Por Edgar Ariel
El Encuentro Nacional de Danza en Paisajes Públicos en su decimoquinta edición, se realizó como parte de la vorágine que es las Romerías de Mayo en su aniversario vigésimo sexto.
Este año, el encuentro se dedicó, de manera especial, a Ramiro Guerra, padre de la Danza Moderna en Cuba, recientemente fallecido.
“La ruptura con el escenario escénico teatral convencional de las salas es –señalaba el maestro Ramiro Guerra– una de las más provocativas búsquedas de los últimos tiempos. Ello ha tenido que ver íntimamente con la relación espectador-ejecutante”.
Del libro Teatro posdramático, de Hans–ThiesLehmann, extraemos que estos escenarios son una “(…) comunidad que integra escena y público emocional y mentalmente”. En la calle, o en un parque, como sucede en el Encuentro Nacional de Danza en Paisajes Públicos, dada la cercanía con el bailarín, se produce un mayor reconocimiento afectivo y de cohesión a través de la danza.
Por la naturaleza de los espacios, la variedad de puntos de atención y la gran heterogeneidad de los espectadores (espectador–transeúnte), danzar en espacios públicos se convierte en un bombardeo sígnico. El espacio público es un área semiótica donde todo, desde las volutas jónicas de los capiteles, hasta los ficus nevados que sombrean el parque, forma parte de la escenografía inevitable. Son arcadas telones y columnatas bambalinas.
La intervención urbana de la danza como arte teatral performático, como acción extracotidiana, se despliega en el espacio público en interacción con la arquitectura y surge en ese momento la ciudad ficcional, cuando el arte se propone invadir el orden cotidiano urbano e irrumpirlo física y simbólicamente:“…la especificidad del lugar elegido –como aclara la investigadora argentina María Laura González– resulta un factor clave para entender los canales receptivos puestos en juegos, porque el escenario ya no es una sala convencional sino que se trata de la propia ciudad. El resultado es una resemantización, una yuxtaposición de la ciudad como escenario y a la vez, como un telón de fondo de un evento efímero y momentáneo”.
Cuando se invade el paisaje urbano es importante tener en cuenta las articulaciones entre lo real y lo ficcional, la pugna entre la ciudad material/real y la ciudad ficcional/imaginada recreada por la acción artística.
La convulsión de la danza en espacios públicos tuvo lugar, sobre todo, a partir de las Vanguardias en el siglo XX, y con ellas la performance se posiciona como ente mediante el cual se generadescontextualización de las distintasformas de arte. Coreógrafos como Trisha Brown, Pina Bausch, SashaWaltz, la belga Anne Teresa de Keersmaeker, WimVandekeybus, son paradigmas en las iniciativas que entrelazan la danza y el espacio urbano.
Foto de portada Compañía Codanza, Ernesto Herrera