Mirita Muñoz, vencer las penas

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Por Omar Valiño

Nueve eneros atrás, también en Jornadas Villanueva, estábamos en Matanzas, de la mano de la Casa de la Memoria Escénica que guía allí Ulises Rodríguez Febles, para rendir homenaje al centenario de la gran Violeta Casal, y al cincuentenario de vida artística de Miriam Muñoz.

Lo he recordado con nitidez ayer, al formar parte del jurado del Premio Nacional de Teatro, que otorgó el galardón de 2025 a Mirita, como familiarmente se le conoce a Miriam Muñoz Benítez en el ambiente cultural. Ahora, con casi seis décadas de profesión, recibe este merecido reconocimiento a su trayectoria, que es su vida misma dedicada al teatro.

Fue la consideración de un jurado integrado por Verónica Lynn, Raquel Carrió, Carlos Pérez Peña, este crítico, y Carlos Díaz como presidente.

Evoqué en la deliberación la muestra expositiva inaugurada en 2016, Miriam Muñoz: el vuelo de Ícaro. Porque allí estaban sus avales: las fotos de El circo de los pasos, de Fragata, en su intensa etapa en El Mirón Cubano; como también las imágenes de La ventana tejida y Edith, ya en Icarón, el grupo fundado y sostenido por ella a lo largo de este siglo XXI.

Recordé, por supuesto, Las penas que a mí me matan, el monólogo que Albio Paz escribió para ella sobre su propio itinerario, testimoniado por ella misma. Ningún aval mejor.

El parto de Las penas…, y luego su larga permanencia en repertorio, por más de 30 años, revela, además, la inclinación a colaborar de Miriam Muñoz, ella misma un eje que atraviesa el movimiento teatral matancero. Aquí no puede faltar la mención a Rolando Estévez, Gilberto Subiaurt, René Fernández, Pedro Vera, ni tampoco su conducción de procesos formativos con el grupo como principal espacio docente.

Esta vocación explica su habitual participación en la vida cultural, social y política de Matanzas, la ciudad que venera. Desde allí, donde es más difícil imponerse como territorio no capitalino, Mirita desafió las penas y las venció.

Fuente: Periódico Granma

Foto: Sergio Jesús Martínez