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Doce meses después: Bitácora de un viaje que no acaba

Sin detenernos, y con el apoyo del Centro de Teatro de La Habana y del Consejo Nacional de las Artes Escénicas, en algunas labores que no podíamos resolver con el equipo de La Proa, logramos abrir unos meses después para público.
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Por Arneldy Cejas

Este 10 de septiembre Teatro la Proa cumple el primer año en la nueva sede, ubicada en la Avenida Salvador Allende (Carlos III) y Retiro, en Centro Habana. Llegamos al espacio con cuatro camiones llenos de escenografías y muñecos; también con la tristeza de dejar nuestro antiguo local que nos acogió durante 10 años, pero el deteriorado estado constructivo del mismo ponía en peligro nuestras vidas y la del público que asistía a las funciones.

El trabajo que teníamos por delante, para echar a andar el nuevo local, nos hizo cambiar la tristeza por sueños, esperanzas y algunos logros. Como muchos conocen, los actores, los técnicos y el personal de servicio de nuestra compañía, nos convertimos en constructores, electricistas, plomeros, pintores, carpinteros… y transformamos el túnel de Carlos III, que anteriormente fue muchas cosas (la última de ellas sede del Estudio Teatral Vivarta), en un teatro para niños y jóvenes, donde nuestros títeres siguieran subiendo al retablo.

A los dos meses y medio de estar en el nuevo teatro, sin que estuvieran todas las necesidades resueltas, comenzamos a brindar funciones programadas con escuelas, todos los viernes, como parte de la Expedición Títerescuela, proyecto que creamos en conjunto con la UNIMA.

Sin detenernos, y con el apoyo del Centro de Teatro de La Habana y del Consejo Nacional de las Artes Escénicas, en algunas labores que no podíamos resolver con el equipo de La Proa, logramos abrir unos meses después, para público general, con funciones habituales de sábados y domingos.  Todavía nos faltan muchas cosas para lograr lo que de verdad deseamos y necesitamos: brindar un mejor servicio. Pero ya podemos contar con alegría todo lo que hemos hecho durante estos doce meses.

Los niños de las escuelas cercanas y todo el que nos ha visitado desde que comenzamos las funciones en el nuevo espacio, han disfrutado de las obras Entre quesos y ratones; Érase una vez un pato; Mowgli, el mordido por los lobos; Aventura con el televisor; Cenicienta; Aires de fiesta; ¡Cuidado, hay perros! (todas por parte de nuestro colectivo), así como Otra vez Caperucita y el lobo, por los estudiantes del perfil de títeres de la Escuela Nacional de Teatro, y Fernandina, a cargo del grupo Cañabrava de Cienfuegos.

Todo sin abandonar compromisos de la agrupación con eventos, otros grupos y colegas. La Jornada Villanueva incluyó la lectura dramatizada de la obra Amelia sueña mariposas, que se presentó en nuestro teatro; también para el TICE[1] y como parte de la investigación de una tesis de doctorado de una colega.

Por otra parte, Teatro La Proa participó en el evento Cazando mariposas, de la UNIMA-Cuba, en la 22 Jornada Narices Rojas y en el 14 Festitim, ambos en Matanzas, y la Jornada Teatrales en la Nave, entre otros… También, quienes han visitado nuestra sede este año han podido ver dos exposiciones.

En nuestro escenario es común ver a los alumnos del perfil de títeres de la Escuela Nacional de Teatro recibiendo sus clases de actuación y de dirección, impartidas por alguno de nuestros actores, que además nos desempeñamos como profesores en este centro de estudios.

Teatro La Proa es una compañía numerosa que cuenta en la actualidad con 26 integrantes y no todo ha sido color de rosa. Hemos tenido que atravesar por momentos difíciles. Guiar y conducir a una “tripulación” integrada mayormente por jóvenes, en estos tiempos, y mantener el interés y el orden no es tarea fácil.

Podemos decir con orgullo que el grupo nunca ha estado carente de titiriteros para interpretar nuestras obras, a todo el que llega con ganas de hacer, les hemos dado esa oportunidad; unos la aprovechan y otros no tanto.

Nos ha tocado, como a muchos grupos de larga trayectoria, la rutina cotidiana de formar y formar, educar, enseñar, remontar y remontar…; pero lo hacemos desde el más sano compromiso con la profesión y con la esperanza de estar forjando a la nueva generación, en eso hemos empleado también algún tiempo en estos meses.

Durante el último año, junto a las labores constructivas, se mantuvieron los ensayos para reestrenos y reposiciones. Las carencias materiales que impiden las nuevas producciones, nos exigen mantener activo y disponible todo el repertorio; aunque poco a poco trabajamos en nuestro próximo estreno. Estuvimos de gira por Cuba y por México, pero nuestro teatro se ha mantenido abierto con una vida activa. Una vida de entrega y sacrificio, sobre todo en estos tiempos difíciles, donde solo los que de verdad creemos en el teatro, y en todo lo que él puede lograr, podemos sobrevivir a las tormentas.

[1] TICE: Taller de Intercambio con la Creación Escénica.

 

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