Por Frank Padrón
Una nueva temporada de Reportaje Macbeth, un montaje de Raúl Martín con su Teatro de la Luna, nos sorprendió gratamente en las últimas semanas del pasado año en la sala Llauradó.
Bien es sabido que el autor de la tragedia nombrada por el maquiavélico guerrero que instigado por su no menos diabólica esposa deviene tirano usurpador del trono , resulta siempre un contemporáneo que nos habla desde su remoto siglo XVII como si lo hiciera ahora mismo, mediante una escritura tan vigorosa como poética.
Martín, quien gusta desde su poética en tanto director escénico dialogar con los clásicos, envuelve La tragedia de Macbeth en ropas muy actuales e incluso contextualizadas en nuestro entorno: reporteros del noticiero televisivo van informando sobre los acontecimientos que se suceden en el relato con las técnicas y el lenguaje propios de los medios, adicionando con ello no solo una nota de humor que aligera la densidad y la crudeza de los hechos, sino de absoluta actualidad, para reafirmar que aquellas pasiones que el bardo londinense plasmó y criticó en su obra –los peligros de la ambición y abuso de poder, el pago del crimen, los desmanes y consecuencias funestas del totalitarismo y las dictaduras—son algo que, lamentablemente, no solo han permanecido en el tiempo sino que se perfeccionan y acentúan.
En la puesta, tal como es habitual en las de teatro de la Luna, músicos en vivo no solo aportan el imprescindible elemento sonoro sino que ambientan, comentan, como aquel coro griego de la tragedia clásica, aun más antigua que la del “cisne de Avon” y de la que, sabemos, tanto bebió; solo que este presenta y comparte solfa, tanto original como versiones de piezas conocidas, que aportan referentes familiares a muchos, y cuyos arreglos han corrido a cargo de de los propios instrumentistas (Laura de la Caridad González, Isaac Soler y Ernesto Fonseca) .quienes incluso se desdoblan simpáticamente en importantes personajes (las brujas).
Un recurso muy empleado en el teatro de nuestros días como es la inserción de imágenes audiovisuales, aquí no es un mero complemento de la acción dramática, sino parte inextricable de ella, por la propia estructura y la esencia de la lectura que Raúl y los suyos han realizado del referente shakesperiano. Ello funciona de manera muy integrada y coherente, haciéndose un todo con el discurso central que constituye el hipotexto concebido por el dramaturgo británico.
La puesta toda rezuma cuidado y rigor, gracias al diseño lumínico y escenográfico del propio Martín, que resuelven con gran economía las traslaciones espaciales, las atmósferas y la relación entre seres humanos y entornos, algo de tanta importancia en el teatro de Shakespeare. Los movimientos acusan una inteligente proyección de la dinámica escénica para focalizar una pieza que, como sabemos, se mueve desde las intimidades de la casa hasta los espacios abiertos.
Una de las virtudes más sólidas son los desempeños, comenzando por el protagónico de Jorge Enrique Caballero, un actor que crece y se consolida por día; su emisión eufónica, su gestualidad tan expresiva como contenida, su estro registrado en los ámbitos de la pura tragedia sin por ello caer en excesos ni desbordes , anotan puntos ganados a su carrera; Amalia Gaute (Lady Macbeth) pese a entender con precisión y matices las coordenadas de su legendario personaje, debe superar cierto explícito tecnicismo que revela en ocasiones la deliberada composición de su papel.
El resto del elenco (Roberto Romero , Freddy Maragoto, Angel Ruz, Vicotr Cruz, Alejandro Castellón y los aludidos músicos, así como los conductores televisuales devenidos centrados actantes) exhibe ductilidad y aprehensión de los rasgos definidores de los caracteres asumnidos.
Reportaje Macbeth fue sin dudas un momento elevado en la cartelera teatral del año que finalizó. Esperemos no tarde otra temporada con este clásico revisitado.
Foto de Portada: Sonia Almaguer