Por Noel Bonilla-Chongo
Es un hecho, ya la escena cubana envuelta está en las jornadas de celebración por el cincuenta y cinco aniversario de la creación del Conjunto Folklórico Nacional de Cuba (CFNC). Agrupación habanera que, junto al santiaguero Ballet Folklórico de Oriente se inscriben fundacionales en el ejercicio creativo en torno a las danzas y músicas de inspiración folklórica y sus modos de escribir para la escena.
Si bien el hombre siempre ha danzado, en un inicio sus movimientos pretendían imitar a la naturaleza y reproducir los actos en los que cotidianamente transcurrían sus días, luego se identificará con el “espíritu” a través de formas y bailes distintos. Poco a poco, la danza se socializa y de satisfacción de necesidades ordinarias y espirituales, se tornará espectáculo. Entonces aquellas premuras de invocación se volverán estímulos para respuestas corporales, espaciales, métricas. Del simple gesto emergerá el movimiento acompasado, rítmico, comunicador de estados de ánimos diversos.
Una rica variedad de cantos, bailes, toques, máscaras y atributos, vendrán a ser parte del hálito y aportaciones de culturas milenarias y mágicas; de pueblos distantes y, a la vez, próximos. Y, es que la danza ha venido para salvarnos la existencia, para corroborar nuestra pertenencia a un legado heredado de abuelos, leyendas y mitos.
La creación en la danza folklórica cubana está convidada a volverse puente progresivo entre sus otrora conquistas y los tiempos que corren hoy.
“Con el fin de recoger las manifestaciones danzarias y musicales de carácter nacional e integrarlas de forma definitiva al patrimonio cultural y escénico cubano”, tal como se asienta en el manifiesto fundador del CFNC; desde 1962 una voluntad desafiante ha guiado el empeño de los precursores. Desafío centrado en la adaptación a la escena espectacular de muchos hábitos y procederes asociados a la práctica cotidiana de la comunidad portadora o informante. Entonces, no serán pocos los esfuerzos que se asumirán: la creación de una escuela como plataforma cultural y formativa en la nivelación, profundización y sistematización de conocimientos en los bailes, cantos y toques, paralela a la labor creacional del repertorio de las nacientes compañías, ha replicado en la presentalidad de nuestra danza folclórica toda.
Entonces, reunirnos bajo el lema de “Repensar la danza folklórica”, se vuelve escenario de lanza por el venidero aniversario. Veremos como el objetivo de promover, visibilizar y divulgar el arte músico-danzario folklórico cubano como expresión legítima de nuestra cultura popular tradicional y como unidad vinculante con el pueblo que la trasmite, sigue siendo mira al pensar el arte folklórico en la actualidad. Por ello, al insistir sobre el desafío que constituye la práctica dancística desde perspectivas enunciativas diferentes, es rigor retornar al concierto entre antiguas heredades y otras formulaciones más contemporáneas en la danza folklórica cubana.
Una agenda que incluye presentaciones artísticas, clases maestras, conferencias magistrales y encuentros temáticos, posibilitará el diálogo entre directores, coreógrafos, asesores y estudiosos del arte músico-danzario de raíz folklórica asociados a la labor artística de las agrupaciones pertenecientes a su catálogo en todo el país. Las provocaciones convocantes del maestro Rogelio Martínez Furé con el pretexto “Los crímenes contra el folklor”, se avine como pórtico en el intercambio reflexivo que será el evento.
Asimismo, las intervenciones de la antropóloga colombiana Gloria Triana Varón y la muestra de sus registros audiovisuales sobre las amplias y diversas maneras de asumir el legado tradicional y folklórico, junto a las aportaciones de la doctora Bárbara Balbuena en torno a la trasmisión en la enseñanza de los bailes y músicas folklóricas; favorecerán los intercambios.
Urge ya activar un pensamiento discursivo que facilite al investigador, al creador, a la crítica, su tarea de registrar, analizar y concebir el hecho creativo en la danza tradicional, popular y folklórica.
