriental  del país. Cruzan ríos y atraviesan los caminos de piedra con los títeres a cuestas. Niños y adultos se cuentan entre sus espectadores, crece la cifra de públicos y crecen los teatristas como artistas y como seres humanos. Así lo atestigua la actriz Maribel López, una de las figuras a las que se dedicó la edición de la Cruzada Teatral Guantánamo-Baracoa.

Eres una de las pioneras de la Cruzada Teatral Guantánamo-Baracoa. ¿Qué recuerdos perduran de aquellas primeras jornadas?

Comencé a participar en la segunda edición, me considero fundadora. Recuerdo las largas caminatas, la necesidad de enmascarar el cansancio para hacer las funciones a los niños que nos esperaban con muchas expectativas. La Cruzada comenzó a principios de los 90, en el período especial, en momentos muy difíciles para Cuba. Tuvimos que dejar a nuestros familiares en esas circunstancias, pero sabíamos que los campesinos atravesaban situaciones más difíciles aún en las  zonas de silencio donde viven. Los niños no sabían qué era un títere, los pobladores no nos respetaban porque no creían en el teatro. Sus únicas diversiones eran un trago de ron, una pelea de gallos, un guateque.

Las primeras funciones fueron un reto, llegábamos a lugares que nunca habíamos visitado, con un arte a medias porque no llevábamos ni el retablo porque íbamos a pie de pueblo en pueblo, todo lo que cargábamos tenía que caber en una mochila, porque en la otra mochila iban nuestras pertenencias. El retablo se armaba con una soga y una sábana.En los primeros años estimulábamos la apreciación del teatro y los niños lo agradecían y pedían que volviéramos, por eso nos olvidábamos de las ampollas en los pies, de los hematomas en el cuerpo porque dormíamos en la tierra, debajo de un árbol, en una raíz, en una piedra. Nunca acampamos en la comunidad, no queríamos que nos vieran como interventores, queríamos que nos vieran como amigos, como gente tan humilde como ellos. Compartían el café con nosotros, y le correspondíamos compartiendo nuestra comida. En las funciones de la noche dábamos todo, nos íbamos a dormir con mucho cansancio pero con gran satisfacción en el alma. A veces nos preguntábamos cómo estarían nuestros hijos, nuestros padres, pero estábamos felices por la labor realizada.

¿Hicieron investigaciones previas a la salida de la Cruzada que les permitiera trazar estrategias para organizarse, que les indicara cómo comunicarse con los campesinos, para elegir las rutas por dónde transitar?

Uno de los compañeros que tenía instrucción militar trazó la ruta, eliminando las carreteras, eligiendo los caminos para ir más rápido. No se hizo ningún estudio, muchos tenemos familiares que viven en el campo, que visitábamos y que nos visitaban, es decir, teníamos cercanía con la gente de las montañas. Pero salimos guiados por la intuición y por el deseo de compartir con los campesinos el arte del teatro.¿Se han estudiado los públicos de la Cruzada Teatral?

Conversando con los campesinos conocíamos de situaciones que ocurren en las comunidades, a veces era el Gobierno de la localidad quien solicitaba fuéramos a algún sitio con determinada problemática. Por ejemplo, en una comunidad todos los hombres estaban presos. Llegamos con un poco de miedo, estábamos desprotegidos, dormíamos a la intemperie, éramos vulnerables, pero se portaron muy bien con nosotros. En Bernardo nos tiraron piedras la primera vez que fuimos, ahora nos exigen hacer funciones de más de una hora de duración.

Por otro lado, ya hay varias tesis universitarias que han estudiado los públicos de la Cruzada, han venido especialistas del Consejo Nacional de las Artes Escénicas que han estudiado el repertorio que llevamos. Nos gustaría llevarles obras  que abordaran sus realidades pero es difícil, solo Uri Rodríguez escribió un texto abordando esos conflictos. Para los campesinos la música es muy importante, por eso la utilizamos en nuestro trabajo, entre una escena y otra nos apoyamos en la música y eso les gusta.

Has sido organizadora de la Cruzada y has trabajado como actriz. ¿Para qué público prefieres trabajar?

Como actriz titiritera siempre trabajé para los niños, pero la Cruzada me hizo romper esa barrera porque participaba en los espectáculos para adultos. Me gusta la comedia, los directores me daban personajes que le gustaban al público, nunca hice protagónicos porque las labores de organización de la Cruzada me robaban mucho tiempo para la creación. Como tengo familia campesina estudiaba su comportamiento, su manera de hablar, de moverse, y por ahí  buscaba la forma de comunicarme con ese público. El cansancio se olvida cuando conectas con el público. Disfruté mucho Los quince de Ada Cruz, un texto que escribió y montó  Juan González Fife, director de Teatro Andante, para nosotros era un regalo que llegara la noche porque sabíamos que íbamos a divertirnos haciendo la obra para los campesinos.¿Recuerdas alguna anécdota sucedida en estos 28 años de desandar el lomerío?

