Julio Bocca Imparte Ensayos En El Ballet Nacional De Cuba

A mí me gusta ver bailarines con personalidad, aseveró una de las más grandes figuras de la danza, el argentino Julio Bocca, luego de impartir un ensayo en el Ballet Nacional de Cuba (BNC).
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A mí me gusta ver bailarines con personalidad, aseveró una de las más grandes figuras de la danza, el argentino Julio Bocca, luego de impartir un ensayo en el Ballet Nacional de Cuba (BNC).

La subdirectora artística de la compañía, Viengsay Valdés, lo invitó a pasarse una temporada en esta capital como maestro, un rol que ve como una nueva vida, luego de haber asumido todos los papeles sobre los escenarios y aunque a veces la emoción le brota durante un espectáculo, se siente conforme con su presente.

Como bailarín, fue un torbellino en escena: grandes saltos, numerosos giros y una pasión que delataba su sangre latina; pero siempre le preocupó el arte, no solo la técnica.

Si levantan las piernas mejor, si no levantan las piernas, yo quiero ver una persona arriba del escenario, insiste el otrora estrella del American Ballet Theatre (ABT), donde su química con la bailarina italiana Alessandra Ferri los convirtió en una de las parejas míticas de la historia de la danza.

Después de haber conquistado la medalla de oro en el Concurso Internacional de Ballet de Moscú (1985), Bocca recibió la llamada de Mijaíl Baryshnikov para invitarlo a formar parte precisamente del ABT.

Su contrato de primera figura en ese conjunto desde 1986 le permitió desempeñarse en las grandes obras del repertorio universal, pero la oportunidad de debutar en el clásico El lago de los cisnes se le dio en La Habana, ese mismo año, durante el noveno Festival Internacional de Ballet.

La función junto a la primera bailarina cubana Ofelia González devino suceso todavía recordado por los amantes del ballet en esta isla y sus actuaciones aquí se volvieron habituales a lo largo de una carrera muy exitosa.

Por eso, es un honor tenerlo aquí, verlo tan sencillo y entregado, ver cómo él no sale del salón, denota esa pasión por una profesión tan linda que todos amamos: la danza, y nos contagia con esa calidad de movimiento, de expresar, y saber pedir las cosas, observó Valdés, aún primera bailarina activa.

La calidad de un maestro enriquece la experiencia de los bailarines, tanto de movimientos, incluido detalles, como de la parte artística, aseveró.

Bocca recordó que compartió en galas internacionales con Valdés y alabó su interés por brindar oportunidades a los más jóvenes, aunque algunos papeles demanden conocimientos y esfuerzos superiores.

Estoy feliz de ver una directora artística que se preocupa por el arte y, eso es lindo, ella está muy presente, firme, muy segura en lo que quiere y da oportunidades para hacer grandes roles justamente para incentivar la preparación de los artistas, consideró el maestro.

Según relató, cuando a él le ponen la juventud como excusa para no dar un papel, él apela a su propia vida: «yo empecé a los 14 años, tuve mi primer rol a los 15, si no hubiera tenido esa posibilidad, quizás no hubiera llegado a donde llegué».

Luego de haberle devuelto la gloria al Ballet Nacional Sodre, de Uruguay, gracias a una eficiente y exigente gestión como director, Bocca se entregó a la pedagogía, labor que lo ha llevado al Bolshoi (Rusia), la escuela de la Opera de París, el English National Ballet y compañías en Australia, Portugal, entre varias.

El BNC lo acoge por estos días como un miembro más en los ensayos del clásico Cascanueces, en versión de Alicia Alonso, prima ballerina assoluta cubana recientemente fallecida que muchas veces lo abrazó como un hijo en La Habana.

Tomado de Prensa Latina

En portada / Viengsay Valdés junto a Julio Bocca. Foto tomada de la página en Facebook del Ballet Nacional de Cuba – BNC oficial

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