Por Noel Bonilla- Chongo
El tiempo avanza a pasos diferentes…
Podría decirle para quien el tiempo anda,
para quien trota, para quien galopa,
y para quien permanece inmóvil…
William Shakespeare, As You Like It
Hay algo que hemos perdido en nuestra obstinación del cuerpo como sospecha socialmente construido y performativo, cuenta Silvia Federici. La visión del cuerpo como una producción social (discursiva) ha disimulado el hecho de que nuestro cuerpo es, asimismo, un receptáculo de poderes, capacidades y resistencias. Y sí, pensemos en la tradición expositiva del cuerpo danzante, ese que, desde el abecedario de sus juegos, no deja de reinventarse una y otra vez, mas, siempre in progress.
Los efectos pandémicos y las fracturas que nos deja este ya extendido tiempo vivido a destiempo, continúa agujereándonos: ¿con qué cuerpos contaremos cuando esto pase? Sí, “mientras el tiempo avanza a pasos diferentes”, el cuerpo danzante peregrina de la motilidad a lo exánime, de lo eréctil a lo abyecto, de la labor a la tregua. Miles de razones pudieran esgrimirse. Hay un cuerpo en juego que ahora se quiebra, aun en su querer ser.
Las diferentes teorías que muestran al cuerpo como fuente, como lugar o como dimensión de nuestras prácticas de investigación creativa pueden ser problematizadas en función de la pretendida tensión: el desplazamiento epistemológico de un pensar corpóreo, situado, táctil y vibrátil que se propone como alternativa al riesgo de volver el cuerpo en elemental objeto de estudio, lo que supone asumirlo como sustrato fijo del sentido, como superficie neutra de inscripción y otras tantas hipótesis que consideraría reductivas a la hora de desplegar indagaciones en torno al cuerpo dentro de la escena contemporánea.
Volver una y otra vez sobre las potencialidades del cuerpo danzante, “fuera” de aprehendidos tecnicismos corporales y de presencias escénicas vacías (en su ser activo) que terminan convirtiendo al danseur en un atleta de alto rendimiento, poco aportan a la investigación y escritura coreográfica de una pieza hoy por hoy. Bajo estos presupuestos, Réquiem – Siá Kará, gesta su residencia cooperativa entre el coreógrafo franco-tunecino Radhouane El Meddeb, el compositor italiano Matteo Franceschini y la directora Susana Pous con Micompañía.
Creación que sitúa al cuerpo y su presencia en cualidad de laboratorio interpelante de lo “disperso” que produce sentido en sus vínculos imaginación-acción, actor-espectador, movimiento-acción, ritmo-armonía, cuerpo-pensamiento, centro-periferia, vida-muerte. Así, Villa Lola (sede de Micompañía) dispone su espacio, apuesta por el ejercicio especulativo de una otra lingua franca que explora la comunalidad de cuerpos culturalmente mediados ante la irresolución de un posible modelo global; oportuno modo para re-actualizar el lugar de las teorías en las prácticas de la danza, más que externamente normativas, integradas, amplificadoras del discurso y pensamiento coreográficos.
Réquiem – Siá Kará, se trama desde la poética creativa de Radhouane El Meddeb (visite www.lacompagniedesoi.com), de la profunda observación que sobre la realidad cubana y sus gentes ha hecho el artista francés. De la potencia de nuestra cultura musical, plástica, existencial. De esos cuerpos, corporeidades, embodiment y performatividad cotidiana donde lo cubano sesga su día a día. Sin caer en estereotipos banales ni postales de color local ya abusadas, el entramado de hechos que hilvana la estructura compositiva de la pieza son devueltos de manera visual y espacial, como reinterpretación y herencia que la frase “siá kará” encierra. Tirar para adelante, avanzar, seguir, más allá de los frenos, la precariedad y el sentido de la “nada” asociado a la muerte.
