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Los Sucesos Del Villanueva Y Sus Vínculos Con El Devenir De La Nación (I)

Conferencia ofrecida por Graciela Pogolotti, Premio Nacional de Literatura, en el Teatro Abelardo Estorino del Ministerio de Cultura, como parte de las Jornadas Villanueva 2019. Cubaescena publicará en tres partes su transcripción.
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Conferencia ofrecida por la doctora Graziela Pogolotti, Premio Nacional de Literatura, en el Teatro Abelardo Estorino del Ministerio de Cultura, como parte de las Jornadas Villanueva 2019. Cubaescena publicará en tres partes su transcripción.

Buenas tardes.

Lo poco que sé de los sucesos del Teatro Villanueva es lo que todos aprendimos en la escuela. En el año 1869, cuando había estallado la guerra de los Diez Años, en el teatro bufo se presentó Perro huevero, aunque le quemen el hocico, y en algún momento de la presentación alguien dijo: “¡Viva la tierra que produce la caña!”.

Los voluntarios dispararon contra los asistentes al teatro. Esta acción significó, simbólicamente, el vínculo orgánico entre el teatro y la nación.

Creo que se debe profundizar, a propósito de los sucesos del Villanueva, en algunos aspectos de la Cuba del siglo XIX, en los tiempos de la guerra de los Diez Años. Sabemos que, en la zona occidental del país no hubo brotes insurreccionales similares a aquellos que se produjeron en Oriente y Camagüey.

Se sabe que esta zona de Occidente estaba sometida a la influencia de la sacarocracia, era una zona fundamentalmente azucarera en que también se construyeron grandes fortunas a partir de la trata ilegal de esclavos. Por lo tanto, en este ámbito coexistían el sector anexionista, el reformista, y hay que reconocerlo, criollos que estuvieron en el cuerpo de voluntarios de España.

Sin embargo, como la realidad está hecha de matices, muchas de las mujeres que asistieron a la función de Perro huevero… llevaban adornos que tenían los colores de la bandera cubana. Esta realidad del Occidente del país quizá sea algo más complejo de lo que hasta ahora se ha dicho en las investigaciones históricas.

Hay un factor que no debemos olvidar, cuando se produjeron los mencionados sucesos, estaba por esos alrededores del teatro un muchacho que se llamaba José Julián Martí, y que a partir de ese momento se involucró de manera definitiva en la causa. Hasta aquí lo que puedo decir del siglo XIX y de los sucesos del Teatro Villanueva.

Mis intereses siempre se han centrado en el siglo XX, especialmente en los 60 años desde el triunfo de la Revolución cubana. Para situar mejor este 150 aniversario de los sucesos, siento conveniente recordar en qué circunstancias, por qué razones, de estrategia y de política cultural, los sucesos del Villanueva se asocian al día del teatro y al reconocimiento público a los artistas escénicos cubanos.

Para esto tenemos que retrotraernos en el proceso histórico que vivimos después del triunfo de la Revolución en el ámbito del teatro. La década del 60 fue una eclosión del teatro cubano, al punto que se empezó a tomar conciencia de que por encima de las diferencias estéticas y rivalidades estaban las bases de articulación de un movimiento teatral cubano.

A partir de la década del 30 fue creciendo, en medio del mayor desamparo, este movimiento teatral, luego en los 40 y 50. En esos años se entrenaron actores, se formaron directores, se dieron a conocer los nuevos dramaturgos, y se plantearon definiciones conceptuales en cuanto al entrenamiento y la formación de los actores.

A finales del 50 entró por vía de Vicente Revuelta y por vía de Adolfo de Luis las ideas de Stanislavski. En el primer caso a través de Francia, en el segundo de New York.

En estos años se fueron consolidando grupos que tuvieron distintos perfiles estéticos. Para poner dos ejemplos, que a mi entender son paradigmáticos y diversos: Prometeo y Teatro Estudio. Quiero insistir en esta convergencia que hace que en el momento del triunfo de la Revolución haya un determinado grado de maduración del movimiento teatral cubano, que le permitió dar el salto hacia adelante, hasta entonces había subsistido en la orfandad más absoluta.

En los 50 nos empezamos a familiarizar con Stanislavski. En el mismo año 59, si la memoria no me falla, en el “teatrico” del Palacio de Bellas Artes se puso El alma buen de Se-Chuan, es decir, entró Brecht, por vía de Europa Occidental.

Brecht recibió la mayor divulgación de su obra y su pensamiento a través de las traducciones al italiano que se realizaron por la editorial Einaudi, una de las grandes editoriales italianas, y por las traducciones q se hicieron al francés. Por esa vía llegó Bertolt Brecht a nosotros.

Ese crecimiento del movimiento teatral cubano en los 60 se verificó de una manera orgánica, natural. De los grupos que venían de antes se fueron desprendiendo células que generaron el nacimiento de otras agrupaciones y el creciente papel protagónico de algunos de nuestros directores fundamentales.

Foto Buby