Pertinente será regresar sobre las concepciones en el tratamiento escénico de la danza folklórica como trazado de sus dispositivos teóricos, investigativos, creacionales, útiles para dar luz a los sentidos que se desprenden o asocian a ella. Modelos y protocolos taxonómicos de sus componentes, diseñados en la sistematización de fundamentos a través de la indagación permanente, como en su posterior análisis, se vuelven apremiantes al cavilar sobre la “doble” orientación a la que generalmente se halla vinculada la práctica danzaria folklórica y sus destinatarios humanos o divinos.
El atavismo a un repertorio focalizado en la raíz o raíces hispánicas, africanas o francohaitina, se torna recurrente en la práctica coreográfica de nuestras agrupaciones, hecho que condiciona la configuración predominante en el abordaje escénico de nuestro folklore danzario (proyección, teatralización o creación artística con base en el legado folklórico/popular nacional), como dispositivo correlativo. Unido a lo anterior, las concepciones coreográficas y de puesta en escena asumidas por muchos líderes de las agrupaciones (regularidades observables en cuanto a relaciones entre dramaturgia y espectacularidad, manejo coreográfico de mitos, leyendas y símbolos de la cultura popular; diseños espaciales reiterativos en la frontalidad, el círculo, el unísono, el tratamiento de conjuntos grupales en escena; disparidad en las calidades y eficiencias de la producción musical-vocal en vivo; configuraciones escenográfica, de vestuario e iluminación ya agotadas), se vuelven componentes discursivos de emergente revisión y ocupación.
Por ello, las clases maestras que dictarán Manolo Micler (director del CFNC), Isaías Rojas (director de la compañía Ban-Rara), el colombiano Dixón Pérez y Ernesto Llewelin (director del guantanamero Ballet Folklórico Babúl), se adentran en los sistemas de entrenamiento, preparación y exploraciones en la calidad de la presencia que se requiere para las puestas en escena, hecho que demanda de un danzante más dúctil, “procaz” y técnicamente dotado.
Se procura que “Repensar la Danza Folklórica”, se vuelva punto de encuentro en el acceso a referentes nacionales e internacionales (culturales, folklóricos y danzarios) y sus correspondientes modos de utilización, reordenamiento y adaptabilidad, elemento esencial en la actualización de los procederes escénicos. La visita expresa a La Habana para la ocasión, de la diva colombiana Totó La Momposina y sus músicos, hará que el encuentro se vuelva fiesta grata y de alborozo.
Ahora, después de tanto tiempo y búsquedas en maneras de re-escribir para la escena coreográfica y su beber en los llamados focos folklóricos, hay que re-actualizar nuestros modos de poner en práctica lo recolectado y procesado; hay que acercarse a practicantes-portadores devenidos informantes y/o demostradores desde la dinámica interior de la escena espectacular.
Aquellas investigaciones llevadas a cabo o lideradas por Rogelio Martínez Furé y Ramiro Guerra, desde matices diferentes siguen siendo paradigmas operacionales en la actualidad.
La Casa del Alba Cultural, la Fábrica de Arte Cubano (F.A.C), el Teatro Mella y la propia casa del Conjunto Folklórico Nacional, son los sitios escogidos para pensar en tantos años de entrega. Entrega que atribuye visiones siempre retadoras y clama por otras briznas al lidiar con la memoria y sus olvidos. Hoy, cuando muchas de nuestras agrupaciones exhiben elencos renovados que, si bien aporta frescura y prestancia, hay que aferrarse a lo mejor del legado de aquellos troncos y raíces que en muchas de ellas cementaron un decir alto y noble. La huella de algunas voces se escucha aun, se siente, se palpa todavía cuando Alafín de Oyó, Shangó rey de reyes, Tríptico oriental, Apalencados o los ciclos de aquella primera presentación del CFNC 1963 en el Teatro Mella, resuenan en la distancia.
Bajo la certeza de que es el folklor un río de aguas siempre renovadas -parafraseando a Furé-, no basta la humildad y paciencia obatálica al “pensar que no puedo decir nada nuevo que nuestros antepasados no hayan dicho”. Son otras las épocas, otras la manera de habitar el espacio y de interactuar con él; entonces, quiérase que el tiempo precipite nuestros modos y maneras para repensar la danza folklórica como un llamado oportuno hacia el cincuenta y cinco aniversario.