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To Ta Bien, Un Disparo A Las Vidrieras

Con el estreno de Teatro del Viento en Camagüey, qué retorno delicioso al teatro. Creo firmemente en ese hecho escénico como un acto de desintoxicación.
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Por Kenny Ortigas Guerrero

Qué retorno delicioso al teatro, a su magia, qué reconfortante recibir sus energías y puntos de vista. Creo firmemente en el hecho escénico como un acto de desintoxicación. ¿Es indispensable el teatro para la vida? En un primer instante digo que no, pero al entrar en comunión con él se apodera del alma, enseguida, una sustancia que reconstruye lo que en cada uno de nosotros puede estar dañado y se prenden de manera inesperada, los sensores de nuestras relaciones emotivas con los conflictos, pasiones, amores y desamores que nos rodean. A penas entras a su juego, todo es posible, porque el ser humano se edifica en su propia cosmovisión poética del mundo y el teatro es terreno pleno a la ensoñación.

Con el estreno de To Ta Bien, de Teatro del Viento, es posible percibir estos elementos a los que hago referencia. En esta puesta en escena, lo lúdico y paródico se conjugan para regalarnos un espectáculo que nos hace recuperar la capacidad de asombro, ante una realidad que se muestra agreste e insípida.

Amigos, el teatro en su afán de ironizar y criticar los contextos, no debe perder de vista su capacidad de enchufar optimismo a quienes asisten a su encuentro, opino que esto es indispensable, sobre todo en la realidad de este presente. No se trata de un optimismo de trilladas pancartas de «venceremos», sino, de esa convicción y condición indispensables que se requiere para asumir una verdadera transformación ética y moral: la voluntad de «cambiar todo lo que debe ser cambiado».

Con To Ta Bien, esta perspectiva encuentra un equilibrio, no todo es inminentemente fatal, y no lo será si tenemos la atinada decisión de mirar más allá de nuestras propias narices. Una voz nos grita a los sentidos con una vitalidad que se enraíza en la urgencia de abandonar, de un tirón, las posturas retóricas que nos frenan ante el progreso. La puesta en escena es un disparo a las vidrieras dentro de las que muchos habitamos a veces, y que nos incomunican con un cristal de por medio. Vidrieras finamente construidas en su exterior, pero al mirar dentro de ellas, están carcomidas por el moho de la desidia que subrepticiamente ataca como una plaga silenciosa.

Freddys Núñez Estenoz, con su To Ta Bien, nos propone además una interesante parábola, cuando plantea en la representación un ejercicio de rememorar aquellos recuerdos de la vida, que guardamos con cariño y que en la puesta recibe el nombre de «tiempo mental». Ese tiempo puede ser un refugio para el descanso y renovar las fuerzas, es el lugar para encontrar motivaciones y recobrar la fe.

«Vamos a, UNIRNOS» reclama uno de los personajes cuando esboza su tiempo mental recordando aquella canción de Voltus 5, que tanto le fascinaba. Y sí, busquemos las fuentes nutricias para ser mejores en donde sea necesario, hurguemos en lo más profundo del ser y terminemos de una vez y por todas de edificar la sociedad que queremos, no esperemos por nadie. El espectáculo en su concepción dramatúrgica conecta al espectador con zonas sensibles de su cotidianidad y recrea una «teatralidad» que se desmitifica en la actitud desenfadada de los actores, que, constantemente rompen la cuarta pared y dialogan con el público.

En la obra, los contrastes entre situaciones dramáticas, y otras cargadas de ironía y sátira constituyen el sello que Teatro del Viento ha construido a lo largo de sus años y que forman parte de su identidad conceptual. Puedo afirmar con toda certeza que el espacio diegético juega un papel preponderante en su concepción. Los parlamentos discursados por los actores recrean todo un universo que a través de la palabra se hace visible y palpable a nivel imaginativo.

Una preocupación personal se suscitó en mí al ver uno de los ensayos anteriores al estreno, por ser una propuesta con parlamentos extensos y que se fundamentaba, esencialmente, en el texto pronunciado como imagen, el texto como acción, sin grandes construcciones escenográficas ni complejos entramados físicos. La palabra como elemento motivador de la atención en un universo atrapado en imágenes físicas.

Llegó el estreno y los actores convirtieron en vívidas figuraciones todo lo que decían, su amplio registro les permitió develar “el pollo del arroz con pollo…que no tiene pollo” como dice otro de sus personajes. El término “orgánico”, aunque está presente, no me parece que define bien a este grupo de actores, pudiera decir: actores con convicción. Una puesta como esta requiere de total convicción en lo que se muestra a través de la palabra, del compromiso actor-realidad, actor-ética, actor-espectador. Para nada estamos ante una representación de “más de lo mismo, aunque no intente descubrir el agua tibia”.

Enfrentar la realidad que nos circunda desde conceptualizaciones sinceras y éticas a través del arte ayuda a crecer como sociedad, como país. Freddys, tal parece que se sienta al lado de Brecht y entre ambos se susurran cosas al oído y conspiran. To Ta Bien inquieta, te sirve el plato rebozado y suculento, y de repente, te hace ver que no es real, es un simple espejismo. Si “to ta bien, entonces no hay que nadar contra corriente”, no es imprescindible recomenzar. Comprender sin tapujos ni medias tintas, que to no está bien, es el primer paso, y siento que por ahí vamos enrumbando las cosas y el futuro no será “verde con punta”. Es responsabilidad de todos, no de uno o dos, no hay otra salida ni garantía posible y el teatro está ahí para recordárnoslo.

Fotos del espectáculo To Ta Bien cortesía del autor.

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