Por Roberto Pérez León
Un evento teatral como puede ser un Festival se mide no solo por la gente que vemos en las colas para entrar a los teatros o por los aplausos e incluso por los asistentes a los eventos colaterales. Un Festival de Teatro se mide por magnitudes concretas y no por pareceres.
Va a comenzar el décimo octavo Festival de Teatro de La Habana, un encuentro bianual. Cuando pase un año y se empiece a pensar en el próximo en el Festival, ¿con qué se va contar? ¿Con una memoria del Festival 18?, ¿con unas estadísticas de estudios de público?, ¿con las investigaciones que se compartieron en los espacios teóricos, con el compendio de las valoraciones críticas de las puestas escenas?, ¿con reflexiones que hizo la Academia?
Creo que hacemos eventos, encuentros, festivales a lo largo y ancho del país, y no existe la sistematización en la memoria organizada de lo que se hizo. Todo queda en una memoria dispersa y que resulta fragmentada y muy poco confiable. En el mejor de los casos se guarda el programa de actividades que a veces resulta escueto y poco informativo.
Yo sé que estamos en el período de la comunicación que corresponde a la Web 2.0, que llegó con tanta fortaleza que descolocó a la Galaxia Gutenberrg donde el conocimiento era el paradigma cultural. También la Web 2.0 llegó y derrotó la era que se ha dado en llamar la Galaxia McLuhan, la de la mágica y muy accesible cajita de sueños que es la televisión que en alguna medida no deja cómodamente sentados sin posibilidad de nada más que no sea la de ser consumidores-receptores de lisa y llanamente información dada por el encantador medio. La Web 2.0 nos iguala y nos anula porque nos relaciona mediatizadamente con el cuento-sensación de la libertad de exhibirse gracias la hiperconexión.
Entremos a la Web 2.0 y veamos qué hay del Festival de Teatro de La Habana de 2018: memoria desarticulada.
Cierto que superamos o vencimos o nos dejamos violar por la Galaxia Internet. Somos internautas rendidos y contentos. Pero, ¿no habrá forma de intercalar conocimiento e información en esa ciber comunicación de los new media y que se produzca un poco de la “eyaculación colectiva de la escritura”, que propuso Roland Barthes para su hipotética sociedad de emisores?
De los 17 festivales de Camagüey solo contamos con una Memoria, por suerte esplendente, un texto perteneciente plenamente a la era Guttenberg; documento que ostenta además como valor agregado el formar parte de la bibliografía activa sobre Virgilio Piñera, pues el Festival se celebró dentro de las actividades por el centenario del más fundacional de nuestros dramaturgos.
Volvernos Teatro. Memorias de un Festival es ese importante documento de la visión que el teatro tiene de sí mismo y de la gestión teatral que implica un festival. El copyright está a cargo de Mercedes Borges Bartutis y Ediciones Alarcos, 2013.
¿Por qué trabajos como estos no forman parte insoslayable en la organización de cada festival?
Me dirán que no hay papel, que las imprentas están abarrotadas, que hay urgencias más apremiantes en el ámbito editorial, etc., etcétera.
Y qué nos cuesta utilizar la Galaxia Internet para este tipo de acciones de divulgación promoción y preservación del trabajo realizado. No podemos dejarnos enajenar, obnubilar, asimilar e invadir por el delirio de las apariencias de lo individual en Blogger, Twitter, MySpace, Facebook, Messenger y por ahí para allá sabe dios cuantas plataformas debe haber.
Es verdad que una Memoria pese a la Galaxia ciberespacial implica burocracia, organización, dedicación y el diseño de estrategias particulares de ejecución, pero la logística de la mediación de las web solo cuestan un clip.
Sé que existe una memoria del Festival de La Habana. No está ni en los centros espirituales. Si entre quienes me leen hay un médium que logre bajarla por favor comparta el milagro.
Estoy hablando de Memorias como documentos pragmáticos, de rendición de cuentas, como plataformas programáticas para el diseño de las actividades alrededor de las artes escénicas. También lo son los Anuarios.
Como viejo investigador bibliográfico no me cabe duda alguna que la realización y debida sistematización de Memorias y Anuarios es imprescindible en la investigación y desarrollo de las artes escénicas nuestras también en la Galaxia Ciberespacial.
Por qué no empezamos con la Memoria del Festival de Teatro de La Habana 2019, para que no tengamos más memorias fragmentadas de lo que hacemos que por lo general sale muy bien.