Por Mery Delgado Molina
Fátima Patterson arriba a otro año de vida, y si dice Gardel que “veinte años no es nada”, 70 es una cifra a respetar, más cuando la mayor parte de ese tiempo ha sido dedicado al arte teatral. Desde la virtualidad que se nos impone estos días, hemos podido conversar con esta mujer de teatro, las distancias territoriales se han acortado y con la sencillez de siempre la Premio Nacional de Teatro 2017 ha accedido a esta entrevista.
Con más de 50 años de vida aqrtística y después de haber pasado por medios como la radio y la televisión, se puede afirmar que el teatro es el centro de su existencia. ¿Está de acuerdo? ¿Qué le aportaron esos otros medios?
Todos los medios me han aportado algo, la televisión, la radio (que es el que más me gusta), siento una disposición especial hacia la radio, sin embargo, el teatro tiene un “bichito” que se mete en la sangre y en todo tu ser y te roba toda la atención, te roba el tiempo. Al teatro hay que dedicarle mucho tiempo, casi todo. A mí me encanta estar sobre el escenario, ahora no lo estoy tanto porque estoy dirigiendo, pero no renuncio, hago mis incursiones de vez en vez y eso me complace mucho.
Santiaguera de pura cepa, ¿cómo influyen Los Hoyos en lo que ha sido su razón de vivir?
Yo vivo en el barrio de Los Hoyos y para mi un orgullo porque es un barrio donde hay marcadas muchas cosas importantes de la historia de la nación. En mi barrio nació Guillermón Moncada, Quintín Bandera, está la casa de los Maceo, la casa de Frank País y esos centros culturales como el foco de La conga de Los Hoyos, el Cabildo carabalí Izuama, la tumba francesa, y todo eso marcó mi vida de alguna manera. Como soy en parte se lo debo a haber nacido en este entorno tan especial. La conga de Los Hoyos es insigne, ese sonido es muy fuerte, llama a la batalla, y al haberme dormido con ese sonido de la conga, de la carabalí, de la tumba francesa, sí, porque todos ensayaban en este barrio. Algo tiene que haber pasado, están en mi ADN, tengo esa predilección por la defensa de la cultura popular tradicional.
Ser profeta en su tierra es algo difícil de alcanzar para cualquier artista de provincia. ¿Cómo Fátima lo ha logrado y cuáles serían sus consejos a los nuevos creadores santiagueros?
Nacer en una provincia es algo tan hermoso, me han pasado cosas buenas, pero no es tan sencillo, hay que tener mucha perseverancia, deseos de hacer y de permanecer. Pienso que la capital es atractiva para todo el mundo, nosotros como grupo cada cierto tiempo incursionamos en los festivales de La Habana, de Camagüey, hacemos giras por las provincias.
Que la gente de tu provincia, de tu entorno te quiera, te respete y se sienta orgullosa de los logros es maravilloso, puede ser que eso me haya ganado mucho, que se sientan parte de las cosas que me han pasado, han sufrido y han reído conmigo. Eso para mi tiene una importancia.
Ser profeta en la tierra de uno es lindo, pero no es fácil. Los coterráneos son muy duros con su gente, le exigen mucho, eso es importante y es bueno. Para los jóvenes el mensaje sería que hay que perseverar, hay que identificarse con lo que está al lado de uno, hay que sentirse parte de algo, sin dejar de mirar hacia otras regiones u otros lugares de desarrollo, pero hay que sentirse de verdad parte de algo, comprometido de manera raigal con algún lugar.
El teatro y las artes escénicas en general han sido muy afectadas desde que comenzó la COVID-19 en nuestro país en 2020. Cómo Teatro Macubá se ha mantenido activa y cuales son algunas de esas experiencias en este período?
Esta pandemia es difícil, para el teatro es mucho mas complicado porque es un arte presencial. La gente va a sentarse, a ver, a estar en las plazas, calles, mirando. Este período ha sido tremendamente complicado. Hemos sido los más afectados realmente, sin embargo, no ha dado otras maneras.
Hemos estado por las redes, nos ha dado tiempo para escribir, leer, idear nuevos proyectos, repensar las obras. Nosotros hemos transitado desde confeccionar nasobucos hasta sentarnos a mirarnos por dentro. Hemos estado muy preocupados por lo que va a pasar con esta pandemia y los seres humanos. Tenemos que tener conciencia, tenemos que cuidarnos porque es una enfermedad tremenda. El teatro resurgirá vivo cuando todo esto pase, esperemos que sea más temprano que tarde.
Cuál es el mayor sueño y la peor pesadilla de Fátima Paterson al arribar a sus 70 años?
