El humor a juicio crítico

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Por Frank Padrón

Una vez más el teatro recibe propuestas humorísticas por connotados cultores de esa manifestación entre nosotros, que tantos adeptos siempre arrastra a sus convocatorias.   El Juicio final es esta nueva cita, a la que muchos han acudido en un recinto difícil de llenar (en este caso, al máximo) como el «Karl Marx».

Un quinteto en apuros, como aquel título fílmico, es el que integran esta vez Carlos Gonzalvo, Miguel Moreno (a quien pertenece también el libreto), Andrea Doimeadiós, Yasnai Ricardo, Michel Pentón/ Eme Fonseca y Osvaldo Doimeadiós (director).

Con una experiencia anterior en que también compartieron la escritura y la dirección ambos artistas (La vida es vieja) y otros tantos colegas, la nueva obra, con elenco más restringido, vuelve a fustigar aspectos de la cotidianidad aquí y ahora en varios episodios también interrelacionados a nivel dramatúrgico, aunque acaso la estructura narrativa sea menos compleja y ambiciosa (lo cual no significa que su radio de acción en lo conceptual e idéico sea menor).

Tres piezas con relativa independencia diegética y dos monólogos -que continúan incentivando la práctica de la stand-up comedy mediante varios actores en diversas temporadas-  dan cuerpo a El Juicio…, el cual persiste en fustigar el robo, la corrupción, la ind(s)olencia y otros males que persisten en nuestra sociedad a varios niveles (y que convierten la basura del episodio que da título a la obra en una realidad tan simbólica como literal).

Lo hace con el ingenio, el empleo creativo de la bisemia y lo parodia (genial la de cierto programa televisual y su conductor), la alusión y otros recursos intertextuales, donde el escritor ha demostrado ya tener » La llave».

Humor tan fino como corrosivo y sutil, que encuentra una correspondencia escénica de no poco rigor en la puesta , al tener detrás la mano de alguien que es no solo un respetable humorista, sino un hombre de teatro (al frente de un proyecto tan original y que ha arrojado ya tan jugosos frutos como Nave Oficio de Isla), de modo que las soluciones dramáticas, el uso racional del espacio y de expresivos elementos escenográficos y otros rubros esenciales- como la sugerente banda sonora de Eme Fonseca-  junto  al hallazgo de un eficaz tempo teatral, están una vez más garantizados.

Algún monólogo requiere un poco más de ajuste, porque implica cierta caída del ritmo interior del espectáculo (concretamente el del asalto al banco, a cargo de Pentón) y quizá pudieran rotar un poco más los actores en el «dramatis personae» dentro del mismo elenco, por demás notable en sus desempeños tanto individuales como en función del equipo.

El Juicio final entonces, finaliza con la sentencia a favor no solo del humor criollo sino del teatro, en cuya fusión acertada redunda ganancia para el arte todo.

Foto de portada del Blog Cuba actores