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Nuestro Aquiles

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Por Omar Valiño

Aquiles frente al espejo, de Teatro La Rosa, conquista espacios en Colombia durante este agosto. El espectáculo, dirigido por Roxana Pineda, formó parte en Bogotá del encuentro Mujeres en Escena por la paz, organizado por la Corporación Colombiana de Teatro y Patricia Ariza, así como del Festival Santander en Escena, que lidera en Bucaramanga Jaime Lizarazo. También la agrupación santaclareña ha trabajado en barrios y comunidades.

Tenía los apuntes en el tintero de esta columna desde que lo vi en Camagüey a inicios de este año. Había recibido en febrero el premio de puesta en escena del Festival del Monólogo Latinoamericano y Premio Terry, en Cienfuegos, más el premio de actuación concedido por la Asociación Hermanos Saíz a Dorian Díaz de Villegas.

Muy justo, en mi consideración, puesto que el joven actor otorga plena vida al unipersonal. Despliega fuerza y delicadeza a través de una expresión no realista, signada por las posibilidades corporales y vocales de un fértil entrenamiento. Entreteje así, de manera fluida, un discurso, resultante de la dramaturgia misma entre actuación y dirección, que cita a clásicos y cubanos con marcas de todo tipo, las llamadas cultas y las populares.

También música, canciones, melodías varias, coreografía de movimientos y en el cuidado espacio escénico, parte del estilo de Roxana como directora y actriz, al igual que la fina artesanía de los objetos, de las construcciones de miniaturas escenográficas. El espectador, en su cercanía física, casi «toca» las preciosistas imágenes que surgen frente a sí.

Ellas nos muestran a un Aquiles cansado de la guerra, de la muerte, del dolor. El héroe de La Ilíada, mitad hombre, mitad dios, El guerrero, antes frente al mar, ahora ante al espejo. Se observa, se autoanaliza, se interroga. A través de él, mediante yuxtaposiciones, vemos a otros héroes: Bolívar, Alejandro, Martí, el Che.

Un héroe que piensa en el fuego del amor en contraposición a la exigencia de la guerra: matar. Aunque lo puede animar la venganza contra Héctor y los troyanos por la muerte de Patroclo.

Pronto descubriremos al propio joven actor en tanto observador de su personaje Aquiles, y cómo inquiere: ¿Cuál es mi guerra? ¿La cotidianidad, la sobrevivencia, lo nimio frente a lo grande? ¿El presente versus la historia? Aquiles frente al espejo se revela entonces, en ese contacto íntimo de un público que rodea al actor, como una puesta sobre el lejano Aquiles, pero, en primer lugar, sobre nuestro Aquiles.

Foto:Argel Ernesto González