Por Miguel Alejandro Corella Buitrago
La danza en Cuba exhibe una historia de décadas, con pilares ineludibles; uno de estos frutos, sin dudas, es Rosnery González Roque, primera bailarina que hoy estudia la Licenciatura en Arte Danzario, en la Universidad de las Artes (ISA).
Rosnery se ha consagrado a la danza y ha recibido referencias de muchas personas que han despertado un “bichito” que se esconde en cada parte del conocimiento de su especialidad. Rosnery, quien hoy se desempeña como profesora de la Universidad de las Artes, aboga por impregnar huellas en sus estudiantes. Sobre el trabajo en las clases de Creación Coreográfica de la experimentada pedagoga, Arianna Karla Román Candelaria, estudiante de Arte Danzario, del perfil Danza Contemporánea, opina:
“Para mí, la búsqueda de la profesora Rosnery va por la inspiración, en nutrirnos de múltiples elementos. Rosnery nos guía a la paz interna, para una amplia exploración en el campo de la creación y nos adueñamos de cada fragmento del cuerpo con sus herramientas».
Con más de 30 años de vida artística, muchas son las historias tanto corporales como espirituales que retiene Rosnery González en su memoria. Con su experiencia nos invita a dar una mirada a cada espacio de su tiempo.
¿Qué la introdujo a estudiar danza?
Pienso que en un principio fue mi propia curiosidad, siempre fui una niña inquieta en conocimientos. Participaba en círculos de interés, hice varios años gimnasia, era intranquila, practicaba voleibol, iba a la biblioteca fuera del horario de clase. Siempre estaba ocupando mi tiempo, y entonces una compañera me comentó que en la Casa de la Cultura estaban impartiendo clases de danza. Fui y me animé.
Era la Casa de Cultura Cirilo Villaverde de Bahía Honda mi pueblo natal, que antes pertenecía a la provincia de Pinar del Río y hoy forma parte de Artemisa. Mi primera coreografía fue con un tema que decía: “mami que será lo que quiere el negro”. La profesora que estaba ahí en la Casa de la Cultura justo era una prima de mi papá. Por esa fecha se hacían las pruebas de captación para la Escuela de Arte, entonces ella nos llevó a todos. Por eso pienso que fue un poco mi curiosidad lo que me acercó a la danza y otro tanto el azar. Quedar seleccionada fue otra cosa que me atrajo mucho, más la idea de que con mis capacidades físicas e intelectuales estuviera acorde con el perfil seleccionado.
Yo no sabía lo que era la danza, no sabía si era eso que había hecho en la Casa de Cultura o el ballet clásico, que era lo que más pasaban en la TV en esa época de mi infancia.
Mi papá no estuvo muy de acuerdo con que estudiara danza, porque mis notas académicas eran altas. Siempre comentábamos que podía estudiar medicina. Sin embargo, a pesar de las dudas, me planté y les dije que, si no me dejaban ir a La Habana a estudiar la carrera de danza, no estudiaría más.
¿Quiénes fueron tus profesores de Improvisación Creativa?
En mi época de la escuela, cuando empiezo con la danza, esta área del campo creativo se nombraba Composición Coreográfica. Y en esa época, la maestra durante toda mi carrera en la Escuela Nacional de Danza fue Odeimis Orbes. Justo en el curso escolar 1997-1998 en que comencé a impartir esta asignatura en la Escuela fue que le cambiaron el nombre a Improvisación Creativa.
Estaba la profesora María del Cramen Mena como Jefa de Cátedra en la Escuela, además era maestra en la Facultad de Arte Danzario en el ISA. Ella, junto con Odeimis Orbes y Xiomara Fariñas, se ocuparon de hacer el plan de estudio. Yo estuve impartiendo la asignatura con primer y segundo año de nivel medio durante un año aproximadamente después de estar graduada, pero no terminé el ciclo lectivo en ese entonces. Otra de las impulsoras creativas fue Isabel Bustos, durante mi primer estadío en Danza Teatro Retazos.