Cumplir 70 años es un regalo, hay gente que no llega, yo tengo muchos sueños y también pesadillas. Cuando uno llega a esta edad comienza a repensar en las cosas que no hizo o se quedaron por hacer, lo que quiso hacer que no pudo; y estas son las pesadillas. Uno quisiera que las cosas se dieran mejor, hacer más, tener tiempo.
Ni sueño tanto, mi pesadilla es ganar tiempo, quisiera tener un poco más de tiempo para hacer cosas que quiero hacer, ver cosas que quiero. Es simple, ya cuando uno llega a esta edad vienes de regreso de muchas cosas y entonces, solo pido tiempo para completar la obra.
Acumula una buena cantidad de reconocimientos a su obra, ¿qué son para Fátima los premios?
Durante todo este tiempo he obtenido premios, reconocimientos, muchas cosas hermosas, pero esto ayuda a la vanidad, y cuando vives en provincia ayuda a visibilizar a la persona que obtiene los reconocimientos y los premios, debiera ser también de otras maneras.
Esto es algo que a los que estamos lejos de la capital nos ayuda, lo que pasa es que uno no trabaja precisamente para eso, el empeño está en hacer una obra comprometida con su entorno, con su gente, con la sociedad, el teatro es un compromiso social y tienes que ser fiel con eso, no es modismo, es un compromiso profundo con la sociedad y a eso hay que responder. Siempre he dicho que el teatro me gusta mucho, y si hacer algo que te gusta te trae bien se convierte en algo hermoso.
El empoderamiento de la mujer, la racialidad, la religión y la cultura popular tradicional entre otros, son temas que aparecen en su obra. ¿Cuáles han sido sus premisas?
FP: Aunque hay muchas batallas ganadas y nuestra sociedad se ha enfocado en dar voz a los que no la tenían, a empoderar a la mujer, todavía quedan cosas por resolver. A partir de eso es que mi trabajo se ha enfocado, desde el principio las premisas de Macubá son la racialidad, la marginalidad, la mujer y la muerte. No la muerte física, sino esa muerte espiritual que es peor que todas las muertes, la “miseria miserable”, que es morir en vida.
Esos han sido nuestros trabajos, están en escena en Mundo de muertos, que habla de una mujer negra santiaguera en homenaje a Celeste Mendoza, está en Iniciación en blanco y negro para mujeres sin color, está en Repique por Mafifa, que es de las primeras cosas que escribí, la campanera de Los Hoyos que logró ganarse un espacio a pura voluntad en ese medio tan machista, ser la campanera en La conga de Los Hoyos es bien importante y transgresor.
La religiosidad popular no la utilizamos exactamente como folclor para adornar nuestras obras, vamos a la esencia de estos elementos para buscar las formas de expresarnos en nuestra poética y son los fenómenos con los que trabajamos, los temas con que tratamos. Se han hecho relecturas, de Mi socio Manolo, escrito por Eugenio Hernández Espinosa, también de los textos de Margarita Borges siempre sobre la mujer, y otros de Federico García Lorca, que, aunque distantes, dieron origen a La casa.
Las premisas de trabajo son esas, darle voz a quien no tiene, develar los problemas existentes en la sociedad y la mujer como centro de todo. Esto es lo que hecho estos 29 años con Estudio Macubá.
Con qué obra la sorprendió la COVID-19 y qué proyectos la esperan?
Justamente cuando se destapó la pandemia en Cuba en marzo del 2020 estábamos regresando de una gira nacional y a los 3 días de estar aquí comienza todo. Estábamos girando con una obra que es muy querida, un acercamiento a La casa de Bernarda Alba de Federico García Lorca y Bernarda simulation, de nuestra asesora y dramaturga Margarita Borges. De esos dos textos salió un tercer texto que es La casa, eso fue lo último que hicimos. Tuvimos que interrumpir los ensayos de un espectáculo que hemos nombrado De Molière y otros demonios relacionado con algunos personajes de las obras del dramaturgo francés y el carnaval santiaguero. Eso es lo que pondremos en escena después de la pandemia, es lo que estamos “cocinando” para el público, a veces sale una buena sazón.
En estos tiempos de pandemia, tan convulsos, en que pensamos tanto en la calidad de vida de nuestra gente, el arte tiene que sobreponerse a todo, el arte, la cultura es vida, libra batallas muy especiales que tienen que ver con salvar la espiritualidad de las personas.
Envío un mensaje de unidad para todos los artistas, en especial para los que hacemos teatro, este es un momento de unidad para salvarnos todos, para salvar la nación y emprender rumbos que nos hagan mejores personas y nos hagan un mejor país.