Por Noel Bonilla-Chongo
“Si lo puedes imaginar existe”.
Pablo Picasso
Vuelven Isabel Bustos y su tropa de la compañía Danza-Teatro Retazos como gentiles anfitriones de Impulsos, Encuentro de Jóvenes Coreógrafos que en este 2024 suma dieciocho ediciones. Corresponde, en principio, celebrar la voluntad fundante, inquebrantable y obstinada de Isabel, su marca de nunca rendirse por difíciles que pudieran ser las circunstancias. Ella, nuestra Premio Nacional de Danza 2012 jamás ha vacilado ante la pujanza de la creación más novel y arriesgada. Más allá de su anchurosa experiencia y caminos andados por medio mundo, su credo en los jóvenes la vuelve una verdadera maestra de juventudes siempre atenta y colaborativa.
Impulsos en este noviembre 2024, también ha sido evidencia de las emergencias que nos golpean y que obliga a readecuar la tradicional dinámica del festival; por vez primera, muchos de los habituales participantes, no estuvieron en la agenda. Aun así, como eficaz estímulo a la creatividad y el intercambio entre los más jóvenes y desde zonas distintas de producción, el Encuentro sigue siendo ese espacio privilegiado de puertas abiertas. Concurso de coreografía e interpretación, cruce de ideas, experiencias, generación y presentación de propuestas coreográficas que, en su hechura temática y resoluciones creativas, enriquecen la actual danza escénica cubana. Acompañar la formación vocacional de los jóvenes coreógrafos emergentes, ha sido carácter e interés permanentes en la historia del evento.
De manera generosa, solidaria y profesional, Impulsos es pionero entre nuestros empeños isleños por cubrir muchos de esos vacíos necesarios en la formación coreográfica. Entre los registros efímeros vividos, los encarnados en los imaginarios poéticos de artistas y gestores, los que han podido documentarse como memoria salvada del evento, son referentes de consulta creativa y académica para la enseñanza de la danza en el área de composición coreográfica para amateurs, profesionales y experimentales.
En este 2024, alrededor de diez propuestas escénicas fueron vestidas, iluminadas, musicalizadas y acogidas teatralmente en Las Carolinas, la atractiva y confortable sede Danza-Teatro Retazos en el centro histórico habanero. Estudiantes de la Facultad Arte Danzario de la Universidad de las Artes (ISA), de la Academia Acosta Danza y de la Escuela Nacional de Danza, junto a jóvenes bailarines profesionales de la compañía anfitriona y de la artemiseña NCDance, contaron con la oportuna consejería artística de Isabel Bustos, de Bertha Casañas, del coreógrafo cubano-sueco Miguel Azcue y de la Catedra Danzar.cu del ISA.
La coreografía como arte vivo…
Aunque la “enseñanza” de la coreografía sigue siendo esa zona siempre discutida en nuestras plataformas de encuentros, diálogos, evaluaciones y tejidos curriculares de las academias (y de las agrupaciones, también distinguiría), sabido es que, en su generalidad la “coreografía” ha rebasado todos los estancos y modulaciones conocidas. Al redimensionar su más ancestral noción (etimológicamente, el término proviene del griego choros y grafía; el primero alude al coro en su danza y canto colectivos, mientras que grafía se relaciona a la escritura) para abarcar otras asociaciones y materializar los itinerarios entre imaginación y existencia.
De ser una práctica que procuraba exclusivamente designar la anotación del desarrollo de los bailes y sus pasos por medio de signos; a partir del siglo XIX, el coreógrafo se concibe como “el creador de bailes” y la coreografía será “el arte de crear bailes”. Noción que nos ratifica cuán resbaladizo es su terreno poético constructivo si quisiéramos homologar las metodologías y procedimientos más o menos legitimados a través de la historia escénica de la danza.
