Por Jorge Alberto Piñero (JAPE)
Hace unos días, revisando las redes, descubrí que algunos de los viejos integrantes, particularmente Alfredo Oliva, traían a colación la celebración de más de treinta años de la fundación del grupo humorístico Onondivepa. Este colectivo, junto a otras agrupaciones como La Seña del Humor de Matanzas, Nos y Otros, La leña del humor de Santa Clara, Los Hepáticos, Salamanca, Lengua viva…, marcaron pauta en el quehacer del humor escénico de los años ochenta y principio de los noventa.
Onondivepa, como muchos otros grupos de entonces, tuvo su raíz principal en las universidades. En este caso, de manos del recién graduado ingeniero eléctrico Ulises Toirac, en 1986. Ulises fue el director y lo acompañaron amigos de su carrera como Alfredo Oliva, Lyn León, Carmen Delia Pichardo. También se alistaron jóvenes que no pertenecían a la CUJAE, al estilo de Juan Carlos Abraham.
Sus primeros pasos fueron muy parecido al resto de los grupos de entonces: peñas, actividades en diferentes instituciones estudiantiles y laborales, pequeños eventos culturales…, hasta que a finales de esa década son llamados por Alejandro García (Virulo), entonces director del Conjunto Nacional de Espectáculos, y junto a otros grupos y solistas como Miguel Coyula, y el propio Conjunto, conformaron el espectáculo Miramar 81, 32 y 132, que durante varios veranos se presentó, con gran aceptación por parte del público, en el teatro Karl Marx.
El grupo, durante su bregar por los difíciles años noventa, tuvo múltiples cambios de elenco y sobre todo de intención artística. Eso sí, siempre vinculada al humor. Luego que Ulises Toirac decidió enrumbar su carrera en solitario, nuevos nombres se sumaron: Ángel Karell, José Cremata, y uno de los más antiguos directores artísticos, que aún trabaja con el Centro Promotor del Humor, Esteban Averhoff. Sobre aquella época, el humorista recuerda:
“Fue una experiencia nueva qué me enseño a conocer el humor en todas sus dimensiones. Un humor divertido, sano y reflexivo. Entré como jefe de escena y participé en varias obras de mayor rigor escénico. Luego el grupo fue tomando un giro musical con la entrada de Rafelito de la Torre, Jesús del Valle (Tatica), y otros músicos qué también se utilizaban en la actuación por su histrionismo y facilidades para el humor”.
Conocí a esta interesante agrupación, cuando siendo miembro de Nos y otros participábamos de un reconocido festival de humor, en el Anfiteatro de Varadero, en 1990, que organizaba el grupo Carcajada (si mal no recuerdo), oriundo de esos lares. Me impresionó la riqueza y originalidad de sus números, particularmente algunos sketchs antológicos al estilo de Despedida de duelo del compañero Benito, y Reorganización político administrativa del mapa de Cuba, realizados por Ulises, y el Traductor de Árabe que hacían Alfredo y Angelito.
Puede que haya algún gazapo en estas anécdotas que hoy les cuento. Fueron años de intenso humor escénico, de andares por festivales en todas las provincias, y muchos actores, comediantes, amigos que hacíamos humor por solo ver al público reír. Lo que sí puedo asegurar es que el grupo Onodivepa se ganó estar en esa rica historia del humor cubano del pasado siglo y también de este. Por eso me sumo a tan merecido homenaje.
Fotos cortesía del autor (archivo personal)
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