La vivienda como espacio imprescindible de la escena social actual ha incidido en el desarrollo de las sociedades. Las nuevas generaciones se enfrentan a muchas interrogantes. De los estudios de los propios jóvenes aparecen estudios que miran hacia esas zonas de conflictos.
La Generación Z no solo está cambiando lo que significa vivir en una casa, también se está cuestionando todo lo que creíamos sobre habitar. Están creando nuevas reglas para decidir si una casa es buena o no en el siglo XXI.
La afirmación anterior es una de las conclusiones a las que llega el joven mexicano Mario Emmanuel Guerrero Ruiz, estudiante de la Universidad Autónoma de Querétaro.
Cubaescena publica el texto “La Generación Z y sus necesidades habitacionales, la imposición de nuevos estándares de vivienda”, derivado de su actual investigación, con la cual arriba a interesantes conclusiones.
La Generación Z y sus necesidades habitacionales, la imposición de nuevos estándares de vivienda
Por Mario Emmanuel Guerrero Ruiz
La vivienda es un elemento fundamental en la vida de las personas y las sociedades. Según la Organización de las Naciones Unidas (ONU, 2023), se define como «La estructura formada por elementos físicos y servicios a los cuales dichos elementos suministran apoyo material. Los componentes físicos comprenden las edificaciones construidas por el hombre para tener seguridad, intimidad y protección de la intemperie.» También la ONU establece que la vivienda es «toda estructura separada e independiente que ha sido construida o adaptada para alojamiento permanente o temporal de personas, que está conformada por un conjunto de habitaciones.» (ONU, 2023)
El tema de la vivienda en México es muy complejo, convirtiéndose en un tema importante de investigación. Esto se debe principalmente a que la producción de vivienda social está basada en esquemas espaciales que no han favorecido la vida digna e inclusiva de amplios grupos de población en el país (CONEVAL, 2018). La situación se ha visto agravada por diversos factores que han causado una disminución en la producción de vivienda, entre los que destacan «los incrementos en los costos de construcción, alza en las tasas de interés, cautela de los desarrolladores en el contexto de un periodo de baja demanda, endurecimiento del crédito, entre otros.» (Martínez & Santiago, 2024)
Esta problemática se intensifica con los proyectos de vivienda social realizados en las últimas décadas, los cuales, según (Martínez & Díaz, 2018), «han dejado sobre territorio nacional graves problemas que han ocasionado su paulatino y aparente inevitable abandono masivo, particularmente de las que se localizan en las franjas periurbanas más alejadas de las grandes áreas metropolitanas”. Mientras tanto, las dinámicas familiares han experimentado cambios significativos desde la década de los ochenta del siglo pasado, evolucionando de la concepción tradicional a un hogar diverso. (Martínez & Díaz, 2018) señalan que ahora la vivienda es ocupada por «…parejas sin hijos, parejas del mismo sexo o viudos con o sin hijos, las familias ampliadas con abuelos, o los hijos casados que vuelven con los nietos, las ancianas o jóvenes que viven juntos…»
Con todos estos cambios sociales las ciudades están evolucionando hacia formas de vida cada vez más complejas, e incompatibles con el medio ambiente. (Barnett, 2020) advierte que las energías que motivan estos principios de desarrollo urbano se encuentran en un estado de profundo desequilibrio y contradicción. Esta situación se ha vuelto más evidente con la reciente crisis sanitaria del COVID-19 y los efectos del cambio climático, cuya intensificación se prevé para las próximas décadas (Plataforma Global por el Derecho a la Ciudad, 2014).
Ante este panorama, (Martínez & Díaz, 2018) sostienen que «los espacios arquitectónicos deben responder y adaptarse al cambio constante e incertidumbre de la contemporaneidad». Es por ello que, la Generación Z se convierte en un objeto de estudio crucial para poder entender las futuras demandas habitacionales.
La Generación Z o centennials, son aquellas personas que han nacido entre 1996 y 2008. Se caracterizan por tener una manera de pensar muy distinta a las generaciones anteriores.
Es importante comprender que sus necesidades afectarán el mercado inmobiliario actual, y que de alguna manera sus decisiones de habitar influirán en la demanda actual de viviendas, estableciendo parámetros de diseño que no se habían visto en generaciones anteriores.
Para poder desarrollar soluciones que respondan a sus necesidades, es indispensable comprender sus preferencias y prioridades, de esta manera se podrá contribuir al desarrollo de viviendas más inclusivas y resilientes.
Este artículo buscará entender sus necesidades considerando cómo están cambiando el mercado inmobiliario y la concepción de una vivienda. Dando paso al planteamiento de preguntas fundamentales como: ¿De qué manera la opinión de esta generación impactará en la forma en la que se diseña una vivienda? ¿Qué obstáculos enfrentará esta generación para poder acceder a viviendas que cumplan con sus expectativas?
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