De esta manera, presentada como arte y práctica artística en sí, el arte coreográfico desde el campo epistemológico de la danza, el cuestionamiento sobre los procesos de creación artística, así como la mirada acerca de las vigentes nociones sobre coreografía y creación, se han convertido en indudable obsesión investigativa. Y aquí, Impulso como apremio motivacional para jóvenes coreógrafas y coreógrafos, en correspondencia con el hacer de tantos años de Isabel Bustos, fundadora y móvil convocante del encuentro, procura ser substancia que propulsa el imaginario de quienes apuestan por la creación coreográfica desde la multilateralidad escénica de sus franjas, sus obsesiones y ejercitaciones.
Hoy por hoy, admitir la creación coreográfica desde un enfoque transdisciplinario, requeriría de una visión mucho más reflexiva y abierta. La interrelación con otras disciplinas del arte viene exigiendo versatilidad, tolerancia y rigurosidad. Entonces, ante la variedad de modos, de poéticas y tendencias expresivas que describe el campo de la creación coreográfica en la actualidad insular y casi universal, lo transdisciplinar se erige estrategia procesual, discursiva y de comprensión de los procesos y sus interrelaciones en pos de un conocimiento lo más completo posible. En Impulsos 2024, baile, objetos, enunciación verbal, canto, música en vivo, proyección de video, escenografía móvil, temas divergentes y comunes, etc., fueron danzados con resolución; algunas piezas más logradas en su ensamblado, otras a modo de work in progress, y las mejores fueron electas como premios y menciones del jurado.
Entre obras y premios…
¿Phobia?, de Jonnie Osvaldo Martínez y NCDance, obtuvo el primer premio; Hogaño, de Elena Trimiño con estudiantes de la Universidad de las Artes, fue el segundo lugar; Malade, de Laura Mesa, bailarina de Danza-Teatro Retazos, alcanzó el tercer premio, mientras que una mención especial recibió el bailarín y coreógrafo Christian Lago Arias, por su solo Memento Mori. Otras piezas, como las creadas por Ernesto Brallant y Heikos Miguel González, develaron sutiles estadios en el sentido de lo coreográfico como terreno de re-escritura y transformación corporal y vehículo de exposición y performance en conjunción con la artesanía espacial, musical, visual de la danza.
Las jornadas compartidas en Impulso 2024 fueron hermosas. Dentro de la variedad de las propuestas recién vistas, entre el apego formal al movimiento generado en la tecnicidad del cuerpo danzante, hasta zonas liminares que fragmentaban ese cuerpo en muchas y heterogéneas corporalidades. Cada una de ellas dotadas de una materialidad gestual, presencial, discursiva, expresiva, visual y sonora, tan propias que les permitía una identidad igualmente típica, personalísima.
Impulsos, joven coreografía hecha aquí y ahora
La XVIII edición de Impulsos, nos regresó la alerta necesaria en el redimensionamiento de iniciativas, programas y proyectos que propicien la formación coreográfica como deseo y reencuentro entre el cuerpo y el espacio, del danzante con sus públicos y de este con el ágora del universo teatral. Al tiempo que Impulsos se asegura como ese escenario ganado para la promoción y desarrollo de la joven coreografía hecha aquí y ahora, nos exhorta a un mayor acompañamiento institucional.
Hay en las dinámicas del Concurso, una zona espléndida para el progreso y variación en modos distintos de lo coreográfico, desde los más tradicionales a los experienciales más antojados. Zona que reivindica la huella activa de Isabel Bustos, de su experiencia, vocación y comprensión en las diferentes maneras de su ser/hacer danza. Y como sostuviera Picasso ante la materialidad de la creación, “si lo puedes imaginar existe”, ahí, donde hay sueño, obsesión y propósito de la danza, el discurso se nos devuelve tiempo, forma, espacio, ritmo, cuerpo y más.
En portada: ¿Phobia?, de Jonnie Osvaldo Martínez y NCDance. ©Retazos