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Las Tunas: Instituciones escénicas, la esperanza del renacer

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Por Yelaine Martínez Herrera

La difícil situación infraestructural de las instituciones escénicas tuneras ha sido uno de los talones de Aquiles de nuestra cultura desde hace varios años.

Por eso, que se realicen acciones constructivas en las salas Blanquita Becerra y Raúl Gómez García es esperanzador para artistas y públicos, ávidos de propuestas teatrales, máxime cuando aún no acaba de reabrir el teatro Tunas.

El periódico 26, como mismo ha planteado esas problemáticas en varias ocasiones, igualmente se hace eco de las realidades alentadoras, que esperemos se multipliquen en escenarios similares y sean duraderas, por el bien de todos.

Ernesto Javier Martínez Naranjo, presidente del Consejo Provincial de las Artes Escénicas (CPAE), considera un logro «darles mantenimiento a esas instalaciones y recuperar su valor de uso, porque llevan muchos años en deterioro y si no se acababan de coger entre manos, llegaría el momento en que nos quedaríamos sin ninguna. Por ahora, nuestras compañías se pueden presentar, alternando funciones, en el centro cultural Teatro Tuyo, que -aunque posee algunos detalles por mejorar- tiene mejores condiciones».

En la casa del Guiñol

Visitar el hogar del guiñol Los Zahoríes siempre es mágico. Sabemos del empeño de su colectivo por no paralizar el trabajo, aunque imaginamos el dolor bajo la piel por tener que cambiar su estética, a tono con las circunstancias.

Mayelín Batista, directora de esa cofradía, destaca la seriedad de la brigada que labora allí, una mipyme compuesta por dos albañiles y tres carpinteros, incluido el administrador, que alterna labores entre esta salita y la Blanquita Becerra, sede de Total Teatro. En la Raúl Gómez García, la directiva afirma que las faenas se han concentrado en el tabloncillo (su mayor dificultad) y la instalación de la electricidad en esa área.

«Esto significa mucho. Llevamos gran tiempo corriendo de lugar en lugar, no es lo mismo volver a tu salita y que los públicos puedan asistir todos los fines de semana. También aquí podrían actuar otros colegas», confiesa Batista.

Sin embargo, no desaprovecha la oportunidad para mencionar otras cuestiones que no deberían olvidarse para realmente apostar por un cambio significativo.

«Tenemos problemas relacionados con el camerino y la tramoya, que son vitales. Este último elemento, por ejemplo, es muy importante porque si el tabloncillo está, pero aún no hay tramoya, cómo vamos a utilizar y diseñar las luces. Antes de que se deteriorara definitivamente el tabloncillo, hicimos actuaciones con ‘inventos’, amarrando cosas, pero   -además de no ser lo idóneo- significa un riesgo.

«Hay obras, como las adaptadas para calle, que pudiéramos presentarlas aquí, pero en el caso de otras complejas, que ameriten diseño de luces, resulta imposible», afirma. Mientras, estos teatristas siguen buscando alternativas y compartiendo su arte en el centro cultural Luanda, diferentes escuelas y sitios abiertos».

El más postegado sueño

Elizabeth Borrero, directora de Total Teatro, mucho ha sufrido y luchado por el renacer de la sala Blanquita Becerra. Sin embargo, por fin sus lamentos parecen haber encontrado oídos receptivos. Eso la ilusiona. Era hora. «Se ha venido realizando una reparación capital, que realmente es lo que se necesitaba, pues había que hacerlo todo, desde tabloncillo hasta labores en los camerinos y un baño, que no teníamos», explica la destacada actriz.

Asimismo, reconoce la laboriosidad y el sentido de pertenencia de Rafael Ernesto Tristá Silva (administrador de la mipyme) y todo su equipo, que «aunque han afrontado atrasos en el proceso por demoras relacionadas con el dinero para comprar ciertos materiales, no han dejado de trabajar».

La también jefa de la Filial de Artes Escénicas del Comité Provincial de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac) expuso una preocupación que debiera resolverse, con apoyo de las autoridades gubernamentales y culturales, porque afecta el desempeño y puede traer posibles implicaciones para la salud. «Nos aqueja una plaga de murciélagos. Hemos ido a la Delegación Territorial del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (Citma) y otras entidades, pero aún no se ha encontrado una solución.

«Sabemos que no podemos eliminarlos porque la naturaleza hay que cuidarla, pero coexistimos con el guano de estos animales y eso es peligroso. Desde la fachada de la institución se aprecian sus vestigios y en el interior ni hablar, es desagradable. Si una vez acabadas las acciones constructivas, continúa esa situación, podríamos afectar la salud del auditorio. Vuelan libres por aquí», dice.

Por otro lado, «tenemos guardadas butacas independientes para el público. Queremos darle más funcionalidad al lugar e, incluso, soñamos con hacer una especie de café teatro, donde las personas -además de disfrutar de una buena obra- puedan compartir y tener una recreación sana. También albergamos la esperanza de que nos ayuden con la ventilación del lugar. No pierdo la fe», alega.

Según cuenta, Total Teatro prosigue trabajando en la recuperación de obras de su repertorio, pues algunos actores se han jubilado, otros ya no están en el país o en la compañía, y han tenido que ajustarse a las circunstancias. «Seguimos haciendo trabajos para espacios flexibles, vamos a hogares de ancianos y continuamos presentes en la programación de la provincia», detalla.

La voz de un protagonista

Rafael Ernesto Tristá Silva, administrador de la mipyme, se ha ganado por su tesón y seriedad el cariño de estos teatristas. Rafa (como le llaman) y sus colegas en menos de dos meses han logrado transformar parte de las salas.

«Adelantamos lo que hemos podido. Queremos que quede lo mejor posible, pues sabemos su importancia.

En el guiñol tenemos el tabloncillo a la mitad y pusimos la corriente. Le hicimos los muros, impermeabilizamos por debajo para evitar que entre el comején y colocamos parte de la madera. En ese caso usamos la teca, empleada en barcos por su resistencia. Y le estamos haciendo el corte y otros tratamientos requeridos a la madera restante.

«En la Blanquita Becerra las acciones han comprendido dos camerinos completos, un baño, el pasillo y la colación de banquetas, cómodas, espejo, luces… Tuvimos que demoler, hacer los muros, repellar de nuevo… Nos atrasamos un poco porque se demoró en aparecer el mármol, pero ya enchapamos con ese material, solo faltan unos retoques. Incluimos pladur en paredes internas y el frente de la institución, que son placas usadas en revestimiento de muros y techos para lograr confort y aislamiento acústico. Faltaría acabar de ejecutar el tabloncillo», dice el trabajador por cuenta propia.

Otras esperanzas

En nuestro periplo conocimos que está en perspectiva realizar labores en el teatro de la escuela profesional de arte El Cucalambé y en La Pérgola, sede de la compañía de magia Huracán Mágico. Ojalá eso se concrete y en un período no lejano alcancen al cabildo San Pedro Lucumí, hogar de la compañía folclórica Onilé, con alto deterioro. Nuestra cultura lo pide a gritos, lo necesitamos.

Foto Reynaldo López Peña

Tomado del periódico 26 de Las Tunas