Por Mercedes Borges Bartutis / Fotos Buby
Raúl Martín es uno de los directores del teatro cubano que más vínculos tiene con la danza, no solo porque posee varias obras donde la danza es protagonista como La Boda (Danza Contemporánea de Cuba), La siete en punto (Compañía Rosario Cárdenas), El banco que murió de amor (Co danza) y Blanche DuBois (DanzAbierta), aquel hermoso unipersonal que le dirigió a Marinanela Boán; sino además porque sus obra de teatro tienen un alto componente danzario, sin pretender que sus actores y actrices se vean como bailarines.
Ocurre en domingo, puesta en escena basada en la pieza La mayoría de los suicidios ocurre en domingo, de la dramaturga Anna Burzynska, que debuta dentro de la Semana de Teatro Polaco, tuvo a una actriz, Yaikenis Roja, y un actor, Luis Manuel Álvarez, quienes sostienen el peso de la obra que se complementa con el acompañamiento en vivo de la pianista y cantante, Laura de la Caridad González.
Una vez más Raúl Martín utiliza el movimiento para que sus actores y actrices disfruten de una partitura física, que les permite lucirse en el escenario. Detrás seguramente hay un entrenamiento sostenido, hay un camino donde la expresión corporal tiene un papel protagónico.
Llama la atención cómo todo el diseño de movimiento en el espacio está concebido para que los dos, Yainekis y Luis Manuel, se sientan cómodos, no para que fuercen sus posibilidades físicas. Es una especie de danza suave, tranquila, una danza que tiene como único objetivo apuntalar los textos que se van sucediendo en la escena.
Es preciso resaltar el solo de Yaikenis Rojas, que acompaña un texto largo, utilizando elementos de baile flamenco, pero con esa tranquilidad de quien se sabe domina los recursos que maneja. Evidentemente ha tomado clases, se ha metido en el tremendo riesgo de moverse con soltura en la escena y le ha quedado muy bien, ha resuelto ser una actriz que danza en el escenario y eso no es fácil lograrlo.
La danza, en las obras de Raúl Martín, sigue teniendo una importancia capital, él disfruta ser un director de teatro que busca consuelo en la coreografía, que ama componer pequeñas frases de movimientos, suerte de soporte para escenas bien escogidas dentro de su obra. Su teatro – danza tiene un sello particular, ese que Raúl Martín ha ido labrando a través de los años, contagiándose cada vez más con el movimiento y dejando en cada puesta en escena un sabor de buen gusto, ese condimento necesario, al que muy pocos tienen acceso para llegar al éxito.