En lo primero que tenemos que estar claros los revolucionarios en este momento, es darnos cuenta que la primera y principal agresión, la principal violencia, es la de asediar una institución, es la de crear un estado de asedio a las personas que trabajan en ella. Es la de negarse a entendimiento alguno. Es la de utilizar celulares y redes sociales para movilizar a más personas para que lo hagan. Es manipular mediáticamente a las personas. Es recibir dinero para hacerlo de los mismos que nos tienen bloqueados. Y una vez ahí crear el peor ambiente posible, provocar lo más posible, hasta lograr una reacción que puedan utilizar. Y es lo que están haciendo.
Por eso es que tenemos que estar muy claros los revolucionarios ahora mismo, los de la cultura, y todos, saber que lo que la contrarrevolucion quiere en este minuto es que no se vea la principal violencia y nos pongamos a juzgar a los revolucionarios asediados, bajo las provocaciones, en vez de apoyarlos, a los que han hecho todo lo humanamente y diplomático posible todo este tiempo. Los apoyo como revolucionario, como colega, como gestor cultural, como artista y cubano digno, como compañero de ideología, de circunstancias históricas y de Partido. Y no los juzgo ni por un minuto, porque yo mismo no sabría como hubiese actuado ante un provocador que me mete un celular en la cara. Quedarnos en los vídeos de la contrarrevolución, es hacer lo que la contrarrevolución quiere.
!Que dimitan los que dirigen Cibercuba, Periodismo de Barrio, El Estornudo, 14 y Medio, ADN, On Cuba¡ Esos son los que tienen que renunciar a sus propósitos y a sus empujes, manipulaciones y provocaciones. Y no ir a forzar una y otra vez nuestro Ministerio de Cultura y las personas que trabajan en él. Van al Mincult porque es el lugar más fácil a dónde llevar sus intenciones. Pues ya no lo es. Esa es la principal claridad de este momento. Nuestro Martí hoy no es solo el que cultiva la rosa blanca, sino el que cayó en Dos Ríos.
Tomado del perfil de Facebook de Javier Gómez Sánchez
En Portada: «Martí y nosotros». Roberto Fabelo
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