Homenaje a la raíz titiritera: un canto a René y Maribel

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Por Yanetsy León González

CAMAGÜEY.- En las manos de René Fernández, el arte encontró su casa, un rincón donde las marionetas son espejos del alma, voces que despiertan sueños. Premio Nacional de Teatro, sí, pero más que un galardón, es un tejedor de fantasías con su grupo Papalote de Matanzas, un sembrador de risas en la fértil tierra de la infancia, donde las emociones brotan puras.

Y Maribel López, la incansable, la viajera, la que lleva el teatro como bandera entre montes y ríos, trazando rutas imposibles con la Cruzada Teatral Guantánamo-Baracoa. Ella, que no necesita escenario de lujo ni luces brillantes, porque en cada mirada infantil encuentra la chispa que ilumina su labor. Directora del Guiñol Guantánamo, arquitecta de mundos diminutos, Maribel convierte el susurro de los títeres en ecos que resuenan en el corazón.

Este Festival Nacional de Teatro, que late en Camagüey como un corazón compartido, se inclina ante ellos no como un gesto de simple protocolo, sino como un acto de amor y reconocimiento. Freddys Núñez contó que cuando se propuso sus nombres, cada voz del comité organizador respondió con un sí unánime, un eco profundo que confirma lo evidente: son gigantes en un arte que, a veces, se ve pequeño solo por su sencillez.

Porque el teatro de títeres y su entrega a las infancias es un abrazo que cruza fronteras invisibles, es la conexión más pura entre los artistas de este noble oficio. En la hermandad titiritera no hay jerarquías ni sombras, solo un respeto mutuo que brota como raíz firme en suelo compartido. En sus actos de crear, enseñar y conmover, hay una complicidad que desmiente cualquier idea de “arte menor”.

René y Maribel son faros en esta travesía, custodios de un arte que, lejos de ser menos, es todo, porque se entrega a los niños, a las manos pequeñas que sostendrán el futuro. Hoy, el Foro de la Unión Internacional de la Marioneta (UNIMA) en Cuba y este Festival son un altar vivo, un espacio para rendir tributo y recordar que en los títeres, en esas figuras que danzan entre sombras, habita el alma misma del teatro, y en ellos, la eternidad de René y Maribel.

Foto de portada: Leandro Pérez Pérez

Tomado del periódico Adelante