Fallecida recientemente, Elyse Dogson fue una de las personas que más se interesó por hacer visible la dramaturgia de la Isla en espacios internacionales. Sirva la publicación de esta entrevista realizada hace algunos años como homenaje del teatro cubano
Por Marilyn Garbey
Hace unos días llegó la triste noticia de la muerte de Elyse Dogson quien, desde los predios del Royal Court Theater, tendió un puente entre Cuba y el Reino Unido, a través del diálogo con los dramaturgos cubanos. Numerosas condolencias han expresado sus amigos de todo el mundo, quiero ahora recordarla compartiendo la entrevista que concedió a Habana Radio en abril del 2008, en la cual relata sus razones para trabajar aquí.
¿Cuál ha sido el rol del Royal Court Theater en la promoción de la dramaturgia contemporánea?
El teatro empezó su bregar en 1956, hace dos años celebramos los 50 años del Royal Court Theater. Lo fundaron un grupo de gente que se sentía frustrada con el teatro que se hacía en Inglaterra en ese momento, pensaban que era convencional, aburrido, que sólo reflejaba la vida de la gente privilegiada, de la gente rica de la sociedad británica. Esta gente deseaba crear una nueva estética de trabajo en la cual el texto y el dramaturgo fueran el centro de todo lo que se produjera, querían producir obras polémicas y provocadoras, que sirvieran para crear nuevos estados de ánimo sobre los asuntos de la vida cotidiana.
La primera obra que se produjo fue Rencor al pasado, de John Osborne. Desde 1956 hasta acá, cada uno de los dramaturgos británicos importantes, y los más importantes dramaturgos del mundo, han subido a la cartelera del Royal Court Theater. La estética de las obras producidas a partir de lo que pasó con la obra de John Osborne tenía que ver con el realismo, con los temas más polémicos de la sociedad. Eso permitió que otros autores tan importantes como Harold Pinter, Carol Churchill, entre otros, hayan tonado parte en el trabajo del Royal.
Al tiempo que se mantenía esta línea de trabajo hubo otra, más experimental, que trajo a dramaturgos extranjeros con una postura menos convencional con respecto a la manera de hacer la dramaturgia, como Samuel Beckett, un dramaturgo que forma parte de la historia del Royal Court.
Fuimos la primera compañía que presentó sus obras en el mundo británico. Como compañía, siempre hemos puesto la vista más allá de lo que sucede en Inglaterra. Somos una compañía que puede considerarse internacional, siempre hemos convocado a lo mejor del teatro experimental o tradicional, sin importar en qué lugar del mundo se produce. Esa es la línea de trabajo que me trajo a Cuba, hace seis años atrás.
A cincuenta años de su apertura, ¿cuáles son las actividades que realiza el Royal Court?
Creo que tenemos vivas las mismas preguntas que se hicieron los fundadores hace 50 años, aunque tal vez tengamos respuestas distintas. Las dos preguntas que se hacen todos los directores artísticos que ha tenido la compañía son: qué es una obra, y esto nos hace romper constantemente los límites para definir qué es una obra, más allá de cualquier convención, de cualquier línea preconcebida. La otra pregunta es: quiénes somos ahora. Eso implica que sigamos siendo un teatro contemporáneo.
Como decía hace unos minutos, llegó a Cuba hace seis años, ¿qué le motivó a venir a la Isla?
Empezamos a trabajar con países donde pensamos habría una energía teatral lo suficientemente fuerte y atractiva para preguntarnos qué pasaba exactamente allí, eran países donde estaba pasando algo que creímos podía ser interesante para el público británico, que no tiene noticias exactas de lo que pasa en esas realidades. Tuvimos experiencias muy positivas en ese sentido en países como Rusia, España, Sudáfrica. Lo más decisivo fue que la persona que, en ese momento, representaba al British Council en Cuba me invitó a venir y explorar lo que estaba ocurriendo aquí en el teatro. A partir de ahí se sucedieron la visitas y hemos mantenido el contacto.
¿Cuál ha sido la línea de trabajo que ha seguido el Royal Court Theatre en Cuba?
Lo principal ha sido encontrar y apoyar en todo lo posible a los nuevos autores cubanos que tengan obras que ofrecer. Es una estrategia del Royal Court desde su fundación: apoyar nuevos nombres, es lo que hemos hecho para propiciar que aparezcan nuevos textos sobre la realidad contemporánea cubana.
Se han realizado varios talleres en diferentes ciudades cubanas: Matanzas, Cienfuegos, La Macagua, La Habana. ¿Cómo ha influido esa vocación itinerante del taller en los textos concebidos, a partir de que exploran la realidad de Cuba, no sólo la de la capital del país, de que trabajan en la intimidad?
Creo que el apoyo del Consejo Nacional de las Artes Escénicas de Cuba, a lo largo de toda la experiencia cubana, ha sido vital. Porque no sólo nos ha permitido trabajar con los autores sino que, durante los diez días de taller, hemos convivido con ellos, dialogar con ellos, para lograr un mejor conocimiento de lo que están proponiendo, de intercambiar ideas constantemente. Eso ha sido un proceso de retroalimentación para quienes hemos conducido el taller y para los autores, que han llegado de todo el país, no sólo de La Habana. Generalmente trabajamos en países de habla inglesa, Cuba ha sido una excepción. Para nosotros ha sido muy importante dialogar con la comunidad cubana a través de su propio lenguaje, en el español que se habla en Cuba.