En Maisí hay un lugar, Patana, solo se puede acceder a pie porque el suelo es diente de perro. En ese poblado solo hay tres casas, íbamos hasta allí porque vive un niño ciego y no podían llevarlo a la comunidad donde hacíamos las presentaciones. Por eso teníamos la obligación de ir para que el niño escuchara la función.

Creíamos que a los adultos no les interesaría ver la función de títeres. Recuerdo que hacíamos La calle de los fantasmas, de Javier Villafañe, y un señor le dice a otro: “Te lo dije, compadre, que a ese lo movía alguien por los pies”. Parece que había una discusión sobre si los títeres se movían solos, si tenían vida propia. Este señor dio la vuelta tras el retablo y nos vio manipulando los muñecos, supo que movíamos a los muñecos por los pies. Nos hizo mucha gracia y casi tenemos que parar la función por la risa  que provocó entre los actores.

Fue muy bonito lo que pasó, el niño seguía atento desde su ventana y el adulto también disfrutaba.¿Cómo se preparan para ir a la Cruzada, qué criterios sustentan la elección de las obras?

No se pueden llevar obras de gran complejidad técnica. Ahora nos trasladamos en camiones, pero en ese camión vamos nosotros y va toda la carga. Las obras para niños deben ser con mucha acción, que tengan música, para que les llamen la atención. Aunque no haya despliegue técnico no descuidamos la calidad de la obra, evitamos el facilismo, nos exigimos más en la animación titiritera porque no hay escenografía, el títere está solo en escena.

El público es exigente, lleva 28 años viendo teatro por grupos diferentes, tiene puntos de referencia y emite criterios: “ese muñeco no hizo nada, ese tema no me interesó, esa música no es buena”.  Si en principio el reto era que vieran teatro y lo apreciaran, ahora lo difícil es mantener a ese público, lograr que sigan interesados en el teatro. Tenemos competencia con la Internet que llega ya a esos lugares montañosos, por ejemplo. Las obras que monto para la Cruzada son las mismas que llevo a la sala del Guiñol Nacional en el FOCSA, en La Habana, las obras que ven los niños en Punta de Maisí son las que ven los niños del Vedado o los de Cienfuegos, ambos se merecen la mejor obra.

¿Cómo ha influido en el teatro de Guantánamo la Cruzada?

Te hablaré de lo que sucede en mi grupo, el Guiñol de la ciudad. Nos renovamos constantemente, la Cruzada fue la ventana que hizo que el resto del país se fijara en nuestro colectivo. La presencia del maestro Armando Morales, de críticos como Omar Valiño, Maité Hernández, y otros especialistas, hizo que redescubrieran el trabajo nuestro y eso propició que nos invitaran a los eventos que se hacen en el país.¿Qué ha significado la presencia de Armando Morales, Premio Nacional de Teatro 2018, en la Cruzada Teatral?

Armando es nuestro maestro. Llegó en 1998 y provocó un vuelco radical entre nosotros, en el repertorio y en la concepción de las obras. Las obras que dirigió, las críticas que nos hizo, fueron claves para nuestro desarrollo. Nunca me pasó la mano como directora, sus señalamientos fueron decisivos en mi formación, fue muy exigente conmigo. Nos hizo olvidarnos de los espectáculos de variedades a los que los grupos para niños estábamos acostumbrados, que eran muy facilistas. Se han formado varios directores en el grupo, para cada montaje realizamos un proceso de investigación, se trabaja con autores de gran calidad.

¿Cuáles son tus expectativas para la edición 28 de la Cruzada, el próximo año?

Me gustaría contar con un buen equipo de audio, quisiera trabajar alguna noche con un buen diseño de luces. Ese público se merece lo mejor, ellos no pueden venir a nuestra sala, hay que llevarles teatro en las mejores condiciones técnicas. Es lo que quisiera. Cuando vieron al grupo Etcétera, con un espectáculo de luz negra, se deslumbraron. Nosotros no tenemos luz negra en nuestra sala.

Maribel López es una mujer de constancia permanente en los espacios de teatro en Cuba. En la última edición del Festival Nacional de Teatro, realizada en Camagüey en octubre último fue reconocida con la distinción Espejo de Paciencia, por sus múltiples aportes al desarrollo de las artes escénicas cubanas.

Fotos Archivo Cubaescena

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