Por Ulises Rodríguez Febles
El pasado 18 de octubre estuve en la función de la obra Soñar con los ojos abiertos, de Teatro de Las Estaciones. Y estuve feliz, de admirar que la gente, como siempre, quiere ver teatro, que hace cola y pelea por entrar a un espectáculo teatral, que tiene “esa otra hambre” de la que habló Onelio Jorge Cardoso en “El Cuentero”.
Lo mismo ocurrió en la sede de Teatro Icarón, para ver Desastre, la más reciente propuesta de Teatro D’ Sur, dirigido por Pedro Vera, que ha despertado particulares resonancias en los espectadores, y que no me corresponde analizar. Hay un público en Matanzas, y eso es importante tenerlo en cuenta, que asiste a las propuestas teatrales.
Lo cierto es que quiero hablar de Soñar con los ojos abiertos, que en la sala Pepe Camejo, empieza a llenarse de un público que sigue el repertorio, siempre activo de Teatro de Las Estaciones.
Lucelcy Fernández es una de nuestras más notables sopranos, y tenerla con nosotros, explotar sus condiciones actorales y vocales, es algo que ha sabido trabajar muy bien Rubén Darío Salazar al incluirla en la puesta en escena; de igual forma consigue en el espectáculo hilvanar las potencialidades musicales del quinteto Vida o las condiciones dancísticas de sus actores y actrices, y de un actor–bailarín–coreógrafo como Yadiel Durán, que junto a la talentosa Fernanda Martínez, procrean imágenes de una impactante visualidad, que relee las propuestas del repertorio de la agrupación, las canciones que han dignificado a autores musicales o literarios desde lo teatral, en lo que se conjugan las imágenes de Zenén Calero, las recreaciones del universo del niño, con inteligencia y sensibilidad, para cautivarlos y llevarlos a el universo lírico de un musical estructurado con eficacia.
En el espectáculo se funden varios clásicos de nuestra literatura y de la música; se juega y anima al público a sumergirse activamente en la propuesta, se canta y danza, se trabaja con los trabalenguas, desde los personajes títeres y los actores titiriteros, con el aporte de Todos al sueño.
Revelación la de la quinceañera Fernanda Martínez, que se relaciona en el espectáculo, con delicadeza, organicidad y una elegancia visceral, que ya hemos admirado en otras propuestas danzarias, como la de Pase a bordo, de la compañía Danza Espiral.
En Soñar con los ojos abiertos hay actores de varias generaciones, desde Migdalia Seguí, la más veterana, con una trayectoria intensa y larga en el teatro, hasta la más joven Sonia María Cobos; pero aquí todos, los músicos, los bailarines, prueban su eficacia desde su rol individual al colectivo, y en el escenario destella como protagonista Lucelcys Fernández. El trabajo musical liderado por su hermana Roselsy Fernández, también al piano, es encomiable, en esta otra propuesta musical de Teatro de Las Estaciones.
El espectáculo está cargado de lirismo, es delicado y bien construido dramatúrgicamente, orgánico, incluso, cuando juega con el público, como en el caso de los trabalenguas, en las que la improvisación, el dialogo de todo el equipo artístico y los espectadores, propicia el movimiento de la estructura, hacia otro ciclo.
Soñar con los ojos abiertos es también, desde el punto de vista histórico para la agrupación, una manera de reencontrarnos con personajes, escenas que nos muestran significativas propuestas que han sido reconocidas por la crítica y el público.
Cuando tanto se habla de la carencia del teatro musical en nuestra escena, se debe patentizar los aportes que Teatro de Las Estaciones ha hecho al mismo en su historia como grupo. Solo basta revisar su repertorio desde que fuera fundado en 1994.
Esta puesta es una magnífica opción para los que siguen las propuestas de la Pepe Camejo, otro punto acertado en su repertorio; y también un vital instante en la escena matancera, que agradecemos, cuando salimos a la calle, a encontrar las ofertas artísticas que la programación semanal nos brinda.
El camino de Soñar con los ojos abiertos, solo comienza. Los invito a seguirla cuando atraviese nuestros límites geográficos. Merece disfrutarla.
Foto de Portada: Ayose Naranjo
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