En las sesiones del Taller del Royal Court en Cuba han participado los autores, también directores y actores. ¿Cómo fue el diálogo entre ellos?
Eso ha sido esencial porque no queremos crear sólo literatura, sino que queremos crear textos para la escena, textos para ser representados. Todo lo que podamos aprender de los actores, de los directores será muy útil para los talleristas. Ha sido muy útil para las conductoras del Taller descubrir cómo los actores cubanos procesan los materiales que están escribiendo los autores cubanos contemporáneos.
Ha sido un intercambio muy fuerte. Aquí encontramos un problema que hemos encontrado en otros lugares y es que los directores de las compañías establecidas de los lugares que hemos visitado, no están interesados en poner obras de los autores contemporáneos vivos. Algunos prefieren poner sus propias obras o forman un repertorio de clásicos, sin detenerse en lo que ocurre al lado de ellos con los nuevos autores teatrales. Por eso, en mayo del año pasado, intentamos unir a directores y autores en un mismo núcleo de trabajo, para que se produjera entre ellos un intercambio más fructífero, pensando en futuras puestas en escena.
Como resultado del intercambio entre el Royal Court y los dramaturgos cubanos se han producido jornadas de lectura de teatro cubano contemporáneo en Londres.
La colaboración ha sido mutua, no ha sido sólo de un lado para otro. Si queremos que exista una colaboración fructífera tenemos que lograr un intercambio mutuo. No es sólo venir aquí, también debemos lograr que lo que se haga aquí sea difundido en Londres. Por eso hemos realizado varias acciones.
Hicimos la Jornada de Dramaturgia Cubana, en marzo del 2004, a la cual acudieron cinco autores que formaron parte del primer taller, se hicieron lecturas dramatizadas de sus obras, dirigidas por importantes directores e interpretadas por importantes actores del mundo teatral londinense ante un público que respondió muy bien a la convocatoria, el teatro se llenó y tuvimos una acogida de prensa muy exitosa.
A partir de ahí hemos tenido la posibilidad de ir llevando a Londres a autores que se han relacionado con el taller, a la residencia que, cada verano, la compañía organiza en la cual coinciden dramaturgos jóvenes de distintas partes del mundo. Allí trabajan durante un mes en uno de sus textos, ven teatro y dialogan con personas del mundo teatral. Allí estuvieron Norge Espinosa, Abel González Melo, Lilian Susel, Ulises Rodríguez Febles, Cheddy Mendizábal.
El Royal Court entrega un premio, también a un joven dramaturgo, en coauspicio con el sello Editorial Alarcos. ¿Quiénes lo han recibido?
La idea fue que nos sumáramos los esfuerzos al Consejo Nacional de las Artes Escénicas, por eso el nuestro se otorga junto al Virgilio Piñera. El Premio del Royal Court Theater se otorga a autores menores de 35 años, con textos inéditos, de temas contemporáneos, con una visión particular al respecto. Lo hemos convocado en tres ocasiones y lo han recibido Ulises Rodríguez Febles por El concierto y Lilian Susel por Retratos.
En el 2004 publicamos una edición bilingüe del texto de Ulises, por una prestigiosa editorial de teatro londinense. A fines de este año debe aparecer una antología con textos teatrales de autores cubanos vinculados al Royal Court, donde se incluye la obra de Lilian Susel.
¿Qué se prevé para continuar la colaboración entre el Royal Court Theater y los dramaturgos cubanos?
Tenemos muchas ideas entre manos. Este año irá a la residencia de verano Anieska Hernández, una joven dramaturga. Queremos realizar en noviembre, una nueva estación del taller. Ha surgido la idea de hacer un taller abierto al público, para mostrar las obras en que estamos trabajando y así crear expectativas, tal vez así logremos motivar a los directores y monten esas obras. Durante esta semana he trabajado con Norge Espinosa sobre la convivencia de varias generaciones de cubanos en un mismo espacio, como el de la Cuba de hoy. Es parte de una idea muy experimental que empezamos a desarrollar en el Royal y que se podrá conocer en el verano, en Londres.
A partir de su experiencia de dialogar con dramaturgos de diferentes partes del mundo, ¿se atrevería a hacer un diagnóstico de lo que pasa en Cuba?
Es muy difícil generalizar, pero creo que el problema al que se enfrentan muchos dramaturgos en busca de un director que sea capaz de trabajar con ellos, de encontrar directores que conecten con los textos que escriben, es algo que sucede en todos los lugares del mundo.
Hemos trabajado en contra de concepciones erróneas acerca de lo que algunos dramaturgos quisieran proponer como temas más globales, a nosotros nos interesa mucho la cubanía de los proyectos que hemos encontrado aquí, creemos que aquí hay esencias y un potencial muy fuerte, en un contexto tan particular como este. De lograrse los proyectos, tendrían un impacto fuerte en el público británico. Siempre he creído que cuando un dramaturgo encuentra en su propio país elementos de interés para la escritura, se produce una excitación muy particular que puede lograr un resultado muy provechoso y lograr un efecto contundente en cualquier lugar.
- Agradezco la colaboración de Norge Espinosa para la realización de esta entrevista.