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Estrenos Del Ballet Nacional De Cuba

Desde que Viengsay Valdés asumió la subdirección artística del Ballet Nacional de Cuba muchas cosas están cambiando, y otras estarán por cambiar.
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Concerto DSCH: Al centro los primeros bailarines Viengsay Valdés y Dani Hernández

Por Ismael S. Albelo / Fotos Buby Bode

Desde que la primera bailarina Viengsay Valdés asumió la subdirección artística del Ballet Nacional de Cuba muchas cosas están cambiando, y otras estarán por cambiar. El rescate de obras del repertorio pasivo y la incursión en nuevas formas de movimiento es la tónica de los nuevos tiempos.

Recientemente la compañía se presentó en el Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso con reposiciones y dos estrenos de coreógrafos foráneos. A esas nuevas piezas quiero referirme hoy, sin dejar de saludar la reposición de joyas como El poema del fuego de Alberto Méndez y Las sílfides de Mijail Fokín, además de Celeste de Anabelle López Ochoa, una de las obras que antecedía esta revitalización de nuestra compañía en lo coreográfico.

Celeste, pieza de la coreógrafa Anabelle López Ochoa.

Love, fear, loss del brasileño Ricardo Amarante presenta una estructura trillada, que al menos en Cuba ha recorrido desde Imágenes de Menia Martínez de 1963, In the Night del norteamericano Jerome Robbins, estrenada en Cuba en 1978, hasta Intermezzo per l´amore de Alberto Méndez de 1989, sin contar títulos de agrupaciones o bailarines extranjeros presentados aquí.

Un formato conocido, más si se adiciona un pianista en vivo en la escena, valor agregado por la actuación del maestro Marco Madrigal. También la disposición de “la pareja juvenil” al inicio y “la dramática” al final es utilizada por Amarante, todo con el llamado estilo neoclásico, académico con una sintaxis hasta cierto punto audaz y un complejo trabajo de pareja que nuestros bailarines –como siempre sucede y sucedió en esta temporada– supieron desarrollar con éxito, amén de ligeros accidentes apenas advertidos.

Love, fear, loss del brasileño Ricardo Amarante.

Lo más esperado de la temporada era Concerto DSCH del reconocido coreógrafo ruso Alexey Ratmansky, cuyas obras figuran en compañías de ballet del mundo, en especial en Rusia y los Estados Unidos, su actual país de residencia, donde es Coreógrafo residente del American Ballet Theater.

Es muy loable poseer hoy día una pieza suya en el repertorio, vuelco positivo para el Ballet Nacional, además que la dinámica que le imprime al movimiento trae una experiencia efectiva para la compañía. Pero hay que conocer la trayectoria del coreógrafo para comprender de qué va Concerto DSCH.

Con la peculiar partitura de Dimitri Shostakovish, la pieza fue estrenada por el New York City Ballet en 2008, cuando Ratmansky era disputado por esa compañía y por el American Ballet; y varias fueron las contribuciones suyas para la compañía fundada por George Balanchine, cuya influencia pervive aún después de más de tres décadas de su muerte.

Concerto DSCH no escapa a la influencia de George Balanchine

El estilo Balanchine está presente en casi toda la producción del ya mencionado estilo neoclásico, y Concerto DSCH no escapa de esa sombra, con secuencias tomadas casi “literalmente” de obras balanchineanas. Puede tratarse de un tributo, pero el riesgo de la copia está latente.

Aparece otra vez la rapidez del movimiento y la inteligente organización del cuerpo de baile, mientras el adagio intermedio pone un acento temático novedoso tratándose de una pieza “a lo Balanchine”, que en los cubanos cobra una dramaturgia original alejada de la influencia advertida, logro que antecedió Alicia Alonso cuando le dio alma al frío Tema y variaciones.

Confió que el Ballet Nacional de Cuba en esta nueva etapa asuma la presencia de coreógrafos foráneos como una política estudiada y no como una moda internacional y que no desperdicie las potencialidades de jóvenes coreógrafos del patio para proteger el patrimonio histórico, que no es anquilosarse sino avanzar y desarrollarse.