Teatro La Proa, Ni Aislado Ni Confinado

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Teatro La Proa celebró el pasado 1. de junio su aniversario 17. Este año lo celebró desde las redes sociales, con un público diferente al de la sala, pero siempre expectante por las creaciones del  grupo.

Por Erduyn Maza Morgado

Hace varios días escucho de la vulnerabilidad del ser humano ante la pandemia de la Covid-19. Es cierto, estamos expuestos, no importan los países donde vivamos, el monto de la cuenta bancaria, preferencia sexual o ideología política. Da igual. Es una enfermedad que no distingue y se propaga por el mundo sin clemencia. Hoy, cuando escribo este artículo, tiene un saldo de más de 5 millones de contagiados a su paso.

Nadie pensaría hace un año que el mundo estaría patas arriba con una pandemia. Son muchos los sufrimientos a causa de los cientos de miles de muertos, por los planes truncos, por trabajos echados por tierra. El año 2020 iba a ser muy productivo para el mundo titiritero, pero no son tiempos de lamentaciones. La ecuanimidad debe prevalecer en nuestro carácter, debe fortalecerse para sobrevivir y poder redireccionar el rumbo de la vida.

Cuando se hizo inminente la llegada del virus SARS-CoV-2 a Cuba, Teatro La Proa acababa de estrenar en La Habana y en Mérida, México, el espectáculo Entre quesos y ratones, con muy buena acogida de público. El curso escolar marchaba a un ritmo vertiginoso y con muy buen pronóstico para los estudiantes de la Escuela Nacional de Teatro de Títeres (ENTETI). El mundo profesional y la enseñanza artística titiritera se preparaban para participar en el Taller Internacional de Títeres de Matanzas, que este año estrenaba su nombre de Festival de Títeres de Matanzas (FESTITIM). Todo el año planificado se hizo tierra, al igual que la economía mundial. En ese momento entendimos el reto al que nos estábamos enfrentando y nos dispusimos a estar atentos a la nueva realidad.

Detesto el término “aislamiento”. Somos habitantes de una isla y en nuestros peores momentos siempre nos las hemos arreglado para no estar aislados. La capacidad de los seres humanos de reinventarnos, de adaptarnos, es única. En nuestras peores circunstancias nace la mejor creatividad. A los habitantes del mundo se nos ha pedido aislarnos socialmente para salvar nuestras vidas. Es pura cuestión de humanidad, por eso nos hemos quedado en casa para salvarnos y salvar, pero ¿asilarnos socialmente?

Las funciones de teatro quedaron suspendidas desde el 15 de marzo del año 2020 en todo el país. No sabemos cuándo volverán a abrirse las salas, pero no se le puede pedir a un artista que se aísle socialmente. La necesidad de expresarnos nos impulsa a buscar al público para provocarlo donde quiera que esté. Nos hemos refugiados en una sociedad virtual necesitada de escuchar, de decir, de intercambiar en las redes sociales. Facebook ha sido nuestro escenario desde el 21 de marzo de 2020 cuando realizamos la primera acción de Teatro La Proa: la transmisión en vivo de nuestra obra Entre quesos y ratones, en saludo al Día Internacional de la Marioneta.

La posibilidad de este contacto con el público fascinó a todos los miembros de la compañía. Nuestro video fue compartido más de cien veces y con casi mil vistas por personas de varios lugares del mundo. Decidimos que repetiríamos esa experiencia con otras obras ante la demanda del público de nuevos espectáculos, pero fue imposible porque las medidas de aislamiento se incrementaron en el país y los integrantes de Teatro La Proa no hemos tenido la oportunidad de volvernos a reunir.

Continuamos en Facebook como plataforma principal para el discurso virtual con un público a veces diferente al de la sala, pero expectante por la historia de nuestro grupo. Arneldy Cejas ideó series fotográficas con pequeñas crónicas para exponer el acontecer de 17 años de trabajo: Los títeres hablan, El público de Teatro La Proa, y Días para agradecer. En ellas compartimos entrevistas con personajes de obras titiriteras, sacamos a la luz nuestro paso por diferentes espacios del país a lo largo de los años y recordamos a personas que han sido maestros e inspiración. Haciendo esto hemos confirmado que las redes sociales son muy amplias y en ellas no funciona la monotonía.

Durante una confrontación, un amigo nos dijo a Arneldy a mí que con lo que había en los mercados nos moriríamos de hambre y del aburrimiento en nuestras cocinas. Arneldy le respondió que con lo que había en los mercados no nos moriríamos de hambre y mucho menos de aburrimiento y nació la serie de recetas de cocina Inspirada cuarentena, hecha para soñar, para inspirar en casa de manera divertida y en familia. Las series, los videos de nuestros títeres, el video en grupo, son solo una parte de lo mucho por hacer, mientras duren estos días de trabajo en casa. La necesidad nos obliga y no queremos perdernos el intercambio en estos tiempos extraños en los que el egoísmo y la solidaridad son protagonistas de una de una obra en la que queremos que venzan “los buenos”.

Me impresiona la entrega de los músicos. Se lanzaron a hacer canciones reflejando estos tiempos de pandemia. Otros retoman temas pasados y los desempolvan para contextualizarlos ante la nueva realidad. “Resistiré”, tema inspirado en la frase de Camilo José Cela, “el que resiste gana”, y letra escrita por Carlos Toro Montoro e interpretado por un grupo de músicos españoles es de los resultados más emotivos y esperanzadores, pero desgraciadamente todos los temas no han corrido la misma suerte y la falta de poesía e inmediatez cotidiana ha atentado contra la calidad de las propuestas.