Dos personas influyeron mucho en mi desarrollo para convertirme en la profesional que soy fueron Idania Wambrug, con sus excelentes clases de técnica de la danza moderna y el investigador y crítico Guillermo Márquez con el que aprendí mucho sobre historia de la danza. Son los cuatro pilares de mi formación: Isabel Bustos, Guillermo Márquez, Odeimis Orbes e Idania Wambrug.
Con el aprendizaje de mis formadores seguí ahondando en el mundo creativo de la composición, de todo lo que rodea a una puesta en escena: el vestuario, la iluminación… No era solamente ese principio que aprendemos en la escuela que es el cuerpo, directamente con el cuerpo y en el cuerpo, sino todo el engranaje: la música, por qué los colores, las caracterizaciones en dependencia de lo que se quiere transmitir, la escenografía, si hace falta o no, por qué eliminarla o por qué hacerla presente.
¿Por qué crees que se le ha cambiado el nombre a la asignatura hoy llamada Creación Coreográfica?
Cuando se cambió el nombre de Composición Coreográfica a Improvisación Creativa a mí me sorprendió. Hablamos con la profe Odeimis Orbes y ella me comentó que improvisación creativa era más abierto, más libre, menos estructurado. Por como corrían los tiempos, me pareció acorde a las modificaciones, cambios, el desprendimiento de muchos bailarines de la compañía madre, que entonces se llamaba Danza Nacional de Cuba, todo ello como reacción a los cambios que se estaban sucediendo.
Yo había tenido experiencias con Danza Combinatoria (Rosario Cárdenas), Danza Abierta (Marianela Boán), Danza Teatro Retazos (Isabel Bustos). En todas era una efervescencia de romper con lo anterior. Luego me fui a Argentina y cuando regresé y me puse nuevamente en contacto con el quehacer acá, comencé a impartir clases en la Universidad de las Artes (ISA) y resulta que se había cambiado el nombre otra vez de Improvisación Creativa a Creación Coreográfica. Me resultó bien porque Improvisación Creativa es como más redundante prácticamente. Creación Coreográfica me parece más acertado como nombre para la asignatura, más coherente en el sentido de lo constructivo, es decir, a la hora de brindar herramientas al alumno para que construya desde su campo creativo. Representa mejor lo que se hace y para qué se hace, me gusta la combinación de palabras.
¿Cómo llegas a Danza Teatro Retazos?
A mí me habían otorgado la boleta desde la Escuela en la naciente Corporación Gaviota, pero yo no quería ir allá, quería bailar tanto contemporáneo como folclore, había hecho mi practica pre-profesional en el Conjunto Folklórico Nacional de Cuba.
En mi desesperación por encontrar otro lugar a donde trasladar mi boleta para el servicio social, me quedé en La Habana viendo qué aparecía que me llamara la atención. Entonces caminando cerca de 25 y L me tropiezo con Evedis Alfonso, bailarina que trabajaba en esa época en Danza Abierta, y me comenta que Danza Teatro Retazos estaba por hacer audiciones pues necesitaban bailarinas.
Fui al Bertolt Brecht, sede de Retazos en ese momento. A los tres días Isabel Bustos decide que comience a aprenderme el repertorio, lo que significaba que ya iba a bailar. Por eso y con la orientación de la Escuela, le pido una carta para que me hicieran el cambio de boleta para Retazos en vez a la Corporación Gaviota, y accedieron.
¿Cuál es su experiencia más importante en Danza Contemporánea de Cuba?
Mi paso por Danza Contemporánea de Cuba fue breve. Yo estaba evaluada en Retazos de primera bailarina cuando empiezo a trabajar contratada por el maestro Miguel Iglesias. Fue una experiencia linda después de haber estado tantos años trabajando dentro de un estilo, una forma, un método, experimentar otro espacio, más allá de que muchos de los bailarines nos conocíamos desde la Escuela. Con Danza… solamente bailé una pequeña obra en 1998: Habaneras.