Réquiem – Siá Kará, deja auscultar el sentido de la exploración que propone el rodar, la caída, el levantarse, el saber mirar. El estar atento a la escucha, al otro, al que no está físicamente, pero como aquellos fantasmas que viven y andan con nosotros, están. Trabajo a partir de esas finas cualidades que al final transforman la calidad de la presencia. Elocuente modo de estar ahí: vivos, atentos, alertas. «Nuestro réquiem es una reflexión «instantánea» sobre la vida y la muerte, un fotograma colectivo, un flash mob que se materializa mágicamente en un lugar público. Ciudadanos, una multitud de individuos, anónimos, personas de todos los orígenes que se encuentran y comparten sus preocupaciones, alegrías, dolores, miedos, esperanzas. Una reflexión sobre la esencia de la humanidad, un rito colectivo eterno, una reflexión sobre la inmortalidad, lo irreversible, una necesidad de suspensión, un alto; pero quizás también ligereza, libertad, donde por un momento podríamos superar nuestros miedos y dejarnos inspirar por una alegría de vivir, incluso por un breve descanso, para comprender el mundo de los vivos …»
En su grafía corporal y espacial, en su croquis sonoro, en Réquiem – Siá Kará, una secuencia lenta se vuelve diligente, un movimiento que sigue el eje vertical bascula hacia el eje horizontal, una convergencia en el centro se transforma en propagación hacia el exterior, el cuerpo muta de la luz a la oscuridad, de la levedad a la pesadez, del canon al unísono y así sucesiva e indistintamente. Quizás, el filósofo Frédéric Pouillaude en Le désoeuvrement chorégraphique. Étude sur la notion d’oeuvre en danse, podría decirnos que: lo común del ritmo y de la música, el roce de los cuerpos, los inevitables juegos de la seducción, el vértigo de una unidad en movimiento en la que los unos se identifican a los otros, todas estas cosas tienen que ver con una experiencia ancestral de la comunidad. (Pouillaude, 2009, p. 126)
Hoy, a modo de primer acercamiento público al proceso, a la develación de algunos vectores conductuales del mismo, a sus rarezas, los encantos, las conquistas, las negaciones, las perezas, alegrías y negociaciones que todo intercambio entraña; en esas conjeturas que cualquier evento escénico (tramado en presente) pudiera atribuirse, ponderaría su “estructura de contemporaneidad” (structure de contemporanéité), o sea, una “simultaneidad neutra… que aspira a la unidad de una comunidad sustancial” (une simultanéité neutre… aspirant à l’unité d’une communauté substantielle) (regresando a Pouillaude, 2009, pp. 357-358). Me encantaría destacar el cariz político de esa contemporaneidad entendida como exploración de una “comunidad sustancial” entre los danzantes, la obra y sus espectadores. Lo político aparece en la ida y vuelta de sensaciones compartidas y, en ese sentido, hagamos resonar lo que Jacques Rancière (2011) declara sobre el trabajo escénico: Una pequeña máquina óptica que nos muestra el pensamiento ocupado en entretejer los lazos entre percepciones, afectos, nombres e ideas, y en constituir la comunidad sensible que surge de tales lazos y la comunidad intelectual que hace pensable tal entramado. (p. 12)
¿Con qué cuerpos contaremos cuando esto pase?, reitero. Detrás de las provechosas jornadas de intercambios, investigación y aprendizajes compartidos antes del “parón”, salvaguardar el riesgo que implica ser cada día representación de la memoria y recuperadores de olvidos, será condición para seguir fundando sobre el camino de nuestro Réquiem – Siá Kará. En él, la transposición que propone la textura sonora de Matteo Franceschini (www.matteofranceschini.com), en su recreación de la Misa del Réquiem en Ré Menor (KV. 626) de Wolfgang Amadeus Mozart, es un pretexto, una referencia que la nueva sonoridad reinterpreta y devuelve mientras la danza desmonta aquellas morfologías que perecieron de anacronismos para concebir la presencia del cuerpo danzante como nuevo territorio de rebeldía a apresar. En su escritura espectacular, la pieza mixtura un conjunto de ocho bailarines que se van relacionando con un conjunto mayor (anónimo en apariencia y presencia) armado por sesenta actantes (no necesariamente profesionales de la danza).
Con una duración aproximada de sesenta minutos, en un amplio escenario desprovisto de escenografías corpóreas, aunque matizadas por sugestivo diseño de iluminación y la presencia en vivo de una orquesta y un DJ, la coreografía persigue la construcción en tiempo real de aptitudes que pueden transitar entre el calco y copia de figuraciones cotidianas, a la extrañeza y expansión y desdibujo de los más comunes caracteres.
Suerte de paisaje coreográfico contemporáneo, global y múltiple en sus influjos: un director coreográfico francés de origen tunecino, un compositor y músico italiano, una bailarina y asistente española radicada en Cuba, una compañía de bailarines cubanos. Camino y vocación para tender puentes colaborativos posibles entre modos distintos, países distantes, culturas diferentes y sus gentes múltiples, desde el deseo profundo de hacer feliz, desde la danza, a los demás. Sí, a quien trota, a quien galopa, a quien permanece inmóvil en un escenario insular que persiste con la letanía misal de un Réquiem renovado; ¿as you like it?
Foto de Portada: Identidad Visual de Réquiem- Siá Kará
Referencias:
Federici, Silvia (2016). «In Praise of the Dancing Body». Gods and Radicals, s/n (22 de agosto de 2016). Traducción de Juan Verde. «En alabanza al cuerpo danzante». Brujería Salvaje, s/n (junio de 2017). Recuperado el 19 de julio de 2017, de <http://brujeriasalvaje.blogspot.com.ar/2017/06/ en-alabanza-del-cuerpo-danzante-por.html?m=1>.
Pouillaude, F. (2009). Le désoeuvrement chorégraphique. Étude sur la notion d’oeuvre en danse. Paris: Vrin.
Rancière, J. (2011). Aisthesis. Scènes du régime esthétique de l’art. Paris: Métailié.