Me gustaría destacar dos iniciativas de artistas del teatro de figuras: la serie Minutos con Pelusín: que no cierre el telón, de Teatro de Las Estaciones, protagonizada por Rubén Darío Salazar, y la iniciativa de nuestra actriz Niurbis Santomé con sus personajes Mercucho y Mercocha, dos títeres de cucurucho plenos de simpatías. Ambas entregas encierran la poesía lúdica de nuestra profesión. La belleza de estas figuras animadas son inspiradoras para estos tiempos. Las pequeñas producciones se hacen desde casa con elementos muy rudimentarios de edición, sonido y fotografía. Son cortas historias donde los títeres le hablan al público con el objetivo de entretener, instruir y aconsejar que se queden en casa, o que cocinen un rico arroz con leche. Dos experiencias con gracia interpretativa que pueden tener larga vida en futuros proyectos televisivos de mayores pretensiones.

Generalmente trato de ser un hombre positivo. Trato de pensar: después de esta pandemia el mundo va a cambiar, muchos serán mejores seres humanos. La Covid 19 nos ha enseñado que todos somos iguales, no importa las clases sociales, ni las razas. Si nos unimos como sociedad podemos vencer cualquier enemigo. Ojalá la lección la aprendan personas claves con el poder de cambiar “las cosas”, pero muchos desean taparse los ojos y los oídos. No les conviene escuchar, ni ver, ni aprender, esos son los egoístas en su mundo arbitrario y desigual.

¿Un mundo mejor? Solo si quienes aprenden la lección se buscan para juntos derrotar la inercia. La desigualdad social en el mundo era evidente antes de esta crisis y ahora más que nunca se pone de manifiesto la necesidad de que los gobiernos creen formas de acceso a la cultura, a la educción y a la salud para todos los seres humanos. Nuestra existencia no es un negocio, es una necesidad, un milagro, una fiesta y para lograr esta gran obra que es la vida necesitamos comenzar por respetarnos a nosotros mismos y a nuestros semejantes. Tenemos que dejar atrás nuestros egos para acercarnos a nueva relación más humana y menos condicionada.

Yo confío en la poesía, en el arte, en el teatro para lograr estos nuevos objetivos. El arte proporciona discursos soñadores con dimensiones lejanas de la cotidianidad, capaces de mostrar nuevas opciones, otros caminos. Por eso durante este tiempo no hemos parado de crear nuevas historias en Teatro La Proa. Ya viene Amelia sueña mariposas. Los títeres de este próximo estreno están casi listos para comenzar el montaje cuando podamos volver a los ensayos. Han sido largas jornadas de attrezzo y pintura. Hay también un nuevo texto en marcha donde el encierro de los personajes protagónicos los obliga a soñar con otras realidades, otras sorpresas relacionadas con proyectos audiovisuales y conciertos. La superación no la hemos dejado de lado.

Personalmente termino mi semestre de la Universidad de las Artes (ISA), con las tareas orientadas por los profesores. Hemos hecho nasobucos para varios integrantes del grupo. Como profesores nos ponemos al día con lecturas atrasadas y nos mantenemos al tanto de nuestros estudiantes de la ENTETI. Nos hemos sumado al llamado de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba para apoyar a la enseñanza artística con videos de pequeños talleres y conferencias sobre diferentes temas del arte. El contacto con nuestro público es una responsabilidad, una necesidad inagotable y por eso trabajamos día a día. El teatro siempre nos acompaña. Es nuestra manera de vivir y de ver el futuro. Es nuestra esperanza y nuestra fe de vida.

Cuando regresemos a la normalidad, las redes sociales deberían formar parte de los artistas con mayor sistematicidad, así las noticias falsas y la banalidad quedarían en planos secundarios. Ya conocemos de lo efímero y lo voluble de los medios virtuales. Hay que acceder a ellos con una lupa y discernir lo real de lo falso, pero es un espacio que existe y si no lo usamos quedará el vacío de nuestro arte. En Teatro La Proa lo que más nos interesa es explotar la posibilidad que brinda la transmisión en vivo en función de la promoción del teatro. Mantener esa parte del público de las redes es sostener un diálogo diferente, enriquecedor, con multiplicidad de criterios y a nivel promocional la obra del grupo se conoce por rincones insospechados. Trataremos de hacer, al menos una vez al mes, este tipo de enlace y de esta forma aportar algo más a las redes.

Nuestras instituciones deberían prestarle atención a este tipo de proyección de la obra teatral y deberían brindar un apoyo económico, para que los gastos no corran solo a costa de los bolsillos de los creadores. En este sentido un diálogo con ETECSA sería provechoso, no veo descabellado algún tipo de convenio institucional que apoye en este sentido la cultura del país. Internet cambió las relaciones humanas y de la misma forma cambiaron las relaciones entre el público y la obra de arte. El teatro tímidamente se coloca también en estas plataformas y yo apoyo esta iniciativa sin temor a perder la esencia principal de nuestro arte: el contacto directo entre público y los actores. Este no se perderá nunca.

Teatro La Proa no está ni aislado, ni confinado, muchos menos aburrido, sin trabajar. Nos hemos adaptado en una nueva etapa de nuestra vida como seres humanos. Una etapa que pasará para dejar ver un nuevo futuro. ¿Será mejor? Para muchos lo será, pero el mundo seguirá con buenas y con malas personas, con ricos y pobres, seguiremos en un mundo desigual con conflictos y con historias para contar. A nosotros nos toca estar atentos, observar esa fuente inagotable que es la humanidad y continuar la travesía con guitarra y papel en blanco para hacer valer nuestra voz. Nos toca cantar el pasado, el presente y el futuro en las salas repletas de público. Ellos esperan por nosotros y los artistas ya estamos listos para volver.

Solo falta que se abra el telón.

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