Después había comenzado un proceso con la colega Lídice Núñez, en una obra en la que ella estaba comenzando a trabajar y me invitó a participar, tuvimos varios encuentros de investigación. Estuvimos en otro proceso con Alexis Fernández (el Maca) en una obra que él quería montar conmigo y con otra bailarina e hicimos exploraciones. Lo más concreto dentro de la compañía, pero más independiente a lo establecido fue con Alexis Zanety, juntos presentamos un dúo: Danza con Lobos, en el Festival Callejero, que luego se llamó Festival de Danza en Paisajes Urbanos: Habana Vieja Ciudad en Movimiento.
En ese momento no permitían que los bailarines de Danza Contemporánea de Cuba participaran en el Festival porque era en la calle. Yo hablé con el maestro Isidro Rolando y me explicó que no se permitía por las razones antes expuestas del entorno, y le dije: ¡me pongo unos zapatos!, y es así como la compañía comienza a participar en el Festival Callejero. De hecho, una de las fotografías que se hicieron de Danza con Lobos fue elegida para el logo del Festival por un tiempo.
¿Qué coreografías han marcado pautas en su vida artística?
A todas las obras del repertorio desde el año 1992 hasta el 2000 que estuve bailando con Retazos, les tengo mucho aprecio. Pero si tuviera que hablar de alguna en específico que marcó para mí un antes y un después como obra coreográfica, no como proceso porque cuando entré a Danza Teatro Retazos ya estaba montada como repertorio, es En Sueños. Otras obras son Las Lunas de Lorca, que empezó siendo 15 minutos y terminó convirtiéndose en un espectáculo de toda una velada. En esa obra compartía el protagónico. Me gustó formar parte de su transformación y crecimiento. Cuando regreso a Cuba, después de estar por Argentina, Las lunas de Lorca ya era diferente a la que había dejado antes de mi partida.
Una pieza que ocupa un lugar simbólico fue mi primera experiencia investigativa, como laboratorio de proceso creativo junto a Isabel Bustos: Ah, que tú escapes. También puedo mencionar Naturaleza muerta con gallina blanca, fue muy lindo y divertido toda la elaboración de la escenografía y los personajes inspirados en la poética del pintor colombiano Fernando Botero.
El espectáculo Bésame mucho me ayudó en cuestiones de procesos míos, personales, más individuales, más pensado en mí como persona, como ser y no tanto en el conjunto, es decir, que dentro de todo ese proceso, ese aprendizaje floreció, se hizo más traslúcido, ya mis necesidades habían cambiado.
Cada obra tiene algo mágico que queda bajo la piel con mucho cariño. Mi obra Mientras cae la lluvia (2002) es el resultado de darme cuenta de lo que venía necesitando: el decir “yo tengo para dar esto”. La atesoro, más allá que con el tiempo cuando la veo en video y la repuse en el 2016, me doy cuenta de sus errores, pero es la coreografía que marcó la segunda etapa de mi carrera, la puerta que se me abrió al mundo de la creación.
¿Artísticamente que hace Rosnery González en Argentina?
En Argentina tomo clases en la Escuela de Danza ARTE XXI del coreógrafo Oscar Aráiz, con Susana Zimmerman, maestra e investigadora de la Danza Teatro, pionera en ese campo en los escenarios argentinos. También tomé clases con María Fux, iniciadora de la Danza Terapia, Susana Tambutti maestra de Teoría de la Danza y con Viviana Lasparra, profesora del área de improvisación y creación, que es un poco más contemporánea conmigo, que estaba a cargo de esas materias en una especie de posgrado que hice durante un año, para el cual me convocó Gabili Anadon, colega argentina, graduada de la Escuela Nacional de Danza en Cuba.
De mi tránsito por Argentina también tengo que agradecer eternamente a dos personas muy queridas que me brindaron su apoyo incondicional desde lo artístico: el Dr. José Manuel López Sierra (cubano) y la Dr. Mónica Da Matos (argentina ). Sin su colaboración Mientras cae la lluvia no hubiera llegado al público bonaerense. Fue muy enriquecedor. Fue un contacto con otras culturas, formaciones, otras maneras de hacer.
¿En lo particular, crees que el desempeño y la forma de trabajo de la compañía Danza Teatro Retazos te han nutrido en las clases que impartes?
