Abel González Melo, Maité Hernández–Lorenzo y Nara Mansur Cao
Por Edgar Ariel / Fotos Maité Fernández Barroso
El espacio de lectura y re/presentación Publicación Escénica, que convoca de manera mensual la Editorial Tablas Alarcos, tuvo su primera cita de 2020 el pasado diez de enero en el Complejo Cultural Vicente Revuelta (Calle Línea e/ D y E, Vedado).
Esta vez, los autores invitados fueron Nara Mansur Cao (La Habana, 1969), Abel González Melo (La Habana, 1980), y Maité Hernández–Lorenzo (La Habana, 1970).
Publicación Escénica tiene la tentativa de conjugar autores, poéticas, relacionados en un mismo espacio a través del dominio de la palabra. El denominador común es la entremezcla de textos en la lectura. Se interpreta la lectura como paisaje intertextual.
En este caso se imbricaron textos de tres autores que devinieron lectura parásita. Una lectura que se sostuvo sobre el principio de contaminación, que se autodevoraba (que se des–creaba) en los infinitos aplazamientos del lenguaje. Una lectura de escombros, en un gesto transcodificador de infinitas superposiciones.
Nara Mansur, Premio Nacional de Poesía Nicolás Guillén (2011) y Premio de la Crítica Literaria (2011, 2012), lo valoró de la siguiente manera:
“Es un enorme desafío para los actores [Alexis Díaz de Villegas, Liliana Lam, Dilailis Martínez] tomar textos que no están diseñados para ser dichos escénicamente, elaborar actos de habla en relación a la poesía. Pero creo que es lo lindo del espacio. Esa paradoja entre la poesía para ser consumida de manera “más ensimismada” y la posibilidad de no hacer eso, si no de subvertir esa propuesta y de darlo a conocer a viva voz. Creo que es muy difícil.”
Los textos de Nara Mansur que se leyeron pertenecen al poemario El trajecito Rosa (Buenos Aires Poetry, 2018), y que actualmente se encuentra en proceso de edición por la editorial cubana Unión.
Esta fue la presentación en Cuba del poemario, aunque en el espacio de lectura Café–Bar Emiliana, que dirige la poeta Soleida Ríos, también fueron leídos algunos poemas, el pasado veinte de diciembre.
Nara escribe poesía como dramaturga. El trajecito Rosa tiene una trama muy evidente, pero también solapada, en relación a la rosa, lo rosa, el color, el fetiche, el eterno femenino. El mundo de la mujer y lo rosa. Es un libro que es un estado de colaboración, nos indica Nara, porque hay epígrafes al pie de los poemas que también mencionan lo rosa.
En el libro hay referencias a otros textos de otros (muchos) escritores que abordaron lo rosa. “Mi ambición fue casi escribir un tratado sobre lo rosa. Creo que no lo logré, pero me hizo muy feliz poder publicar el libro”, comenta Nara.
La poeta argentina Ana Arzoumanian escribió a propósito del libro: “En el rosa del vestidito, en la elección del hábito, radica la apuesta política de Nara Mansur.”
El multipremiado escritor Abel González Melo aún cree en la palabra: “La palabra enunciada es siempre una palabra presta, la palabra siempre está lista para ser disparada, lanzada, vivida y recibida. Importan más esas sensaciones que la autoría de esas sensaciones.”
Así, tal como Barthes propuso la “muerte del Autor–Dios”, Abel afirma, en Publicación Escénica, el desvanecimiento de las autorías. Todos los textos que se leyeron, de su autoría, pertenecen a La muerte de mi padre.
Este libro tiene poemas que abarcan diecisiete años de escritura, entre 1997 y 2014. “La muerte de mi padre le da título al libro. Es un poema que escribí en el año 2004. Gracias a Chamaco, por una parte, y a La muerte de mi padre, yo empecé a ubicar cosas que tienen que ver con la distancia, con el padre y con las relaciones filiales.”
Maité Hernández–Lorenzo, además de periodista y crítica teatral, escribe cuentos. Escribió Las memorias vacías de Solange Bañuelos (Ediciones Matanzas, 2017). Pero los cuentos leídos en Publicación Escénica, aun inéditos, siguen reflexionando sobre la violencia, la mujer, el género, el hastío.
Hernández–Lorenzo escribe sobre la vida cotidiana y dice tener todavía la ilusión. “Tengo la ilusión de publicar más”, comenta, y agrega:
“No esperaba que los cuentos fueran leídos por actores. Eso me puso muy nerviosa. Realmente yo pensé leerlos. Los actores interpretaron los textos de una manera que yo no esperaba: muy enfática, apasionada, directa.”
Es la tradición del teatro tribunicio. El teatro de la declamación. Publicación Escénica debería encarar estas prácticas exigiéndose una revisión más radical: una revisión que se dirija a subvertir de manera más enfática, consciente, la escritura y la re/presentación.
Entornos como estos requieren ajustes fundamentales en el modo en que los actores enfrentan la contingencia logocéntrica, dominante. Este espacio, Publicación Escénica, no hace nada por impugnar esa tradición; por el contrario, la continúa sin ruptura.
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