Pienso que mis aprendizajes en Retazos sí me han nutrido e influenciado mucho y han sido una guía. Isabel Bustos es un faro para mí y no solo artísticamente hablando, sino para la vida. Su danza para mí es poesía. También en mi desempeño psico docente como profesora, además de todo lo que me he nutrido de Retazos…, sigo aprendiendo.
La maestra Isabel siempre habla: “no se queden en la forma, ahonden en lo que sucede”, y con esa premisa yo igual me lancé a investigar. Desde esa premisa nació mi primer espectáculo. Necesitaba respuestas de muchas cosas, personales, sociales, del ser humano, de sus aciertos, ausencias, de las mías, de mi búsqueda, mi curiosidad constante, de querer saber el por qué, el cómo, el para qué. He investigado mucho de psicología, de bioenergía, de asuntos holísticos, de los chakras, los distintos puntos de energía. Hice un curso de técnicas y terapias de vanguardia.
En fin, he investigado sobre muchos campos que estudian el desarrollo del conocimiento humano. He estado no solamente observando sino también analizando de manera teórica y práctica durante mucho tiempo a distintos grupos humanos: personas con discapacidades, chicos con autismo, docentes que interactúan con niños en situaciones especiales, entre otros. Todo este conocimiento académico y exploratorio desde Retazos y en Argentina, tuve que ponerlo en práctica.
La danza pensada como ciencia es un nuevo aprender-aprender, donde no existe una verdad única, todos tenemos una verdad. Yo sé cuál es la mía, y creo, que eso es lo más importante, saber que tengo una que no es la única, pero la comparto, no la impongo. Eso para mí es muy lindo, porque es mío, es un camino que he dibujado yo, nutriéndome de todo. Si tuviéramos ese nivel de conciencia, todos los vínculos serían más sanos, la relación con el mundo que nos rodea, y desde ese concepto es que yo encaro mis clases de Creación Coreográfica, pero me pasa igual cuando voy a dar una clase de Técnica de la Danza o cualquier otro entrenamiento.
¿Cuál es su valoración sobre la danza en los últimos años?
Mi valoración va más con todo lo anterior que he dicho, porque tiene mucho que ver. La mayor parte de estos últimos años, mí relación con la danza ha sido más desde el campo investigativo. Ha sido fructífero, positivo, ese movimiento, ese desarrollo, pensar la danza, el cuerpo, desde el mismo desarrollo humano y cómo influye en esto mi profesión, que alcance tiene mi acción.
Si la pregunta es el estado de la danza para mí en la actualidad, yo la encuentro sana, porque siempre ha habido investigadores que han planteado en determinadas décadas históricas sus opiniones y concepciones sobre la danza, pero desde finales de los 80 del siglo pasado para acá, se investiga y se teoriza más sobre danza, y eso es muy favorable pues nos hace conocer y comprender más, es lo que más tiempo he dedicado a explorar.
Hace mucho tiempo que no veo danza en teatro, o participo en festivales, solo las cosas que he podido apreciar ha sido por mi visión en redes sociales, lo cual me juega un poco en contra si tuviera que hacer un análisis crítico acerca de lo que se está haciendo en las compañías. Danza cubana actual he visto muy poco, llevo apenas cuatro años casi cinco y me la he pasado estudiando en la licenciatura y los raticos, los fines de semana sin funciones en Danza Teatro Retazos, se los dedico a mi familia, pero aspiro acercarme un poco más a las propuestas escénicas después de que me gradúe, pero ahora mismo se me hace imposible.
Por otra parte, siguen apareciendo jóvenes coreógrafos, con inquietudes, nuevas propuestas, lo cual muestra un panorama esperanzador a pesar de tener otros conocimientos. Siento que todo continúa. No solo en Cuba, también a nivel internacional, la danza ya no es la oveja negra de las artes. Me parece que la danza ha ganado un lugar más protagónico y eso me resulta gratificante.
Rosnery González es una mujer que transita los pasillos de la Universidad de las Artes con todo el ímpetu que la caracteriza. Su testimonio reafirma la progresión de la danza en Cuba como uno de sus exponentes más fieles. Hoy enseña a los más jóvenes y refuerza con su puntualidad cada uno de sus conocimientos, devolviéndolos a través de sus vivencias.